Toman el ascensor y suben al piso 12, donde estaba el taller con todos los abrigos, era un taller vanguardista amplio y atractivo, ahí ya no había ninguno de los trabajadores y él comienza a mostrarle todos y cada uno de los abrigos de las marcas con las que trabajaban, y así le muestra un Dior, Channel, Valentino, Balenciaga y entre abrigo y abrigo ella quita el suyo y lo deja caer al piso dejando al descubierto aquel vestido rojo Valentino de escote pronunciado, ajustado a su maravillosa silueta lo mira a él y le dice:
-Hace tanto calor acá que creo que ya no necesito un abrigo.
Fabrissio extasiado con la figura de Valentina la mira de pies a cabeza y fue inevitable para él contener aquella erección, tenía un trasero perfecto y par de senos provocativos dignos de pensamientos impuros, ella era el símbolo del pecado y la lujuria salvaje. Ella le dice:
-A ver colócame el Dior, ese luce con mi vestido ¿no te parece?
Él un tanto descolocado víctima de una erección instantánea le dice:
-Tienes buen ojo para la moda.
Se coloca detrás de ella y le coloca el abrigo y al colocarle las manos sobre los brazos ella voltea a su lado y nuevamente ve su anillo de casado ella coloca sus manos sobre las de él y las roza sutil y descaradamente, él sintió sus manos tan suaves y su perfume era un Carolina Herrera él se acerca más ella y poco a poco va bajando sus manos hasta sus senos y ella entre cierra sus ojos y se recuesta sobre su pecho y hombro, dejando al descubierto su cuello gesto indirecto para una acción directa, besarla.
Él colocó sus labios y su nariz en su cuello y sintió su olor y ella sintió aquella respiración tan profunda que la incitó a dejar caer el abrigo. Y ya no había nada para que ella no pudiera darse cuenta lo que estaba pasando entre las piernas de Fabrissio, él se recostó sobre ella aún de espaldas a él y ella pudo sentirlo ahí excitado ni más ni más lo que había comenzado como una distracción con café derramado ahora continuaba con erecciones y placer descarado.
Ella lo sintió y le gustaba lo que sentía, lo acercaba más a sus nalgas, se retorcía sobre él y él sólo perdido entre su perfume y sus pechos su manos ya eran víctimas de la locura, la tocaba con aquella sensación de haber tocado una muñeca de porcelana, con delicadeza y mucha fuerza para sostenerla.
Poco a poco fue besando su cuello y así pasando centímetro a centímetro por la nuca hasta llegar a su espalda, eran besos sutiles húmedos y delicados, rozaba su lengua con su piel, la miraba, la olía y así llegó hasta el cierre de su vestido, lo bajó y fue creando todo un camino de besos hasta el final de su vestido. Lo bajó todo y ahí estaba ella con el vestido en el piso bajo una lencería negra sexy, de encaje rojo como si hubiese estado preparada para tal ocasión perversa. Ella se voltea y lo mira colocándose su larga cabellera para la espalda, ella lo besa y lo toma por la corbata para pegarlo contra su cuerpo ahora de frente a él, él suelta una media sonrisa de esas perversas, de esas que comienzan dulces y sólo insinúan sexo y placer, ella le quita el saco, quita su corbata y ahí estaba él en medio de una camisa blanca ajustada que le remarcaba su abdomen y aquellos bíceps, él le dice:
-¿Quieres vendar mis ojos?
Y ella le dice:
-No, quiero que disfrutes todo lo que estás viendo, quiero que me veas, y goces cada parte de mi cuerpo. Y quiero mirarte mientras me miras con cara de deseo, con deseo de hambre de que soy tu plato favorito.
Y así ella lo empuja hasta el sofá lo sienta ahí y le quita la camisa mientras él abre su pantalón y ella le dice:
-No lo hagas, quiero hacerlo yo.
...
Continuará
...
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Un Encuentro Afortunado en París
AcakRelato Erótico que narra la fantasía sexual de Valentina, una joven latina atractiva de veintitantos que está en búsqueda de aventuras en aquella ciudad parisina, la ciudad del amor y los amantes.