Abrió los ojos y solo vio un techo blanco, sentía el cuerpo completamente pesado y la cabeza aun le daba vueltas. No sabía dónde estaba pero pudo ver varios sueros colgados al lado de su cama.
—Señor, ¿Cómo se siente? — preguntó una voz a su lado.
Estaban midiendo su pulso.
¿Qué había pasado?
No podía recordar nada claro, vagas y dispersas imágenes bombardeaban su mente, pero ninguna de ellas parecía tener sentido o conexión.
Una fuerte punzada entre las sienes lo obligó a levantar la mano y presionar el lugar para aminorar de alguna medida el dolor.
—Será mejor que aún no se mueva señor —dijo Sora bajando su mano suavemente —. Estuvo dormido un par de días.
— "¿Un par de días?" —el comentario lo sorprendió — ¿Qué...? —logro preguntar con voz áspera y rasposa. Le dolía la garganta y sentía los labios completamente secos.
— Dos días y cuatro horas dormido señor —respondió verificando la hora con el reloj de pared que había en la habitación.
—"Dos días..."—se dijo. No podía creer que había pasado tanto tiempo en la inconciencia. No podía recordar bien, sentía que había omitido algo, que algo estaba perdido en sus recuerdos. Intentaba enfocar sus pensamientos y recuerdos y cada que lo intentaba la cabeza le dolía a montones.
—No se esfuerce mucho señor —volvía a repetir Sora bajando su mano nuevamente —la droga que le inyectaron era muy poderosa.
— ¿Droga...? —preguntó en un débil susurro.
—Puede matar a una persona en fuertes dosis. Pero al parecer la cantidad que le inyectaron fue solo la suficiente para dejarlo inconsciente por un largo periodo de tiempo.
Como un remolino poco a poco las vagas y dispersas imágenes de sus recuerdos fueron cobrando sentido y coherencia.
Melina.
Su recuerdo, su clara imagen, la decepción de sus ojos. Su estúpido temor al alejarse de ella cuando la vio cerca. Su encuentro con Zafrán, su extraña cordialidad, su mayor temor hecho realidad.
Ella viva y sin él.
—Es una ilusión... —dijo en un suave susurro que se tornaba desesperado a medida que pasaban los segundos —no es real... —repitió desesperado abriendo los ojos en pánico y sorpresa — ¡ASCAR! —llamó ansioso. Él debía tener las respuestas, el debería saber...
—Aquí estoy maestro —dijo una voz neutralmente apagada desde algún lugar en la habitación.
— ¿Que paso? —dijo buscándolo con la mirada. Lo vio a su derecha acercándose suavemente con sus movimientos de gato, su mirada clavada en el suelo — ¿Fue... real? —fue lo único que pudo preguntar, sentía que las palabras no salían, que se le atoraba todo en la garganta, un extraño temor comenzó a apoderarse de su cuerpo ansiando una respuesta negativa. Que le dijeran que solo fue uno de los muchos sueños que tuvo. Solo una más. Una pesadilla más.
Era una pregunta simple, pero que encerraba un millar de respuestas, de posibilidades y verdades seguidas de muchos remordimientos.
—Si...—fue el suave susurro cargado de culpa que terminó por hundirlo en la oscuridad y desesperación.
Todo lo que había pasado, lo que había vivido había sido condenadamente real, y con esa verdad le pesaba el alma.
—No —dijo —...no... —volvió a repetir comenzando a temblar de manera involuntaria —... no puede ser...
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El despertar del Dragón
Teen FictionSegunda parte del libro "Enamorándose del demonio" Muchas verdades no han sido dichas, muchas historias no escuchadas. Ha llegado el tiempo de conocer la verdad, de saber quienes son en realidad, y de aceptarse o negarse. De odiarse... o amarse. K...