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  Sintió que su pulso se aceleraba mientras esperaba a que se desvistiera. Con un torso tan increíble como el suyo, el resto de su cuerpo tenía que ser igual de asombroso, estaba segura. Cuando finalmente se bajó los vaqueros para revelar sus largas y musculosas piernas, le encantó descubrir que tenía razón. Pero tan fascinada como lo estaba con sus piernas bien tonificadas, fue el considerable bulto en la parte delantera de los boxer lo que captó su atención, y se quedó sin aliento cuando su dura polla por fin apareció.

Estaba mucho mejor dotado que cualquier otro tipo con el que había estado antes, y mientras lo observaba ponerse un condón que tomó del bolsillo de sus pantalones, sólo pudo imaginarse cuan glorioso iba a sentirse dentro de ella. Su coño latió con anticipación. Iba a descubrirlo muy pronto.

Se le ocurrió entonces a Malena que probablemente debería elogiar su cuerpo como él lo había hecho con el suyo, pero antes de poder abrir su boca, Benedict ya se encontraba junto a ella en el suelo. Obviamente no quería perder más tiempo. Eso estaba bien por ella. Habría tiempo para halagos más tarde.

Apoyando sus brazos a cada lado de su cabeza, él se posicionó entre sus muslos, luego inclinó la cabeza y cubrió su boca con la suya. Ella envolvió los brazos alrededor de su cuello, un gemido escapó de sus labios cuando sintió la cabeza de su polla presionándose contra su entrada. Esperaba que la penetrara de inmediato, pero, en cambio, se deslizó provocativamente hacia arriba y abajo recorriendo los suaves labios exteriores. Ella gimió contra su boca otra vez, impaciente por tenerlo dentro.

Benedict debió interpretar lo que quería, porque reposicionó la cabeza de su eje contra la apertura de su coño y lentamente se acomodó en su interior.

Malena se quedó sin aliento mientras la penetraba. Su miembro la llenaba de manera tan perfecta y completa que era como si él estuviera hecho para ella.

Por encima de ella, Benedict gimió con voz ronca.

—Dios, estás tan apretada.

Ella lo envolvió con sus piernas, llevándolo aún más profundo.

—Eso es algo bueno, ¿verdad?

Él hizo un sonido que fue entre risa y gemido.

—Eso es algo muy bueno.

—Entonces fóllame— le ordenó suavemente.

Ella se sonrojó ante su propio descaro.

Normalmente no hablaba sucio en la cama, pero el posar desnuda para las fotos, había sacado a relucir su chica mala interior. Aunque a Benedict no pareció importarle. De hecho, por la sonrisa que tiraba de la esquina de su boca cuando comenzó a mover las caderas, ella sospechó que a él probablemente le gustó.

Él la embistió lentamente, deslizándose fuera hasta que sólo la cabeza de su polla estaba en su coño, luego se enterró profundo en su interior otra vez hasta que tocó su centro. Ella apretó sus piernas más fuerte a su alrededor, jalándolo hacia dentro tanto como pudo, jadeó cuando su eje estiro su concha aún más. Benedict bajó la cabeza y enterró el rostro en su cuello, besando la piel sensible de ese lugar mientras bombeaba dentro y fuera.

Estaba tan cerca de correrse, que no le habría importado si él aceleraba el ritmo en ese momento. Trató de instarlo a ir más rápido acercándolo con sus talones descalzos, pero se rehusó a obedecer. En cambio, continuó con su ritmo lento y constante, manteniéndola al borde del orgasmo.

Ella se preguntó si él sabía lo que le estaba haciendo, pero por la mirada en sus ojos, pudo darse cuenta que disfrutaba volviéndola loca. Entonces, justo cuando creyó que enloquecería de placer, él se retiró y se sentó sobre sus talones.

—Quiero que me montes— dijo con voz ronca, tomando su mano e instándola a levantarse.

Mientras Benedict rodó sobre su espalda, Malena se colocó obedientemente a horcajadas entre sus caderas y con cuidado se sentó sobre su polla. Contuvo el aliento cuando llenó su coño por completo una vez más, saboreando la sensación de tenerlo en su interior. Él seguramente quiso cambiar de posición porque se encontraba tan cerca de correrse como ella.

