Carta de una tarde de verano

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Ojalá pudiese reducir en palabras y papel todas las cosas que quiero decirte, pero no es tan fácil. En realidad, nada parece fácil desde que llegaste.

A veces se siente como si toda mi vida hubiese estado pintada de amarillo, rojo y azul; hasta que llegaste vos, y pintaste mis paredes de violeta, y teñiste el cielo de rosa. Otras veces parece que quisieras borrar todos los colores del mundo para pintarte a vos misma de azul.

Recuerdo el primer día en que te vi, digo el primer día en que te vi enserio, en que vi más allá de las palabras de Val y de los rumores de los pasillos. Caminabas por el colegio con lágrimas en tus mejillas, estabas tan azul que con cada paso que dabas te oscurecías un poco más. Nadie te preguntó si estabas bien hasta que yo lo hice, y te vi. Tus ojos Erin, tus ojos, me cuesta entender como alguien no podría enamorarse de vos con tan sólo mirarte a los ojos. Con tan sólo mirarte a los ojos pude ver todo lo que escondías, tantos colores, tanto brillo encerrado en vos. Te vi Erin, y supe que nunca más podría evitar apartar mi mirada de vos. Ojalá dejaras que todos vieran esa parte de vos. Por algún motivo inesperado que aún no logro descifrar, fui yo.

Te vi en un momento de mi vida en que estaba en la cima. Ese momento de la montaña rusa en que llegas al punto más alto y te quedas un ratito, y ves todo el parque, todas las atracciones y las luces. Toda la distancia y las vueltas que diste para llegar a ese punto.

Cuando te vi, caí. Fue una caída rápida de noventa grados. De esas que te dejan sin aliento, te despegan del asiento, que hacen que te duela un poquito el pecho y grites involuntariamente. Las que te asustan. Y a mí me encantan.

¿Por qué caí te preguntarás? Porque sabía que vos ibas a cambiarlo todo. Pero siéndote sincera, es la mejor parte del juego.

Y te toqué, sin querer. Y me llenaste de tu color. Como una explosión, una revolución. Quizás fue porque empecé a darme cuenta de ciertas cosas que antes no sabía, como que jugas con el anillo de tu mano izquierda cuando estás nerviosa. Quizás fue por la forma en que mirabas a Jackson ¿No podías hacerlo cierto? ¿No podías dejar que tuviesen razón?

Recuerdo que desde ese día no pude dejar de pensar en vos.

Siempre habías sido tan callada y misteriosa, tan indescifrable, pocas veces te había visto en fiestas o fuera del colegio.

Le pregunté a Becca acerca de vos porque cada vez que le preguntaba a Val me cambiaba de tema. Ella me preguntó si me habías hecho algo, no podía imaginarte lastimando a alguien. Y ahora menos. Te busqué en las redes sociales y tenías una sola. Pocas fotos, mucha poesía. Y después lo recordé.

Recordé esa fiesta en la que te vi. El año pasado, era una fiesta en la casa de Becca. Recuerdo un juego estúpido al que decidieron jugar. Y recuerdo a una chica pequeña que salió corriendo por la puerta con lágrimas en los ojos, hablaron mucho tiempo acerca de ella, cosas que nadie quiere escuchar acerca de uno. No podía ser otra persona, eras vos Erin.

Seguramente nunca vas a tener la oportunidad de leer está carta por el mismo motivo por el que yo no puedo terminar de escribirla, el miedo ¿Qué harías si no tuvieras miedo?

Lo que hicimos ayer fue hermoso, me sentí libre al lado tuyo. Necesito que hablemos, nos vemos hoy a las 5 p.m en el Café Amarillo.

P.d. Gracias por el beso.

Siempre tuya

-Cassie

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⏰ Última actualización: Jan 09, 2018 ⏰

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