Sentía el aire gélido penetrando su grueso abrigo de lana sintetica, y sus labios agrietados temblaban descontrolados.
Miró a ambos lados de la calle pobremente iluminada, encontrándose a sí misma sola y rodeada de vitrinas exponiendo antiguos libros de bolsillo.
En un día espectacularmente soleado, este lugar era cálido y atractivo, sin embargo ahora, el iluminado del otro lado de la calle parpadeaba a punto de averiarse, dando un aspecto miserable al pintoresco barrio canadiense. Eso sin añadir que de noche lucía como un lugar perfecto para una escena de crimen. -Sí, como que eso no ayuda- pensó
La hora en su celular indicaba que Noah iba con media hora de atraso, lo que le acreditaba otra infraccion en lo que iba de la semana.
Realmente debía de ser demasiado estúpida para creer que él era quien decía ser.
A veces, se sentia como una ilusa esperanzada.
Espero durante una hora... y con cada segundo que pasaba sentía su garganta apretarse más y más.
Una Range Rover negra cruzó a lo largo de la calle, a toda velocidad, hasta que se detuvo al frente de la vereda con el estridente sonido de las llantas frenando sobre el pavimento.
Al ver la luz amarilla de los alumbrados reflajada en los vidrios tintados de la movilidad, un nuevo escalofrío recorrió el cuerpo de Callie, quien volvió sobre sus pasos para ir de regreso a la estación de trenes.
Tenia ganas de llorar, pensando en que Noah la había dejado sola y plantada de nuevo. A diferencia de que esta vez la había citado en un lugar marginal y oscuro. Era extraño y ahora que lo pensaba mejor, había sido muy idiota por no haberlo cuestionado en nada.
Escuchó las puertas del coche abrirse y luego pisadas fuertes.
Callie apretó el paso, tal vez era un poco paranoica, pero algo le decía que aquello no era simplemente una coincidencia.
-Quedate quieta- dijo alguien detras de ella. Se detuvo al instante, y sintio una punta sólida presionarse contra su espalda; inconscientemente se arqueo, solo un poco, lejos del arma. Su corazon estaba latiendo de prisa, y Callie podía sentir la sangre corriendo a través de cada vena.
-Dame tu cartera- ordenó una voz nueva y más grave.
Sus mano temblaban dentro de sus bolsillos, al igual que el resto de su cuerpo. Una oleada de panico y adrenalina mezclados florecio en su pecho, y sintio todos sus sentidos desconectarse del mundo externo.
Todo lo que podía sentir era el arma, y la presencia de la persona detrás suyo.
Trago saliva, pero su boca se hallaba seca y espesa.
-No..n no tengo nada- su voz salio entrecortada. La punta se presiono con más fuerza sobre su espalda, a la altura de su corazón. Ahora podía sentir con mayor claridad el familiar cañon circular del arma- Solo tengo mi celular.. t tomalo- se lo entregó sin girarse a verlos- Pero por favor no me hagan daño- dijo hipando en sollozos.
El ladrón detras suyo se inclino hacia ella, y susurro a su oído.
-Si no tienes dinero entonces tomare algo más- paso su lengua sobre la longitud de su oreja.
Callie notó la bilis subir por su garganta, y unas pocas lagrimas cayeron por sus mejillas congelandose en su rostro.
-Por favor no- imploro con sus ojos cerrados. Una imperiosa necesidad de gritar por ayuda surgió en ella, pero su pecho parecía comprimido por tenazas, incapaz de coger aire suficiente. Sus piernas no obedecían, estaba plantada con los pies fijos e inmóviles sobre el suelo. Su cuerpo respondió a las manos torpes y desagradables que recorrian partes intimas sobre la gruesa tela de su ropa, cada vello en su piel erizandose con rechazo.
-Callie, despierta.
-No.. por favor no!!- gritó forcejeando contra el hombre que ahora le sujetaba los hombros con fuerza, llevandola a rastras a un lugar apartado.
-Callie..- susurro una voz suave en su oído. -Callie despierta
Abrió los ojos de golpe.
Tenía demasiado calor, gruesas gotas de sudor frío resbalaban por su frente y espalda.
El aire que ingresaba a sus pulmones parecía no ser suficiente.
-Hija escuchame, debes calmarte cariño.. respira - la piel en las esquinas de sus ojos se veían agrietados y arrugados. La familiar calidez en ellos la ayudó a calmarse un poco y trato de contralar su respiración con los ejercicios que le había enseñado la doctora Johnson.
Su papá la miraba con la usual tristeza imprimida en cada arruga de su rostro, y sintió ganas de llorar más fuerte una vez que pasó la amenaza de un ataque de pánico nuevo.
No había tenido uno en semanas.
Sollozo con más fuerza y su padre la abrazo con suavidad.
Se odiaba a sí misma por ser tan débil, por no poder superar esto. Porque por su culpa su madre ya no estaba, y su papá vivía bajo depresión crónica.
Su familia... su familia estaba destruida ahora, y fue ella quien había provocado todo.
-Shh, Callie..-se alejó para tomar su rostro entre sus manos- No llores, ya pasó -trazó sus pulgares por su rostro para barrer las lágrimas fuera- Sé que es duro para ti cariño, pero la doctora Johson nos aconsejó que si esto ocurria de nuevo debiamos hablarlo. Necesito que me digas que soñaste..
Callie tenía los párpados presionados juntos con fuerza, no quería sentir las lagrimas que pugnaban por salir empapar de nuevo sus mejillas- Lo mismo, papá- dijo- siempre es lo mismo...