Tobirama e Izuna: Un Deseo Hecho Realidad

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- Mizuki-sensei... Tomoko se comió mi almuerzo

- No es cierto - comiéndose un sándwich

El pequeño que se quejaba comenzó a llorar, el joven azabache solo negó con una sonrisa, para luego sacar otro sándwich

- Aquí tienes Ai

- Gracias sensei

- Ahora vayan a jugar

- Si - viendo a los niños irse

Mizuki miraba a los niños jugar y convivir, pero al poner especial atención a dos niños

- Tienes que poner más atención por donde vas - decía un peli gris

- Pero... es difícil - se quejaba un azabache

- Solo concentra tu chakra y así podrás ver cuantos enemigos hay

Luego de esos recuerdos, el joven se froto la sien, por su parte fuera de la estancia

- ¿Otra guardería?

- Si, vamos hombre quita esa cara

- Sabes que no me gustan los niños - viendo la escuela - y menos cuando tenemos que dar estas ordenes

- Lo sé, pero es nuestro trabajo

Shiro y Amaro bajaron del vehículo para dirigirse a la guardería, ambos hermanos pudieron ver a los niños correr y jugar despreocupadamente. En eso, el moreno sonrió

- Bueno, tú recorre el lugar y yo hablo con la señora Saya

Amaro solo dio un suspiro para recorrer el sitio, sintió las inocentes miradas de los niños: algunas curiosas y otras asustadas. Cuando vio a un joven que a duras penas podía cargar unas cajas

- Cuidado - deteniendo la caja

- Ah, lo sien...

Amaro y Mizuki se quedaron viendo con algo de sorpresa, cuando escucharon las risitas de los niños

- Mizuki-sensei, ¿Por qué esta rojo de la cara?

- ¿Qué?... no...

- El abuelo también tiene la cara roja

- ¿Abuelo? - Amaro con una venita

- Lo siento - se disculpó Mizuki - niños, vayan a jugar

- Si, sensei

- Lamento eso, ¿y usted es?

- Está bien, Amaro, soy abogado y... - viéndolo triste

- Se lo a que viene, dígame...

- Lo siento, pero mi hermano y yo hemos venido a hacerle una última oferta a Saya-sama

- Ya veo suspiro - ahora sé porque tantas cajas

- Lo lamento

Amaro sintió una punzada en el corazón que lo mataba por dentro, pero le parecía extraño ya nunca se había sentido así. Al poco rato, Shiro busco a su hermano, quien le informo que la señora Saya había rechazado la oferta y en su lugar, pidió que esperaran hasta el final del semestre para que los niños se graduaran y darles tiempo a los padres de los otros alumnos buscar otra escuela; naturalmente el abogado acepto.

Mientras transcurría el plazo, Amaro no dejaba de pensar en Mizuki y viceversa pero también había algo que los tenia extrañados: el primero no dejaba de soñar con un joven muy parecido a Mizuki a quien llamaba por su nombre, el chico no le respondía pero cuando lo volteaba a ver, el chico le sonreía para luego mover sus labios susurrando un nombre: Tobirama

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