capítulo 37

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" Sé termina nuestra historia llegó el final, se quedan tantas ojas blancas sin terminal ... Espera sólo un segundo qué yo nose, cómo quieres qué sea fuerte si te perderé.
Sé qué te vas, en qué momento decidiste dejar de amar".

Bruno

— Tienes qué lograrlo.

— Eso estoy intentando.

— No me basta con qué lo intentes. — Bufé frustrado. — Me vale una mierda tus intentos, quiero resultados joder.

Snake me observó sin decir nada, continua tecleando en su portátil y moviendo algunos aparatos, los cuales no tengo una puta idea de qué son o para que sirven, pero ruego al cielo que ejecuten su función, sea cual sea.

Teníamos más de doce horas intentándolo y nada. No había rastro de Fara por ningún lado, era cómo si la tierra se la hubiera tragado. Estaba jodidamente asustado, tenía miedo de no  volverla a ver, no sentirla otra vez, no ver esa sonrisa qué me cautivo, esos ojos qué me hacían olvidarme de qué existía un mundo fuera de nosotros, no podría soportarlo...

— Tienes qué calmarte, hijo.

Mí padre me observaba desde el sofá, estaba parado junto a la puertda.

— No puedo papá. — Removí mí cabello. — No tengo una jodida idea de en dónde pueda estar o con quién...

El sonido de mí móvil me interrumpe, rebusco en él bolsillo trasero del jean hasta dar con él. observo la pantalla, número desconocido, se lo muestro a Snake. Tomó mí móvil y le colocó una especie de cable qué enchufó a su portátil. Me hizo una señal para qué respondiera.

— ¿ Sí?.

Querido primito.— Escuchar su estúpida voz, me desequilibró aún más. No estaba para idioteces.

— ¿ Qué quieres?.— Masculle sin disimular mi enojo.

No te escuchas muy feliz. — dijo en tono burlón, maldito invesir.

— Vete a joder a tú madre.— Masculle a punto de colgarle, escuché una carcajada de su parte.

— A mi madre no, pero a Fara posiblemente sí. — La sangre abandonó mí rostro, miles de interrogantes se formaron en mi cabeza.

— Fuiste tú.

Te dije qué era mía.

— Eres un hijo de perra.— Le grité al móvil. — Si le pones un solo maldito dedo encima, desearás nunca haber nacido.

No estás en condiciones de amenazar.— Su tono de voz era tan desesperante que sólo deseaba atravesar la línea y molerlo a golpes. — Eres mi primo y te apreció, por ello te daré la oportunidad de despedirte.— Toqué la cien de mí cabeza, el dolor era insoportable. — Fara quiere despedirse de ti, nos iremos del país para ser felices sin qué tú te entrometáis.

Estás enfermo. — Le grité.

Estate atento, te llamaré para decirte el lugar.— Colgó.

La furia se apoderó de mí cuerpo, le pegué a la pared tratando de desahogar algo. Noté mis nudillos con una leve muestra de sangre.
Siempre supe qué Eric estaba un poco mal de la cabeza, desde niño fue así. Resentido, cerrado, todo el tiempo tratando de impresionar a mí padre, pero esto era demasiado, era violentar todas las reglas. Mi desesperación aumento al pensar en lo qué ese enfermo podría hacerle a mí mujer. Volteé a mirar a Snake.

AMORES QUE MATAN ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora