¿Volvía a sentir lo mismo?

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-Nota mental: no volver a ir con los hermanos de compras si no llevo una correa- dije en voz alta para que estos me oyeran mientras soltaba todas las bolsas y me sentaba en el sofá.

-Anda calla, si te encanta hacer el cabra con nosotros- reprochó Fletcher sacándome la lengua.

Menuda mañanita que me habían dado, estos dos eran peor que las chicas. Nada más entrar al centro comercial comenzaron a correr de tienda en tienda probandose cosas y haciéndose fotos. Además aluciné con cómo las chicas se les acercaban a pesar de su temprana edad. Flirteaban con ellos mientras yo me hacía un poco la despistada para no cortarles el royo claro. Son jóvenes, y aunque demasiado, deberían disfrutarlo ya que ellos tienen la oportunidad. Sinceramente me sentía un poco celosa de su clara atracción.

Los chicos se fueron a trastear con la ropa nueva que, todo hay que decirlo, me había costado un dineral y mientras yo me quedé tirada en el sofá.

-Cleo, ¿qué vas a hacer de cenar?- preguntó Thomas a lo lejos.

-¡Pero tendrás morro! ¡Si os acabo de invitar a comer!- lo que me recordó que se supone que yo había quedado con el grupo para despedir a Michael, pero no podía ir, tenía a los chicos en casa.

Cogí el teléfono y llamé a Michael que descolgó tras el tercer toque.

-Ei Cleo, ¿como te encuentras preciosa?

-Bastante bien, pero oye lo siento, no voy a poder ir a la quedada de hoy.

-¿Que? ¿Pero por que no?

-Tengo a los gemelos en casa.

-¿Y eso?

-No quería que estuvieran más tiempo allí.

-Te entiendo, pero joder, no se, que se vengan.

-No Mike, no les vas a invitar también a ellos.- si ya de por sí odiaba que me invitaran a las cosas no estaba dispuesta a que invitaran a más gente por mi culpa.

-Joe Cleo, y no se... ¿no podemos ir a tu casa aunque sea?- la verdad es que la idea me pareció bastante buena.

-Si claro, ¿por qué no?

-Pero te advierto que somos bastantes, porque he invitado también a Niall y a Louis- aunque no entendía muy bien que le había llevado a invitarlos me parecía bien, eran buena compañía.

-No hay problema, abriré la mesa grande. ¿A las seis?

-A las seis te veo- tras esto colgó.

Dieron las cinco y yo me puse a recoger un poco toda la casa mientras los chicos rondaban de habitación en habitación. Abrí la mesa grande, puse el gran mantel y algo de picar encima, no tenía gran cosa, pero si patatas y chocolate, a mogollón, y eso era lo que le gustaba a Michael, que era el que se iba, así que...

La hora pasó rápida y cinco minutos antes de lo esperado llamaron a la puerta y abrí.

-Ya está aquí el más guapo de todos- dijo Michael abrazandome. Como iba a echar de menos esos comentarios suyos.

-¿Y dónde está?- pregunté haciéndome la graciosa.

-Eres tonta- me dijo sacándome la lengua

-¿Quién ha llegado?- preguntaron los gemelos al unísono mientras venían hacia nosotros.

-Es Michael chicos- dije haciendo pasar a Mike.

-Eh enanos chocad esos cinco- les dijo él extendiendo sus manos y haciendo que ambos niños le chocaran con sonoras palmadas. Luego se acercó a mi y me besó la mejilla -¿Cómo te encuentras?- preguntó dándome un fuerte abrazo que poco a poco me iba dejando sin respiración.

Cambio radicalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora