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Las gotas de agua chocaban débilmente contra mi rostro, el aire entraba por mis fosas nasales inundándolas y transportaba un aire que helaba parcialmente mis  pulmones, ya tenia los pies cansados y mojados debido a la caminata que había decidido iniciar hacia ya 2 horas. 

Delante de mí se encontraba un viejo bar, la curiosidad hizo que mis pies se movieran al interior, con una esperanza de algo mágico. En el interior podías observar  libros recubiertos de polvo con la apariencia de que hacía mucho tiempo que nadie había cogido ninguno, las mesas marrones oscuros mostraban ciertos garabatos que jóvenes anteriormente habían pintado, el olor del café caliente inundaba mis fosas nasales y lentamente me fui acercando a la barra , donde me esperaba un señor con pelo blanco y arugas en la piel, su mirada choco con la mía y con una sonrisa pregunto tranquilamente – hijo ¿ qué le sirvo?.  Mi respuesta fue la de siempre – un café con leche , por favor.  Me senté en una de esas mesas del rincón donde hacía mucho que ningún joven se había sentado y  espere paciente a que mi café llegara, durante ese periodo de tiempo mi mirada recorrió el lugar topándome con imágenes de enamorados besándose, madres abrazando a hijas y no fue hasta la tercera foto que no observe un joven de uno 25 años sujetando un fusil con un traje  militar, mis ojos siguieron distintas  hileras de imágenes en las cuales se iba contando poco a poco el transcurso de una guerra devastadora, en los momentos que mi imaginación me trasladaba a los momentos de esas fotos mi café llego y con una sonrisa se lo agradecí,  rompí el sobre que contenía azúcar y lentamente la fui echando en mi café , observando como cada grano caía y se hundía posteriormente , luego removiendo con mi cuchara observe el remolino que causaba una cuchara tan pequeña.

En esos momentos la puerta se abrió de golpe dejando que entrara una muchacha bajita con la cabeza tapada con una capucha negra empapada al igual que su oscuro cabello, escuche su risa y observe su prisa al dirigirse hacia la barra y pedir un café americano. Había algo en esa chica, no podía dejar de observar cada  movimiento que realizaba. Se  dirigió a una mesa del bar la cual se encontraba al lado de una chimenea pequeñita con una lumbre que calentaba el sitio, se quitó tranquilamente la chaqueta mojada y se movió  el pelo de la cara y me miro, su  mirada choco con la mía y  ahí estabas cariño con el rostro empapado, con las pecas mas marcadas con la nariz teñida parcialmente de un rosado causado por el frio, una boca roja , el pelo negro pegado aun en tu cara y esos ojos cariño esos ojos esmeralda mirándome. No me reconociste, te sentaste y sacaste  una libreta donde empezaste rápidamente a escribir.

A mí se me callo el mundo a los pies, te había buscado durante tanto tiempo, había perseguido tu sombra y tu recuerdo cada noche que me despertaba solo y oía tu risa. ¿tanto había pasado que ya no te acordabas de mí?, yo aún recordaba tu olor, tu blanca piel, tu cara al dormir y esa manera tan rara que tenías al comer. Habían pasado cinco años y tú te mostrabas ante mi cambiada, pues ya no se encontraba esa mirada de niña que tanto envidiaba yo.

Te observe tomar café a sorbo , vi  como escribías en el cuaderno , siempre fuiste la poeta de los dos, me fije en la manera que mirabas el fuego de vez en cuando fascinada de las formas que realizaba,  volví a sentir ese cosquilleo que me causabas antes de vernos, sentí otra vez todo eso que causabas en mi. Recordaba nuestra primera cita, a la cual llegue un minuto tarde y ahí te encontrabas tu mirando al horizonte con los cascos puestos, como  ahora, recuerdo como sonreíste al verme llegar y como te levantaste rápidamente a saludarme, fuimos caminado hasta que te lleve a un bar , parecido a este, y nos sentamos a hablar y tu no dejabas de contarme historias de nuestro pueblo, de tu familia y de ti , no sé cuánto tiempo pasaría  solo me quedaba mirándote y escuchándote fascinado, después de ese café fuimos a dar un paseo donde tu por sorpresa me abrazaste y me hiciste reír, recuerdo todo el paseo y también recuerdo el momento de la despedida.

Causaste un cambio en mi ser, enamoraste mi alma, sigo mirándote mientras tu escribes con los cascos puestos escuchando una de tus canciones a piano favoritas, esas que yo llegue a amar tanto. No entiendo por qué después de tanto tiempo as aparecido ahora si te necesite tantas veces antes. No sé qué hacía tan especial  este momento no se por qué nuevamente  mi corazón se había disparado. Pero ahí estábamos tu en tus escritos y yo observándote.

Te terminaste el café, dejaste unas monedas recogiste y te fuiste. Me dejaste solo.

TUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora