Cap 11: Rastros

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Nuevamente volvió a abrir los ojos. Todo daba vueltas, pero esta vez estaba mucho más consciente que antes. Sabía lo que había pasado, y con mucho pesar recordaba lo que había sucedido.

—Melina... —fue su pesaroso susurro — ¿Por qué ahora? ¿Por qué así?

—Señor... —fue la suave voz cargada de pena que pudo escuchar al costado de su cama, era Sora que se inclinaba para medirle la presión al notarlo consciente nuevamente.

— ¿Cuánto tiempo nos queda? —preguntó.

—Poco menos de dos días Señor...

—Dos días... —una risa amarga salió de su garganta —. El destino no puede ser más cruel... —dijo con angustia quedándose unos instantes más mirando el techo de su habitación.

—Dime que encontraron algo —pidió casi como un ruego —, dime que tienen novedades, que sabes dónde encontrarla. Dime que saben algo...

—... Lo... siento señor... no pudimos encontrar nada...

Levantando las manos se apretó la cabeza con frustración.

—Si esta vez llega a pasarle algo Sora, será completamente mi culpa. Y si eso pasa, no será necesario que me amenace nuevamente con matarme, porque yo mismo le hare el favor —dijo con una voz completamente vacía —. Llama a todos los cabezas de clan que puedas, convoca a una reunión de urgencia. Necesitamos hacer que este plan se retrase lo más posible.

— ¿Señor?

—Estoy seguro que ahora que todos vieron que hay una posibilidad de deshacernos de ellos, no darán el brazo a torcer. Solo necesito tiempo, tiempo para encontrarla, advertirle.

—En seguida señor —y salió de habitación para cumplir la orden al pie de la letra.

—Áscar —llamó.

—Señor.

— ¿Que sabes sobre tu hermano? Sé que lo viste. Necesito que me digas todo lo que sabes sobre él.

—El... ya no es mi hermano señor —dijo con un dejo de resentimiento —. Así me lo aclaró la última vez que lo vi.

—Explícate —su propia voz le sonaba bastante cansada. Con un poco de esfuerzo y ayuda de Áscar logró incorporarse y sentarse al borde de la cama. La cabeza aun le daba vueltas, se sentía como si tuviera una fuerte resaca.

—Me dijo que tenía una nueva vida, que había encontrado una nueva familia, y que por primera vez estaba con todos los que quería —escupió mordaz —, que ahora su lealtad... estaba con su corazón.

Kay no pudo evitar sentir una punzada de celos.

— ¿No sabes nada más?

—No maestro.

Un fuerte suspiro cansado salió de su pecho.

— ¿Que hacia Asako con ellos? —preguntó curioso —. Parecía que ella era el objetivo principal.

—No lo sé maestro. Ella sigue dormida y no hay señales de que tenga intención de despertar. Sora aun no descubre el tipo de droga que aplicaron en ella. Pareciera estar simplemente en un sueño.

— ¿Porque lo dices?

—No deja de murmurar entre sueños, llamando a un tal Lenard.

— ¿Lenard? —preguntó Kay curioso.

—Si maestro.

—Llama a Sebastián, quiero más detalles al respecto de ese asunto. Y por favor, tráeme el periódico de estos dos días, necesito saber que movimientos tiene planeado hacer Dragón esta vez.

El despertar del DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora