8. Maravilla Inexplorada.

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No fue muy difícil convencer a Elizabeth que me dejara salir, porque después de todo ella quiere mucho a Rebecca. Suele decir que es como la hija que nunca tuvo y todas esas cosas cursis que de mi boca no sale. Se conocieron por los celos de Rebecca, pero claro estaba que Elizabeth no sabía que era por celos, más bien le escribió por otra razón —Para preguntar por Penny. Indirectamente— que hoy en día está olvidad en el pasado, y más porque Rebecca dijo que ya no quiere que me acerque a Penny por miedo a perderme de algún modo. Pero pensar eso es algo tonto, pues Penny no me amó, no me ama, y no me amará. Fue muy clara en decirme que fui su sujeto de pruebas. ¿ya no es suficiente dolor pensar en eso? Mi relación más bonita y todo eso cayó por la borda del vacío. Éramos, simplemente, jóvenes que se desconocían el uno del otro, y creyendo que un amor es para toda la vida. Pero no chicos. pongan los pies sobre la tierra; a veces la vida tienen otros planes para ti. Planes que al comienzo te parecerán una completa mierda, pero después quedarás fascinado.
    Llegué al colegio lo más presentable posible, y esta vez no olvide el perfume. Planeé todo a las doce de la noche, porque no podía dormir debido a la emoción. Era la primera vez que salía con una chica después de clases y pensar en eso provocaba soñara con los ojos abiertos.
    —¿De donde viene ese olor? —Phil y yo caminábamos por los pasillos.
    —¿Qué olor?
    —Es un olor como... ¿Menta?
    Por supuesto, era yo. Pero el perfume que usé no era mío, era de Mr. James Thómas lo agarré mientras el estaba en la ducha. Vertí un poco de él en un envase de otro perfume llamado Boss Bottled night de Hugo Boss. La fragancia aun estaba en la botella, pero bueno, de los tantos perfumes que tenía Mr. James, escogí el que no era tan... relevante.
    —¡Cual!
    —Lacoste Booster —contesté
    —¿Y porque no lo usa tú crees que no lo quiera?
    —Pues no tengo ni idea —empujé con delicadeza a un pequeño— Sabes que casi no conozco a ese hombre.
    —Pues, debo informarte que el precio de ese perfume no es como para comprarlo cada semana, tal vez por eso no lo usa. Quizás sólo lo usa para ocasiones especiales.
    Nos sentamos en una de las mesas cerca de la cafetería.
    Tenía razón sobre lo de ocasiones especiales, pero Elizabeth me cubrió. Ella me encontró en el acto del crimen y me ayudó a vertír un poco del perfume, porque después de todo ella ama a Rebecca como ya lo dije. Cree que ella me desconecta de lo malo de mi vida, más bien creo que se refiere a que hace que olvide que ellos dos se gritan mucho a cada instante. Son como esos perros o gatos que ni siquiera pueden mirarse sin pelearse.
    —¡Hey! —Mr. James Thómas salió de la ducha— ¿cómo así estás aquí paule?
    —Eh... Nada relevante. —contesté.    
    Mr. James se acercó a mi y dejé la botella en la cómoda sin levantar sospecha. 
    —Paule... Siento que tú y yo estamos muy desconectados —Puso su mano en mi hombro y luego me condujo a sentarnos en la cama mientras Elizabeth contemplaba el acontecimiento, que de seguro pensó que era un acontecimiento de reconciliación, pero qué equivocada estaba— Y quiero proponerte algo... ¿qué tal si este fin de semana salimos a hacer algo junto a tus hermanos?
    —Oh, claro. ¿Cómo esa vez que te pedimos que nos llevaras al cine?, Voy a citarte lo que contestaste. Cito: Este fin de semana los llevo —Me puse en pie— y luego llegaste supuestamente cansado, o posiblemente ebrio. El punto es que nosotros ya estábamos vestidos para ir al cine, pero desgraciadamente dices cosas que no cumples —me acerqué a la comoda nuevamente y agarré el perfume— ahora si me disculpan agarraré mi celular y me retiraré.
    Estoy seguro de que Mr. James Thomas no sospecho nada en ningún momento, pero Elizabeth si estaba decepcionada. Lo siento, en este mundo no hay un genio de la lámpara mágica, y no somos Aladino; mejor no pidamos deseos casi imposibles de conceder.
    Fue un día demasiado largo y toda la elegancia con la que había llegado se esfumó después del receso. Pero como no se iba a esfumar si Phil ya me tenía desesperado con sus consejos amorosos, y entre ratos quería sacarle la verdad a Randall sobre su familia, pero Randall tiene argumentos bastante creíbles.
    —Mi madre murió a inicios del años pasado. Los niños que ven en la foto son primos cercanos. Y el hombre que ven ahí no es mi padre, es mi hermano. Claro, tiene cara de viejo, pero ¿apoco mi madre no tiene el rostro más envejecido que el de él?—se pasó el dorso de la muñeca por la nariz— yo nací después... Recuerden que mis padres tenían problemas matrimoniales.
    Phil aún no estaba convencido, pero hizo su última pregunta.
    —¿Qué me dices de la publicación de San Valentine de Xavier en el muro de Facebook de tu madre?
    —¿Qué tiene de malo? Xavier quiso poner algo lindo. Creo que buscó esa frase en un libro de poesía cuyo nombre no recuerdo.
    Phil parecía que quería explotar del enojo, pero tuve que intervenir.
    —Olvidemos ese asunto... Hay que vivir el presente.
    Los dos me miraron con unas sonrisas picaras.
    —Claro, porque tú tienes una cita con una de las chicas más...—Randall buscaba la palabra menos ofensiva— Bueno, con una de las chicas que tiene mejor cuerpo de esta institución, ¡Galanazo!
    —¡Buen Mozo!
    Bueno, el momento había llegado y yo ya estaba lleno de consejos de Randall, de Phil, de Alexia, de Jasper, de Maryse... y... bueno, esos son todos.
    Al terminar la jornada salimos juntos y caminamos sin rumbo alguno. No había un lugar especifico al cual ir, sólo nos dejábamos llevar por el viento. Dudé una y otra vez en agarrar su mano, estaba como WALL·E cuando quiere agarrar la mano de EVA, pero al final si ella realmente me quiere no tiene motivo alguno para decirme que no agarre su mano, aparte porque eso hacen los enamorados, ¿verdad?
    Era una tarde maravillosa, porque en el cielo habían muchas nubes que podían tapar el sol y había un ambiente muy cálido y nada caluroso
    —Vaya, este cementerio no está casi nada lejos del colegio.
    —Por eso dicen que en el colegio hay fantasmas —Sonreía.
    —Sí, mi hermano una vez me habló sobre eso, pero yo aún era un bebé.
    Ja, Ja, Ja. Rebecca se reía.
    —¿y ya eres todo un hombre? —me soltó la mano y me dio un manotazo en una nalga.
    Me sobre salté un par de segundos. Eso era nuevo. ¿es normal eso de dar manotazos en una nalga?, ¿qué no eran los hombres los que hacían eso?, vaya atrevimiento, pero eso no significa algo grave.
    —¿qué? no me digas que eso te dolió.
    —No, nada de eso... Es sólo que ninguna mujer me había hecho eso nunca.
    Cruzamos una calle.
    —Bueno, entonces ya tiene mi nombre marcado ahí —me volvió a agarrar la mano— Ahora si quieres desquitarte, pues adelante.
    Mi corazón se detuvo un momento. Luego reaccioné.
    —¿Qué, hablas en serio?
    —¿Por qué he de mentir? —Tenía el rostro completamente serio— Y tranquilo, a mi tampoco me han dado una de esas.
    Una parte de mí sí quería hacerlo, pero la otra pensaba que era una falta de respeto hacía ella... Yo no soy una persona atrevida, y menos con una mujer. De todas formas estábamos a la vista de todo el mundo, y a mi parecer eso se ve completamente mal.
    Finalmente me limité a responder.
    —Pero hay muchas personas presentes ¿no crees que sería vergonzoso?
    —Ah, entonces eso es lo que te molesta —su sonrisa esta vez era más siniestra— Mira. Ahí hay un parque vacío ¡Vamos a los columpios!
    Rebecca corrió hacia el parque, y a decir verdad era la primera vez que actuaba de esa manera tan alegre, por lo general siempre pasa con una actitud demasiado madura y seria. Desde ya sabía que algo no iba bien.
    Ella se sentó en uno de los columpios del parque, que contenía unos árboles inmensos y bastante admirables. Simplemente hermoso. Era un lugar perfecto para estar, y por eso me terminé sentando en uno de los columpios para disfrutar de esa belleza.
    —Paule...
    —Dime
    —Sé por lo que estás pasando en tu casa —se columpiaba más despacio y pateaba rocas— La señora Elizabeth me contó sobre tu comportamiento.
    —¿Elizabeth? un momento... ¿Todo lo que estás haciendo es por Elizabeth? —dejé columpiarme— De seguro te doy lastima.
    —Oye no. Tú realmente me gustas, es por eso que hago estas cosas. Quiero que seas feliz... y conmigo sobre todo.
    Me levanté del columpio y me senté en uno de los asientos que el parque ofrecía.
    El silencio de este lugar es abrumador.
    Aun no creía en las palabras de Rebecca... Para mí esto se trataba de un complot organizado por Elizabeth, la psicóloga Grace y Rebecca. Tal vez Randall y Phil son participantes de él también. Tal vez, sí me afectan esos gritos en mi casa; Tal vez, sí me molestan las mentiras de Mr. James Thomas; Tal vez, sí me fastidia que él este ahí... Pero sobre todo... Me fastidia que tenga otra familia a la cual le dedicó más tiempo de el que me dedicó a mí o a Rubén.
    Rebecca se sentó junto a mí y me agarró las manos.
    —Te prometo que estarás bien.
    Me soltó las manos y me abrazó... Luego nuestros rostros estaban muy cerca el uno del otro...
    —Oye... tranquilo —Hablaba casi susurrando— Puedes poner tus manos en mis caderas si gustas...
    Y lo hice sin pensarlo. Ya teníamos nuestros labios tan cerca que podía sentir como Rebecca respiraba por la boca, estaba igual de nerviosa como yo, pero la diferencia era que yo nunca he dado un beso y con ella iba a ser el primero y más importante... Y entonces sucedió. Sus labios y los míos se juntaron por primera vez. Todo lo que estaba sintiendo en aquel momento era inexplicable, sólo sentía mi corazón latir como nunca lo había hecho. Con ese beso ella se lleva la mayor parte de mí.

Singular Delirio 2: Las Mentiras Más Bellas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora