Después de ese día ambos se evitaban, él llegaba tarde y ella se encerraba en su habitación todo el tiempo que podía, la situación era insostenible por más que trataban a ninguno le salía dar el paso.
Era necesario que hablaran había una celebración donde ambos debían ir y comportarse como esposos, Así que sin más se dirigió a su habitación y entro sin tocar, ella se sobresaltó no esperaba que nadie entrará.
— ¿No sabes tocar? Es mi habitación por lo menos deberías respetar eso. — Con su cara de molestia Alejandra se levantó y lo encaro con los brazos cruzados.
— No voy a tocar en mi propia casa Alejandra, date por bien servida eliges donde dormir — La mirada de Juan Pablo no transmitía nada pero estaba molesto ella no quiso compartir habitación y después de lo que paso lo menos que le debía era que ella eligiera pero si por él fuera la tuviera en su cama todas las noches.
— Claro, es mucho pedir. — ella seguía con la misma postura.
— Tengo las mismas ganas de verte que las tuyas de verme a mí. — ahora era el quién se cruzaba de brazos, ambos tenía una guerra de poder.
— ¿Me puedes decir a qué has venido? — Pregunta con molestia Alejandra.
— Mañana saldremos temprano, así que a las Nueve, te quiero lista para partir. — la reacción de Alejandra fue de sonreír de manera irónica.
— ¿Y para donde se supone que deba ir contigo? — no sabía de qué iba todo aquello pero por alguna razón no le agradaba la idea.
— Dentro de dos días tenemos un evento donde debes acompañarme y mañana vamos a comprar los trajes y me imagino que querrás hacerte algo. — No tenía ganas de discutir con ella.
— ¿Hacerme algo? — pregunto algo confundida.
— Si, estilista, manicurista, hasta un masajista, quizás logres relajarte — el muy desgraciado se estaba burlando de ella.
— No necesito nada de eso, pues, no iré a ninguna parte contigo, ni mañana, ni pasado. — con determinación vuelve a sentarse en la cama.
— Creo que aún no has entendido de que va todo esto, tú en esta casa puedes hacer lo que quiera pero cuando yo te requiera, tienes que estar, no voy a discutir contigo algo que ya sabias que pasaría. — Alejandra sabía que volvía a tentar su suerte y la última vez no le fue nada bien.
— Haré lo que tú digas pero ahora me puedes dejar sola, por favor. —Cuando termino de hablar se le quebró la voz eso le dio a entender que todo esto la llenaba de impotencia.
— No me hagas esperar mañana. — Alejandra solo se limitó a asentir.
Juan Pablo salió cerrando la puerta con fuerza, era impresionante la capacidad que tenía esa mujer para sacarlo de sus casillas, últimamente sentía la necesidad de acerca pero simplemente ella estaba a la defensiva.
Cuando llego a la sala se sirvió un vaso de whisky y se sentó a pensar en lo sucedido, así paso un buen rato hasta que sintió que el licor estaba surtiendo efecto no quería emborracharse, ella estaba allí.
Salió de la habitación para ir a preparar la cena deseando que Juan Pablo se haya ido pero esos deseos se fueron en cuanto lo vio acostado en el sofá con un brazo en la cara, paso por su lado e ingreso en la cocina.
El la sintió, sintió sus pasos y sintió su aroma al pasar, era tan único que sus neuronas se activaban siempre que la tenía cerca.
— ¿Alejandra podemos hablar un momento? — dice Juan Pablo enderezándose en el mueble.