Capítulo 32. -Chiqui.

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Visualicemos al pelinegro de gafas, saliendo lentamente de su escondite con su amigo algo confundido detrás de él.

-No puedo creer que se esté comiendo dos dulces al mismo tiempo. -Dijo Alex negando con la cabeza, a lo que el chico volteó a mirarlo en forma de reproche por su comentario. -Sólo digo. -Alzó las manos excusándose.

-Yo soy el que no puede creerlo. -Dijo entre dientes, notablemente afectado por lo que había visto.

Se aproximó a la puerta de la casa de Guillermo y Samuel para tocar.

A su mente sólo llegaban interrogantes y rabia. Quería intentar no pensar en eso, pero es que no podía.

"¿Qué será lo que harán allá adentro?"

"¿Será que de verdad tiene algo con ella?"

"Y yo que me sentía mal por mirarlo con otros ojos aún cuando tiene novia. Parece que a él eso no le importa. "

"¿Pero por qué ella?" Aunque la verdadera cuestión en la mente de Mangel era "¿Por qué no yo?"

Detestaba estar pensando en tonterías cuando Rubén debía estar pasándolo de lo lindo. Bien, que estaba seguro de que tal vez estaba un poco celoso. Pero era normal ¿No?

Ni siquiera se había dado cuenta cuando la puerta había sido abierta por Samuel.

Hizo lo que pudo para sonreír, todo eso le parecía una idiotez. Se supone que Rubén podía hacer lo que quisiese con su vida.

-¡Vegettita! -Alex fue el primero en saludar animosamente dándole un abrazo amistoso al chico, el cual llevaba algún tiempo sin ver. -¿Dónde está Willy? -Preguntó.

-Está en medio de un directo ahora mismo. -Respondió. -Mangel, hola, estás como ido chaval ¿Pasa algo?

El pelinegro negó con la cabeza volviendo al planeta tierra intentando ignorar lo que estuviese sucediendo en el departamento de al lado.

Entre tanto allá, una chica rubia se sentaba en posición de indio en el suelo con una caja que sacó del armario, invitando a su amigo a ver. Éste le hizo caso y se sentó con curiosidad por lo que le mostraría.

-Me dijiste que te gustaban los gatos. -Ryan tenía que sacar de su cabeza la idea absurda de que iba a sacar un gato disecado de aquella caja. No conocía muy bien a Sabrina, bien podía ser una loca. -Yo tenía uno, pero ya no está conmigo y esta es la única forma de sentir que aún lo tengo.

El noruego abrió los ojos con exageración al escuchar eso y de pronto la idea del gato disecado ya no parecía tan absurda.

-¡No es necesario! -Exclamó antes de que ella abriera la caja. -Confío en que era un lindo gato. -Quiso cortar de una vez con la incómoda situación.

-Pero yo quería mostrártelo Ryan. -Insistió la chica algo extrañada por el comportamiento de su amigo.

-Yo respeto tus gustos, pero no creo que sean los míos. -Se explicó levantándose.

-No te estoy entendiendo nada ¿Le tienes una fobia extraña a las cajas llenas de fotografías? -Preguntó ella de forma sarcástica haciéndole ver al rubio lo tonto que estaba actuando en ese momento.

Los Gemelos DoblasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora