35. El club juvenil de los desahuciados.

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Edificio del Compromiso, 22 de Marzo. 12:22 am.

    «Dime que seguiremos hablando...»
    Si las cosas van mal recuerda que siempre se pueden poner peor. No importa cuantas ganas tengas de huir de la realidad, no importa cuantas mentiras tengas que usar para salir victorioso, recuerda que tarde o temprano todo lo que ocultas bajo tu sonrisa, bajo tu mirada, bajo tus gestos, bajo todo, absolutamente todo, saldrá a la luz. Tus secretos sólo podrán estar a salvo si miras al suelo y cierras la boca.
   Shhh... En secreto todo está mejor.
    ¿Qué es lo que sabemos del dolor? decimos que es un sentimiento, pero es más que eso. El dolor sentimental no existe físicamente, solo es nuestro sistema nervioso avisándonos que tenemos una herida, una herida en algún lugar y tenemos que curarnos o simplemente cubrir la herida, aunque la herida no se cure rápidamente, aunque el proceso lleve horas, días o años. Todo es mental.
    Por lo general las personas somos malas, aunque alguien quiera contra decirme, pero sólo toma asiento y trata de recordar las cosas malas que has hecho o simplemente las atrocidades que han pasado por tu mente, todos esos malos pensamientos. También puedes pensar en el mal de otras personas, que sé yo, asesinos, violadores, ladrones, etc. ¿Ves?, nadie es lo absolutamente noble y bondadoso. Entonces, sabiendo ya que hay maldad en el mundo ¿a quién vas a confesarle tus grandes secretos? y no, nuestros hermanos o padres no cuentan. Quiero decir, hay que tener cuidado con lo que confesamos. Y tú, ¿qué es lo que estás ocultado? Dime, ¿Valdrá la pena ocultarlo o prefieres que el mundo se entere? Cierra la boca y continua tu maldito camino si no quieres ser juzgado por personas incompetentes que lo único que buscan es tirarte al suelo y aplastar tu rostro contra el lodo.
    Esa persona que te hace daño tiene secretos y dicen mentiras. Tus padres pueden guardar varios secretos y decirte mentiras, tu amigo, amiga, novio o novia, todos mentimos, ¿y cuan correcto es mentir? Anda, ve a preguntarle eso a tus padres o a tus abuelos, de seguro te saldrán con los diez mandamientos de Moisés. 
    Agarré un Cóctel de menta que tenía en mi mesa y caminé hasta el pasillo donde también habían alumnos del Hylening. De echo habían muchas parejas hablando en voz baja, y se veía tan dramático, era como si nunca más se fueran a ver las caras.
    Nunca más...
    Había una pequeña mesa con unos asientos frente a un vidrio que ofrecía una vista preciosa a la ciudad. Me senté. Bebí. Miré una vez más la ciudad y entre la oscuridad que se hace presente más allá de las luces de las casa pude notar el reflejo de mi rostro.
    Tranquilo, este es el final. Este es el fin.

Antonie Hylening, 3 Octubre. 10:39 am.
    —¿Ahora comeremos juntos —Kerstin se sentó en mi mesa junto a Alice.
    Me agrada tener compañía, pero aún no estoy seguro de si este nuevo club al que pertenezco sea el correcto. Cada persona que pasa deja su mirada pegada en nosotros, como si se tratase de algo realmente insólito.
    —Yo no como —Contesté y me derrumbe en mi asiento.
    —Yo tampoco como, y lo sabes —Alice apoyó su cabeza en la mesa.
    —Ustedes se lo pierden —Kerstin se puso de pie y caminó hasta la cafetería.
    Alice parecía un cadáver, como si hubiera recibido un disparo en los sesos y su cuerpo moribundo cayó en la mesa. Seguramente debe estar pensando en Randall, como yo pienso en Rebecca, deseando que de algún modo todo lo acontecido tenga una solución que no sea simplemente un perdóname, porque lo que hizo no tiene ni el perdón de Dios. No sé si realmente Rebecca y Donald lo hicieron, pero no creo que Donlad la lleve al baño para enseñarle como billa su pulserita en la oscuridad, ¡No!, eso sería realmente estúpido. En mi cabeza aparece la imagen de una Rebecca sin falda ni calzón y un Donald con los pantalones y el bóxer abajo. Sus cuerpos están demasiado apegados, ni siquiera se rozan. El encuentro sexual también puedo visualizarlo como si yo hubiera estado presente, y estoy seguro de que no fue el primero y no será el último encuentro.
    Rebecca fue tan maldita, le escribió a Elizabeth para decirle que no ama y no quiere tener un romance con su hijo, pero que aceptaría una amistad y yo estaba de acuerdo.
    —Hijo, tu debes entender que a veces las cosas no son como uno quisiera que fuese, simplemente son como tienen que ser.
    En otras palabras, me dio a entender que todos formamos parte de una mediocre presentación de títeres. Estamos amarrados y sin la posibilidad de movernos por cuenta propia, no podemos ir a la izquierda porque nuestro camino es hacia la derecha. No podemos tener a quien queremos, pero tenemos que conformarnos con lo que nos toque. Me parece tan injusto lo que sucede, pero está bien, no podemos alterar esa física sobrenatural porque nadie la entiende y no está cien por ciento comprobado porque no hay fundamentos que lo justifiquen. 
    Sí, seguramente ya me gané el odio de muchos de ustedes, pero no los estoy obligando a seguir mis pasos y seguir mis creencias, ustedes son libres de digerir lo que gusten.
    Kerstin comía unos Snacks y Alice seguía con la cabeza en la mesa. La miré.
    —Tranquilo, ella siempre hace eso. Es como cuando una perra finge estar muerta.
    —Púdrete —dijo Alice como si tuviera pereza.
    —Por cierto Paule, ya sé la verdad —se limpió las manos.
    —¿Qué verdad? —me acomodé en mi asiento.
    —Sabes de lo que hablo —se acercó más a mí— No te hagas el tonto.
    Kerstin sujetó con firmeza mi brazo izquierdo y alzó la manga de mi abrigo dejando expuestas mis cortadas. Alice finalmente decidió alzar la cabeza y separó a Kerstin de mí.
    —Eres una mierda, te dije que aquí no —Alice se cruzó de brazos— Lo siento Paul...
    —Por favor, ya todos saben que tenemos algún tipo de desorden mental —Kerstin miró a su derecha— Oye, niño —Logró agarrar a un niño y lo puso frente a nosotros— ¿Te parece que somos personas normales?
    —Y-Yo... —Tartamudea el mocoso.
    —Lo que imaginaba. Lárgate —Empujó al niño y este se fue sin nada que decir— Alice, acéptalo, nosotras no somos nadie, y no somos normales.
    —Yo lo acepto, pero te eshtoy hablando de Paule, para él aún esto es un secreto.
    —Sí, sí. Lo dices porque te está empezando a gustar —Me miró.
    Alice se había puesto tan roja que agachó la cabeza y se miró los dedos.  
    Kerstin continuó mirandome y se alzó bruscamente las mangas de su abrigo dejando a simple vista sus muñecas con cicatrices de cortadas.
    —¿Eres como nosotras o aun tienes miedo?  —me apuñalaba con su mirada— Aún puedes irte y quedarte... ¿Ese es Randall?
    En efecto, era él hablando con el profesor de ingles. Me levanté del asiento pero la fría y delgada mano de Alice me agarró.
    —¿Crees que él esh realmente tu amigo? —se levantó— Puedesh quedarte aquí con nosotrash, o bien conmigo porque Kershtin por lo general está dándole una oportunidad al amor. 
    —No lo sé... Randall es mi amigo.
    —Randall no es tu amigo —dijo ella en tono sereno— Cuando hace sush bromas nunca quiere caer solo, por eso shiempre están en problemas los tresh —enmudeció— Al menos dime si estarásh conmigo cuando te necesite. Dime si seguiremos hablando aunque él esté aquí...

Singular Delirio 2: Las Mentiras Más Bellas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora