Prisioneros del rencor

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Todo pasó en un día de vacaciones, había muchos huéspedes, no se distinguían los que tenían habitación de los que no, estaba tan lleno que toda la seguridad del hotel no podía hacer su trabajo como guardias.

Era la tarde del jueves, el hotel estaba moderadamente vacio como para que alguien pudiese salir sin que nadie se diese cuenta de la ausencia. Ese fue el momento en el que uno de los ex guardias decidió actuar, había sido despedido por intentar herir a Austin, el dueño del hotel de aún 14 años. Por obra del rencor, Ada Terri tuvo la necesidad e impulso de herir psicológica y físicamente a Austin, pero esta vez, verdaderamente quería hacerlo, aún más que antes…

Inglaterra, Londres, 18 de Enero del 2016.

 Austin acababa de despertar, estaba en camino hacia su baño privado hasta que un poco mas de mitad de camino siente un fuerte calor caer sobre su cabeza, el cual cada vez comenzaba a expandirse sobre toda la superficie. Lentamente dejo de sentir ese profundo ardor y todo el dolor se fue convirtiendo en una mancha blanca que comenzaba a extenderse sobre todo aquello que Austin podía llegar a ver, la cual le tomo unos pocos segundos para cambiar a un tono gris que se torno a negro, así hasta que Austin vea la profunda oscuridad, y así dejando inconsciente a el dueño del hotel.

Despertó en un lugar oscuro y sombrío, le parecía conocido pero no recordaba donde lo había visto antes, identifico una puerta de madera a solo unos metros de él e intento pararse y así huir por ayuda. Estaba tranquilo, en realidad, no recordaba lo que había sucedido tiempo atrás… Hasta que fallo en ponerse de pie, y su serenidad se fugo junto con su calma.

Estaba atado de pies y manos sobre una caja, la cual decía “Inglaterra, Londres, calle 746, Hotel La Bella Turinesa, 2 de Octubre del 2003.” Era la bodega de su propio hotel y no tenia forma de moverse para llamar a los guardias, se sentía desesperado, tenía razones para estarlo, y más aún cuando distinguió una pequeña y tenue luz, a lo lejos, pero la había. Intento recuperar su firmeza y coraje, cada vez se sentía más seguro e intentaba recordar que había sucedido, hasta que al instante vio aparecer una sombra masculina posarse delante de ella, Austin quedo impactado al ver quién era, aunque no llego a ver el rostro del supuesto secuestrador, comenzó a sentir un profundo dolor en su cabeza, otra vez, pero ahora más fuerte ya que acumulaba el golpe anterior.

Reacciono unos segundos, en los que escucho una conversación de una llamada telefónica; “Quiero un trabajo en el hotel con el que hablo, ¿Cómo? ¿Por qué no aceptan personas despedidas?” No escucho nada más, ya que sintió otro fuerte dolor.

Recobro la consciencia acostado en un callejón, pero esta vez realmente no conocía el lugar, no había cajas, viajo a muchos lugar para su corta edad de 14 años, pero no identificaba donde estaba.  Vio dos personas y por el momento, uno de ellos estaba cerca del oído del otro. Le estaba entregando una bolsa pequeña con algo blanco dentro de ella.  No era Austin no era tan ingenuo y tampoco muy inocente, todo lo contrario a lo que comentaban sus conocidos y vecinos del barrio privado en el que vivía.  Solo por saber los movimientos que hacían tan liberalmente los dos hombres, él sabía que no era un lugar seguro, y también podría añadirse que para ellos  era normal ver personas tiradas en el asfalto.  Se manifestó una figura delante del joven dueño del hotel, lo que dificultaba su vista hacia los hombres que tenia al alcance de ver. Lo único que él podía ver eran unos zapatos negros, no eran originales, podía deducirlo por el color del hilo negro, los originales eran un tono marrón claro, todo por su corto aprendizaje que tuvo en la marca de zapatos Saint John Shoes en la cual tuvo que ser la cara de campaña.

