Sentimientos paralelos (Draco Malfoy, Fred Weasley y tú)

Capítulo 59.- Regreso a casa

El día de las vacaciones finalmente había llegado, __________ preparaba su baúl y en el guardaba todas sus pertenencias con la ilusión de no volver jamás a esa escuela. Las últimas dos semanas había tenido que asistir a clases con la amenaza de que si no lo hacía tendría que repetir el grado por no tener los créditos necesarios y eso era válido tanto en Beauxbatons como en Hogwarts, así que, de mala gana, había ido a cada una de ellas. Con ello, se vinieron los peores días de su estancia en ese lugar, Isabelle ahora tenía varias amigas salidas de la nada que se dedicaban a empujar a la ex-Hogwardiana por los pasillos, poniéndole en diversas ocasiones el pie o de manera descarada le arrebataban sus cosas y las tiraban al piso.

Todo aquello estaba poniendo de mal humor a la joven, pero para evitar cualquier tipo de problemas, estaba siendo lo más paciente posible. Ya le habían prometido que volvería a su escuela y no se daría el lujo de cometer errores que le retrasaran esa promesa sólo por poner en su lugar a un grupo de niñas inmaduras que no iba a volver a ver en su vida -o al menos eso esperaba-.

Por otro lado, Dylan no le estaba ayudando mucho al respecto, cada vez se acercaba más a ella e Isabelle veía eso, provocando más celos y por lo tanto más ataques hacia ella, afortunadamente, eso se terminaba hoy. 

Metió a Artemis en su jaula y la colocó sobre el baúl, echando un último vistazo a su habitación; definitivamente no la extrañaría por muy individual que ésta fuera. Cogió su varita y lanzó un encantamiento a sus cosas, las cuales comenzaron a seguirle a sus espaldas. Una vez en el pasillo, ignoró a todo aquel que aún hablaba tonterías sobre ella y mantuvo la barbilla en alto, caminando con toda elegancia, demostrando que era un hueso duro de roer y que sería difícil sacarla de sus casillas. Dylan apareció por uno de los pasillos y caminó a su lado.

—Lárgate. No sé qué te hace creer que puedes hablarme. — Dijo de forma inmediata cuando lo vio. Su simple presencia le hacia sentir incómoda.

—Bueno, yo esperaba que fuera así luego del favor que te hice. Pero veo que eres bastante amargada. — __________ ignoró aquello y continuó caminando con el chico pisándole los talones. —Además, no creas que te estoy siguiendo o que quiero hablarte. Voy a la misma dirección que tú. —

—¿Vendrá tu mami por ti, chico rudo? Pensé que los magos mayores de edad ya podían transportarse sin pedir permiso. — Respondió ella con sarcasmo, sin inmutarse a mirarlo ni siquiera de reojo. Él esbozó una sonrisa divertida.

—En realidad hablaba de forma literal. Voy a la misma dirección que tú, la mansión Malfoy. — La chica se detuvo en seco y lo miró incrédula. ¿Él que tenía que hacer en la mansión Malfoy? Arqueó ambas cejas, demostrando su completo desacuerdo.

—¿Y cuál es tu propósito? Ahí estará mi prometido ¿sabes? No podrás estarme rondando. — Aquello no lo había dicho en serio, no del todo. Pero de algún modo quería dejarle en claro que cualquier movimiento raro provocaría que ella consiguiera a toda costa que le rompieran el cuello. 

—Lamento destruir tu ego, pero tengo asuntos que atender ahí. Asuntos más importantes que coquetear contigo. — Él había sujetado el mentón de ________, acercándose mucho a su rostro. Ella tomó la muñeca de Dylan y alejó su mano con un empujón. El chico sonrió. —Aunque no descartes que en la noche quiera darme una vuelta por tu habitación. — Finalizó con un guiño.  

—Eres un cerdo. — Expresó asqueada y continuó su camino, sin dignarse a mirarlo nuevamente o a decir algo más. Sabía que él encontraría la forma de hacerla sentir vulnerable y no era lo que quería.

Llegando a la entrada del colegio visualizó dos cabelleras rubias y una pelirroja, aquello le causó un saltó en el estómago, teniendo que recordarle a su cerebro que aquel cabello naranja era de Tracey y no de algún Weasley. Respiró hondo y cuando estuvo lo suficientemente cerca para verles las facciones a cada uno de los presentes, corrió en dirección a los brazos de su amiga, quien se aferró a ella con gran fuerza.