Parte 2 - Valiente

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NOTA: Este es un fic DarcyXBruce, sobre advertencia no hay engaño. :)

Valiente

Bruce no tenía ni idea de cómo había terminado en esa situación, bueno, para ser justos si la tenía, pero no lograba comprender como lo había permitido en primer lugar.


Todo comenzó esa mañana, en la que, igual que todos los días llegaba al laboratorio que compartía con Jane Foster y el Dr. Selvig; industrias Stark financiaba sus investigaciones con el Teseracto con la condición de que Banner formara parte de ellas, así fue como se conocieron.

Como todas las mañanas fue el primero en llegar, y como todas las mañanas comenzó a revisar formula tras formula en su computadora, como si de ello dependiera su vida. Estaba totalmente concentrado, nada ni nadie podía sacarlo de ese estado, excepto quizás...ella.


- Muy bien cerebrito...hora de recibir combustible. - Darcy tenía una forma de ser tan peculiar de ser, que sin importar lo que dijese, no lograba que sonara como un insulto. Entro al laboratorio con una sonrisa y las manos llenas de comida y se dirigió directamente al sitio donde él se encontraba sentado. Banner comenzó a sentirse nervioso ante la animada sonrisa de la joven, a la que últimamente y muy a su pesar, se descubría observando demasiado.

Darcy les apoyaba con todo el aburrido papeleo como ella solía llamarlo, en realidad era la asistente de Jane, pero desde que Bruce y Selvig comenzaron a compartir laboratorio con ella, Darcy se autonombro la asistente de todos.

De alguna manera la joven no se sentía intimidada por él y su problema de control de la ira, de hecho gustaba de molestarlo a la menor oportunidad y aunque Bruce jamás lo admitiría en voz alta, le agradaba cuando ella le prestaba atención, casi tanto como le preocupaba esa sensación cálida que surgía en su pecho cuando le sonreía.

- Muy bien Doctor, hora de ir a comer en serio. - la voz de Darcy lo saco de sus cavilaciones y casi se cae de su banco por la sorpresa.

- ¿De qué hablas? - pregunto aun confundido, la joven soltó una risita burlona.

- Pues de que son las dos de la tarde, Jane y Selvig obviamente no van a aparecer y muero de hambre, así que esta tarde será un honor para usted querido doctor acompañarme a almorzar. - Y antes de que pudiera negarse ella lo tomo de la mano y le saco de ahí.


Almorzar juntos se convirtió con mucha facilidad en una rutina para ambos, rutina que si bien a Selvig no le importo demasiado, era obvio que a Jane si, aunque no por las razones que Bruce había imaginado.


...


- Debes tener mucho cuidado Bruce. - hablaba con seriedad la física - Darcy es una buena chica pero no dejes que te convenza de hacer locuras. - Banner solo atino a levantar una ceja incrédulo, él esperaba que Jane le recriminara por pasar tanto tiempo con una chica mucho más joven que él, incluso tenía preparado un discurso para hacerle entender que solo eran amigos pero increiblemente no tuvo necesidad de usarlo.

- Y si quiere sacarte de fiesta definitivamente debes negarte. - Jane seguía con su monologo. - No la dejes beber demasiado, no tiene resistencia al alcohol y es una ebria agresiva.

- ¿Agresiva?

- Si tú sabes, comienza a buscar pelea y se enoja con facilidad, pero no atinaría un golpe ni aunque estuviera teledirigido.

- Vaya. - Estaba gratamente sorprendido. Ese tipo de detalles sobre la joven le sacaban una sonrisa, la cual por supuesto Jane noto.

- Le encantan los chocolates y las películas cursis, pero no le digas que yo te lo conté. - Jane amplio su sonrisa ante la mirada de confusión del doctor. - En el fondo es una romántica así que trata de ser tierno... no te será difícil. - Jane dio el ultimo sorbo a su café y se marchó con una sonrisa de superioridad, Bruce podría ser un genio incluso mayor que ella, pero era muy ingenuo en cuestiones de amor; ni siquiera estaba seguro de si Jane le acababa de dar su permiso de salir con Darcy o lo estaba amenazando con mucha sutileza. De todos modos no importaba, no es que él tuviese planeado llegar a algo más que a una linda amistad con la joven; no solo guardaba en su interior a un malhumorado monstruo verde, también estaba la cuestión de la edad, ella apenas estaba en sus veintes y él ya casi llegaba a los cuarenta, de ningún modo podía estar bien.

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