Intento poner de pies bruscamente a Austin, su dolor se podía expresar tan solo en sus ojos, era un claro pedido de ayuda, estaban tan cristalizados que parecía estar al borde del llanto, pero demostró todo lo contrario. Ada Terri tomó el mechón más grande que pudo del corto cabello del joven e hizo movimientos de izquierda a derecha, de arriba hacia abajo, todo su odio y rencor lo estaba intentando desposeer en esa acción, todo lo que él sufrió lo intentaba manifestar allí. Austin intentaba soportar los fuertes movimientos que el hombre creaba, gritaba, e intentaba soltar el agarre, pero nunca le rogo que se detuviera, y mucho menos, derramas lagrimas, era increíble, no quería demostrar sufrimiento, pero si lo sentía, y mucho.

El hombre paró, pero le coloco una bolsa de tela, la cual le permitía respirar, con dificultad, pero podía, y en ese extremo de sufrimiento, no interesaba cuando doliera, solo que pasara el momento para poder volver a su vida normal, si es que sobrevivía. Ya con la bolsa colocada sobre la cabeza del joven dueño del hotel, comenzó a dar golpes y puñetazos en la parte del abdomen sucesivamente, sin parar un segundo, sentía una especie de latido en todo el cuerpo.

El joven dueño del hotel cayó luego de tanto dolor soportado, él se derrumbo con sus rodillas, tenía una expresión de resignación y miedo en su rostro. El hombre inmovilizo al joven sujetándolo de los hombros y parte de los brazos, comenzó a agitarlo gritando agravios con toda la furia que alguna vez se vio. Hasta que lo soltó y lo tomo del cuello, al comienzo solo hablaba rápido y con expresión fúrica sobre su rostro, hasta terminar en el punto que técnicamente lo estrangulaba a sangre fría. El estrangulamiento se hizo totalmente grave en el momento que se podía distinguir a Austin en un matiz colorado.

A el joven se le notaba el sufrimiento y su desentendimiento sobre lo que el hombre le reprochaba, ya que todo el dolor del cuerpo se lo impedía. El joven solo intentaba que lo soltara, pero a Ada Terri no le intereso. Comenzó a faltarle el aire y sentía unas grandes manos sobre su frágil cuello que dificultaban su respiración natural.

Ada Terri imposibilitaba el pase de aire hasta un punto que ya no pudo respirar más y así matando al joven Austin, el joven dueño del hotel la bella turinesa, el cual tenía toda una bella vida que vivir.

Huí del hombre al que en el ambiente afectivo lo hacía llamar mi amigo e intente escapar en mi auto lo más rápido que pude, estaba desesperado y angustiado, estuve presente en un asesinato a sangre fría y de alguna u otra forma, también formo parte del crimen, por eso vengo a usted Sr. Metri, a confesarle todo lo que se y lo que viví… Austin me llamaba su tío Celestino, lo defraude, no supe cuidar como se debe de mi, ahora fallecido sobrino.

El detective había escuchado el relato del hombre con mucha atención. Tenía delante de él al testigo de un reciente y doloroso crimen, el cual podría ser resuelto ahora mismo y no pensaba perder más tiempo del que ya lo había hecho.

Muchas gracias por la información, ahora necesito que me todos los datos que sepa sobre el hombre en cuestión, si es posible ahora, ya que podría huir del país o demás. -Dijo serio el detective.

Sí, tengo miedo de mi mismo, mi propio amigo es un asesino, bueno… amigo entre comillas,  tranquilamente pudo haber hecho lo mismo conmigo, pude haber muerto en cualquier momento, claro que le daré toda la información que sea posible. -Alarmadamente responde el tío Celestino.

Primero que nada, quería agregar que actuó el rencor, Ada Terri había sido despedido de su empleo algunas semanas antes, trabajaba en el hotel La Bella Turinesa… -El tío Celestino comenzó a  desplegar sus ideas sobre el asesinato y luego a dar direcciones y teléfonos en los que se podría encontrar al culpable.

Sr. Metri comenzó a buscar rápidamente los papeles en los cuales debería escribir toda la información fresca sobre el caso en el que la gente es prisionera del rencor… A las pocas horas de completar la información necesaria se comenzó la búsqueda de Ada Terri, la cual fue rápida. Él nunca imagino que su amigo lo podría delatar, pero el Tío Celestino tampoco nunca creyó que Ada Terri, su amigo, podría cometer algo tan grave… 

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