Esta es la historia, mi historia junto a una de mis grandes amigas, de esas que uno cree que duran toda la vida, y es así. Son amigas que saben todo una de la otra, sin prejuicioso, ni dudas, siempre apoyan a la otra sin importar nada.
Yo tenía una de esas amigas, y su nombre, su nombre era Luz. Y como su nombre lo decía siempre radiaba luz, no importaba la situación siempre que ella podía te ayudaba, lo cual era muy seguido en mi caso; ella podía tener muchos problemas pero nunca lo demostraba. Ella siempre fue muy alegre, simpática y muy detallista; Nunca se olvida de nada ni fechas de cumpleaños, aniversarios, nombres, historias, nada.
Todo comenzó cuando conocí a Luz, yo era nueva en el colegio, no conocía a nadie y nadie se acercaba a mí, tal vez porque yo era algo tímida o no les agradaba a los demás, pero en fin, eso a mí nunca me importo demasiado. Estábamos en sexto de primaria, tan solo teníamos entre nueve y diez años. Luz se encontraba en el mismo salón que yo. Un día, al llegar al colegio, la profesora, una de esas profesoras que todos intentan evadir sus horas y festejan cuando ella falta, la típica profesora malhumorada del colegio, entro al salón y dijo que habría algunos cambios de banco. Muchos se quejaron después del cambio por la persona que tenían al lado. La profesora me sentó al lado de Luz, lo cual no me molesto en lo absoluto ya que al principio no hablábamos mucho, pero luego de algunos días comenzamos a hablar y sin darnos cuenta éramos muy buenas amigas. Con un trabajo, una risa, una anécdota entre otras cosas se formó una muy linda amistad.
Después de más de seis meses sentándonos juntas, no había nada que nos pueda separar. Éramos tan unidas que se formó como una especie de necesidad la una a la otra.
El último día de clases antes de las vacaciones de verano había llegado, las cuales todos esperábamos con ansias, imagínense, dos meses sin escuela, levantándonos tarde, sin tareas que hacer, sin estudiar, y pasando toda la tarde reunidos con amigos, ¡Era todo lo que queríamos
Cuando la última hora del día había terminado, mi mamá y la mamá de Luz nos esperaban como siempre en la salida del colegio hablando. Tardamos un poco más ya que Luz tenía que esperar a su hermano. Si, Luz tenía un hermano, su nombre era Nicolás, él era mayor que nosotras, tenía catorce años, estaba en tercer año de secundaria del mismo colegio al que asistíamos nosotras. Yo lo consideraba a él y a todos sus amigos muy lindos, pero nunca quise decírselo a mi amiga, ella podía tomarlo mal, o, al contrario, podría tomarlo con gracia y contarle a su hermano, y si él lo sabe me daría muchísima vergüenza ir a su casa y verlo, hablar con él. Así que Luz no podía enterarse de esto por esa razón.
Mi mamá y la mamá de Luz organizaron para ir todos juntos a comer por ser el último día de clases.
Fuimos a una cafetería que estaba a unas dos cuadras del colegio; al terminar de comer unas riquísimas hamburguesas que hacían ahí, convencimos a nuestras mamas de ir a tomar un helado. La heladería estaba cruzando la calle. Cuando estábamos por comer nuestra última cucharada de helado, nuestras mamas empezaron a hablar sobre la posibilidad de que yo fuera de vacaciones con la familia de Luz. Se iban a quedar en un hotel cuyo dueño era el tío de Luz, en Pinamar. Cuando escuche que yo podría ir a la playa con mi mejor amiga, y visitaríamos una playa muy linda, por lo que yo había escuchado, y nunca había ido. Estaba emocionada pero mi mama no estaba muy segura, y dijo que antes de dar una respuesta, tenía que hablar con mi papá. Yo no creía que haya ningún inconveniente para que me dejaran ir. Digo, yo soy una chica muy bien portada, a la cual le iba muy bien en el colegio y todo; pero aun así, faltaba la aprobación de papá...
Cuando llegamos a casa, después de un largo camino intentando convencer a mamá, entre corriendo para poder ser la primera que hablara con papá y así antes que mamá le digiera algo malo sobre el tema del viaje, yo le contaría a papa mi versión de por qué tendría que dejarme ir de vacaciones con mi amiga.
Pasaron alrededor de unos quince minutos mientras yo esperaba, atrás de la puerta, que mis papas terminaran de hablar. Me cansé de estar ahí, parada, sin hacer nada, sin escuchar nada que yo ya no supiera; así que subí a mi cuarto y me puse a jugar con mi gato. Cuando entre a mi cuarto, este se encontraba sobre mi cama, y yo no estaba muy contenta con eso, pero en ese momento no era lo que más me importaba, solo quería saber si iba a ir o no, pero quería intentar dejar de pensar en eso, así que me recosté junto a él y lo observé, y comencé a pensar en cuanto quería a ese gato, mil cosas pasaron por mi cabeza en un segundo, recuerdos desde cómo me sentí cuando fui con mis padres a buscar a ese pequeño y lindo gatito que en ese momento, solo tenía un par de semanas, con el cual no podía ni puedo dejar de juagar no importa que tan malo haya sido mi día.
Después de unos días, mis papas acordaron dejarme ir, aunque mi mamá no estaba del todo convencida con la idea. Iría un par de días de vacaciones con Luz y su familia, solo eran unos días, pero que mi mamá no está convencida con eso no me importaba demasiado en ese momento, estaría en la playa con mi mejor amiga y su adorable familia ¿Qué era mejor que eso?
Era 9 de Diciembre, y nos iríamos el 15, no sabía cómo hacer, el tiempo pasaba más lento que nunca, más que nada cuando miraba el calendario y contaba una y otra vez cuantos días faltaban para irme.
Cuando el día al fin llego, no daba más de contenta, el día que tanto había esperado llego.
El viaje duro unas 4 horas, tal vez mas o menos, no lo sé, dormimos la mayoría de él. Cuando llegamos, fuimos hasta el hotel a dejar las valijas. Este era muy lindo, tenía una linda vista al mar, este se encontraba a un par de calles. Con Luz, teníamos muchísima hambre, así que fuimos a comer algo, luego fuimos a recorrer el centro con los papas de Luz, su hermano se quedó en el hotel junto a su tío ayudándolo a organizar algunas cosas. Cuando volvimos, tomamos un baño y nos quedamos dormidas, después del viaje y de caminar, estábamos agotadas.
Al otro día, nos levantamos muy temprano, como a las ocho y media de la mañana, desayunamos en el hotel y nos fuimos directo hacia la playa para pasar todo el día ahí.
Después de hacer algunos castillos de arena con unos baldes que nos había dado su tío, nos pusimos a jugar con una pelota que yo había llevado. Unas chicas que estaban cerca de donde estábamos con la familia de Luz, vinieron a jugar con nosotras. Sus nombres eran Agustina y Lucia. Agustina tenía la misma edad que nosotras, pero Lucia tenía ocho años. Ellas eran de Santa Fe.
La última noche que estaríamos en Pinamar, salimos a comer a un restaurante que nos había recomendado el tío de Luz. La comida era muy rica. Volvimos al hotel y nos fuimos a dormir. ¡Que rápido pasa el tiempo cuando uno lo disfruta! ¿No es irónico? Cuando uno espera algo el tiempo pareciera que pasa más lento de lo normar; pero cuando uno disfruta tanto algo que no quiere que termine, este pasa tan rápido que termina antes que pudiéramos darnos cuenta.
Cuando llegue a casa, mi mamá y mi papá estaban súper contentos ya no podían aguantar el tenerme lejos de ellos.
Me dijeron que me habían extrañado muchísimo. Me estaban esperando con mi comida favorita sobre la mesa, empanadas de jamón y queso, y en el horno había una pizza por si seguía con hambre. Cuando terminamos de comer les di un pequeño recuerdo que había traído para ellos de Pinamar. Luego, subí a mi habitación y le di un fuerte abrazo a mi gato, estaba algo dormido, como siempre, lo único que hace es dormir, y lo acompañe, estaba tan cansada que me puse mi pijama y me metí adentro de la cama.
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Ten cuidado a quien as de llamar amigo
RomanceDos amigas, una gran amistad... Un error puede cambiar todo en la vida de alguien, y eso fue lo que paso... y desde ese día, nada fue igual.