Inclinándose hacia delante, puso sus manos en su torso y lentamente comenzó a montarlo, subiendo y bajando. El movimiento condujo a su eje profundamente dentro de ella con cada embiste y gimió de placer. Había planeado ir lento y suave, provocándolo como lo había hecho con ella, pero él la agarró del culo con ambas manos, haciendo que se moviera más rápido. Dios, era tan excitante cuando un hombre se hacía cargo de ese modo durante el sexo.

Recordando de forma abrupta la cámara, lanzó una mirada hacia el monitor y observó con asombro cuán increíblemente caliente lucían los dos juntos. La cámara los había capturado justo cuando ella iba a tomarlo en su interior de nuevo, con su miembro a punto de sumergirse en su coño y sus fuertes manos afirmando sus nalgas.

Se volvió hacia Benedict para ver que éste tenía una sonrisa tirando de su boca.

—Caliente, ¿ah?

Sus labios se curvaron en una sonrisa. —Muy caliente.

Reclinándose hacia delante, deslizó las manos por su cabello y lo besó. Él gimió en contra de su boca y apretó el agarre de su culo, moviéndola arriba y abajo mientras bombeaba sus caderas. El movimiento acompasado envió a su eje más y más profundo con cada embiste. Con él haciéndose cargo del ritmo, todo lo que ella tuvo que hacer fue entregarse al placer y disfrutar del viaje.

—Más rápido— exigió Malena en contra de su boca. —¡Fóllame más rápido!

Benedict obedeció, empujando dentro de ella con tanta fuerza que seguramente hubiera brincado fuera de él si no la hubiera tenido bien afirmada. Su coño se contrajo alrededor de su polla, indicando el inminente orgasmo, y arrastró su boca lejos de la de Benedict

—Oh sí, justo así— lo instó. —No te detengas. ¡Por favor, no te detengas!

—No lo haré— le prometió, con su profunda y ronca voz en el oído mientras bombeaba de su interior. —. Córrete para mí, nena. Córrete para mí.

Esas palabras fue todo lo que se necesitó para enviar a Malena sobre el borde. Aferrándose a sus hombros, ella dejó salir un grito de éxtasis lo suficientemente fuerte como para que toda la ciudad de Seattle lo escuchara. Benedict hizo un sonido propio, gimiendo profundamente por su garganta mientras alcanzaba su propio clímax.

Cuando su orgasmo finalmente cedió, Malena se deslizó fuera de él y colapsó sobre su pecho, jadeando en busca de aire.

—Eso fue asombroso.

Él pasó su brazo por sobre su cintura, abrazándola.

—Sí, lo fue.

Ellos yacieron ahí en silencio por un momento, los latidos de Benedict sincronizados con los de ella mientras sus respiraciones se normalizaban. A lo lejos, pudo oír los clicks que emitía la cámara.
Sonrió ante el pensamiento de las fotos triple X, pero frunció el ceño cuando se preguntó si era algo de lo que Benedict hacía un hábito. Mientras no estaba segura de querer saber la respuesta, no pudo contener su curiosidad. Alzó la cabeza de su hombro considerándolo con cuidado.

—Así que, ¿te acuestas con todas las mujeres a las que fotografías?

—Eres la primera.

¿Qué más había esperado que dijera? Aún así, las palabras la complacieron y sonrió.

—Buena respuesta.

Él levantó la mano para acariciar su cabello y alejarlo de su rostro.

—Sólo estoy siendo honesto. Nunca he querido hacer algo como eso con ninguna otra mujer a la que he fotografiado.

Había una sinceridad en sus ojos  que hizo que Malena le creyera y volvió a acurrucarse sobre él. No pudo evitar sentirse mareada. Eso hacía que lo que acababan de compartir fuera incluso más especial.

Mientras yacía con la cabeza sobre su torso, disfrutando la calidez de ese pensamiento, miró hacia abajo y se percató que Benedict se había quitado el condón. ¿Cuándo diablos lo había hecho? Mientras pensaba en ello, también notó que su polla comenzaba a endurecerse otra vez  

El Fotógrafo (Benedict Cumberbatch) [ADAPTADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora