La Carta

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Querido Antonio:

Espero que hayas recibido esto a tiempo, espero que no te hayas atrevido a abrir la herencia que te ha dejado tu abuelo. Me queda tan poco tiempo, Antonio. Realmente espero que puedas leer estas instrucciones antes de que sea demasiado tarde.

No debes abrir el paquete que te ha llegado bajo ninguna circunstancia, destrúyelo en cuanto lo tengas en tu poder. Si llegas a abrirlo, contáctame de inmediato y aclararé todas tus dudas mi amado Antonio, mi nieto más querido.

Este horrible paquete ha pasado de generación en generación a todos los Arellano, paso a tu abuelo, José Diego, quien tuvo la terrible imprudencia de abrirlo y dejarme viuda demasiado pronto.

Su nombres es Catrina, un nombre tan hermoso como maldito. Espero que nunca tengas la desgracia de contemplarla. Espero que la vida me permita permanecer un rato más en este mundo para poder contestar todas las preguntas que tengas. En caso contrario, todo lo que necesitas saber se encuentra en tus memorias. Solo tienes que recordar aquel cuento de terror que les contaba a ti y a tus hermanas a escondidas de tu madre. Te quiero mucho, Antonio. 

Atentamente. María del Carmen de Arellano. 

La carta resbaló de mis dedos temblorosos. Oculté la cara entre mis manos. Quería esconderme de mi propia debilidad, pero sobretodo, quería esconderme de aquellos bellos ojos que me miraban sin parpadear.

Estaba temblando y los ojos me ardían con la desesperada urgencia de llorar a gritos. La carta no había llegado a tiempo, se había perdido y la había recibido aquel mismo día. “Lo siento, abuela” pensé, con frustración e impotencia, “es demasiado tarde, Catrina está aquí.”

CatrinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora