Utopía

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Un ligero viento se cuela por la pequeña rendija en la ventana y, como si tuviera vida propia, el viento roza la punta de su nariz y al contacto con la respiración caliente que expulsan sus fosas nasales crea un siseo a penas audible.

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Se detiene por un momento, cierra los ojos enfocándose en el sonido que provoca el agua al correr, casi puede ver el elemento chocar contra pequeñas rocas salpicando a pétalos y tallos a su alrededor.

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El pecho se expande al inhalar tan profundo que la piel se adhiere a las costillas, el fuerte olor en el ambiente genera calor en el órgano bajo su tórax; calor que raspa dentro su garganta, abre los ojos y las iris cafes brillan en la penumbra de la noche.

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Ladea su cabeza hacia la izquierda y un jadeo escapa de sus belfos al ver el ventanal, que refleja cual espejo lo que antes sólo reflejaban sus ojos almendrados; dos siluetas volviéndose una.

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Susurros bailan en las paredes al compás de la fricción entre los cuerpos sobre el blanco colchón, el algodón que conforman la sábana cobriza yace mitad bajo los cuerpos; mitad sobre el suelo, un movimiento, un nuevo jadeo y la sábana les abandona cubriendo entre caricias las frías baldosas.

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— Eres hermoso

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Una caricia emite calidez, la calidez se vuelve rubor en las mejillas.

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Con las mejillas sonrojadas se inclina sobre el cuerpo contrario y susurra al oído...

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Mueve las caderas de arriba abajo, su interior húmedo; húmedo como la piel bajo su tacto, las falanges recorren la perlada piel del mayor, apoya sus muñecas en los músculos ligeramente marcados y roza su palma en los botones erectos.

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Letras traviesas escapan de las cuerdas bucales, enredándose, encimandose, escapando burlonamente para dar lugar a palabras indescifrables; a sonidos ahogados. En cambio, sentimientos se convierten en estrellas en el cielo de sus ojos, destellos que hablan entre coquetas pestañas.

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Los mechones rosáceos, rebeldes, se adhieren sobre la frente del mayor otras cuántas hebras esparcidas en el algodón bajo la nuca perlada. Enreda las huesudas falanges bajo los brazos ajenos y se aferra a los hombros, mostrándose vulnerable; sabiendose protegido.

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— Eres el cielo en mis ojos... las estrellas en mis pestañas

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De la humedad en sus cabellos nacen dos perlas que, traviesas, surcan la sien del menor bailando ansiosas sobre las cejas y con la misma ansia se vuelven una deslizándose sobre el tabique nasal y como seda tambalean en la redondea mancha chocolatada bajo la punta de su nariz.

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— Ho-Hobie~

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La perla abandona con recelo la piel suave y cae mezclándose con la esencia blanquecina que salpica al viento terminando de posarse en la piel agitada y enrojecida del mayor.

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Una pequella bombilla apenas ilumina las siluetas perladas que la penumbra de la noche no se atreve a tocar. Dos seres apartados del mundo compartiendo el deseo más mundano en la utopía de sus corazones; corazones que se toman la mano y se tatuan en la mente.

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El viento se desliza una vez más entre los cuerpos, acariciando cada rincon; robando ciseos. Llenándose de la calidez; llevándola consigo.

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Comparte la calidez a las pequeñas gotas empapadas de rocío, abrigando pétalos temblorosos; cantando al compás del agua al correr.

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— Te amo

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Dulces murmullos de bocas cansadas, de sentimientos vueltos rocío entre arrugadas pestañas.

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La penumbra dolorosa acaricia la frágil bombilla y apaga su luz, el cielo lloró suficiente, el viento consoló demasiado.

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Un día los cuerpos no serán más pero las almas permanecerán juntas; como una sola.

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Emitiendo calidez, como el fino algodón acariciando las baldosas.

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Utopía [VHOPE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora