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  ¿Pero, qué era todo esto?

Él movió la mano desde su boca y la puso sobre su muslo. La tibieza de esa mano cerca de su centro la atormentaba tan intensamente que todo lo que pudo hacer para controlarse fue retorcerse en el asiento.

- ¿Sr. Stan? –Ella susurro- ¿Qué está sucediendo?

- Sin hablar. –Sebastian frotó su oreja con la boca y ella tembló.- Después de ser mi empleada todo este tiempo Srta. Anna, debería saber que espero que mis órdenes sean seguidas sin preguntas.

Anna separo sus labios para discutirle pero él coloco un dedo sobre sus labios y murmuró - Silencio, cariño- él cogió la rosa y el bolso de noche de su apretado agarre. – Planeo hacerte pagar por provocarme todos estos años Anna, incluso si no fue intencionalmente. Y creo que vas a disfrutar lo que tengo en mente para nosotros dos.

Ella hizo un sonido de asombro y se giró hacia su voz, aun sabiendo que no podría verlo o ¿provocarlo?

- Oh, si. –él la tomó por los hombros y la movió para que quedara de frente a él tanto como fuera posible sobre el asiento de la limo. Gentilmente extendió sus manos y lentamente comenzó a acariciar sus muñecas antes de atarlas con otro trozo de satín.- ¿Acaso pensaste que nunca noté la forma en que mirabas? ¿La forma en que te humedecías el labio inferior cuando me traías archivos para aprobarlos?

Anna hizo otro sonido, esta vez en protesta, pero él simplemente la giró dejándola ahora reclinada sobre el respaldo del lujoso asiento de cuero con sus manos atadas sobre su regazo. Ella sintió la limo girar y se preguntó dónde él la estaba llevando.

- Tanto como te deseaba, no había nada que pudiera hacer mientras yo fuera tu jefe. –Sus manos ahuecaron los pechos de Anna a través del satín y ella gimió.- Pero ahora intento tenerte, Srta. Anna

Confusión e impresión cruzaron por sus venas, por el pensamiento de Sebastian deseándola todo éste tiempo de la misma forma que ella lo deseaba a él. Había creído que había sido muy cuidadosa en esconder su anhelo por él, pero aparentemente lo había hecho demasiado evidente.

- Sebastian - ella susurro, pero él puso nuevamente una mano sobre sus labios.

- Este es mi momento cariño. –Deslizando la mano desde su boca, bajándola por su garganta a su escote.

Anna suspiro y arqueo su espalda, ofreciéndose-le. Él podría tenerla de cualquier manera que la quisiera y entre antes, mejor. Su braguita estaba empapada y ella podía sentir sus jugos desliándose por sus muslos.

Ella lo sintió tomar aire suavemente, tiró hacia abajo el frente de su vestido junto con el sostén y sus pechos saltaron liberándose sobre las manos de él.

- Maravillosos –él murmuró- tan adorables como tantas veces los soñé. –Y luego ella sintió su calido aliento abanicando la suave piel de sus pechos.- Si, el pago será muy placentero.

¡Oh, señor! Ella no seria capaz de soportar mucho mas de este pago si ésta era una indicación de cómo él intentaba que ella se lo pagara. Que sentimiento increíblemente erótico era ser atada, vendada y estar totalmente a merced de Sebastian

Sebastian empujó sus pechos hacia arriba y Anna gimió nuevamente cuando su lengua circulo lentamente un pezón. Su lengua era caliente y húmeda y la leve barba sobre su cara era áspera contra su delicada piel. Ella sintió el roce del suave cabello sobre sus pechos y luego él se movió hacia su otro pecho, otorgándole la misma atención que al primero.

Lo sintió tragar un rasposo aliento cuando se alejó.

- Recuéstate sobre tu espalda Anna, -le ordenó al mismo tiempo que la giraba sobre el asiento.

Su corazón salto por la excitación ¿Acaso él iba a tomarla ahora...así?

Cuando ella dudo, él dijo – ¿Preferirías que bajara el vidrio y tener a mi chofer observando mientras disfruto de tus placeres?

El pensamiento de ser observada era de alguna forma excitante pero definitivamente no le apetecía y pensaba que a Sebastian en realidad tampoco. Pero aun así, ella se movió tan rápido como pudo y con su ayuda ella estuvo sobre su espalda, sus manos atadas en frente a ella, sus rodillas dobladas y el vestido subido hasta sus caderas.

La limo ronroneó mientras hacia su camino a través de L.A. Dónde, ella no lo sabía y ahora mismo tampoco le importaba. Todo lo que importaba era el hombre que estaba separando sus muslos con sus grandes manos, exponiéndola al cálido aire y a su mirada.

El gruño y ella sintió el roce de sus nudillos sobre los labios de su coño.

- Ya estas mojada e hinchada para mí...

Anna sintió sonrojarse completamente con una combinación de vergüenza y deseo. Ella deseaba poder verlo, que le fuera permitido hablarle, poder tocarlo. Aunque al mismo tiempo ella disfrutaba lo que él estaba haciéndole y deseaba todo lo que él pudiera darle.

El p*ne de Sebastian dolía tan intensamente por deslizarse dentro de su pequeña hechicera y follarla hasta que ella gritara con su liberación. Cuan fácil seria tomarla, él sabía que ella lo deseaba con igual intensidad.

Había estado instantáneamente atraído por Anna en el momento que la había entrevistado para el puesto de asistente administrativa en Stan Music Record. La había contratado por su extensa experiencia y sus impecables referencias. El hecho que la deseaba, jamás entro en la ecuación. Él tenía estrictas reglas sobre fraternizar con empleados y eso lo incluía a él.

Anna era una asistente increíblemente eficiente, firme y en control con clientes y proveedores. En lo que respectaba a su trabajo con Sebastian, ella era igualmente profesional pero tendía a evitar su mirada, bajando la vista y robando miradas cuando pensaba que él no estaba observando.

Pero Sebastian había mantenido un ojo en ella, siempre anhelándola. Él nunca había estado satisfecho con ninguna otra mujer desde que conoció a Anna Había comenzado a apreciar su ingenio, su devoción por sus amigos, su sonrisa.

Ella estaba hecha para él.

Y ahora él tenía que sentirla, tenía que probar su dulce coño. Con lentos y deliberados movimientos movió sus bragas fuera del camino con una mano y resbaló un dedo de su otra mano, dentro de su caliente centro.

Anna gritó y levantó sus caderas hacia él mientras él follaba su coño con su dedo, los nudillos golpeando contra sus hinchados pliegues y clítoris. El dolor de su pe*ne aumentó en masivas proporciones pero se concentró en el placer de Anna. Cuando sus piernas comenzaron a temblar y él la sintió cerca del clímax, se retiró de su empapado canal.

- No, mi pequeña provocadora. Tú no te correrás...todavía. –Deslizo su dedo dentro de su boca, probando los jugos de ella e inhalando su esencia. Él cerró sus ojos como si saboreara el más fino de los vinos, el sabor, el aroma.- Eres deliciosa, -él murmuró.

En la suave iluminación de la limo, él vio sus mejilla sonrojarse. Su expresión era una de placer y excitación y algo de incertidumbre. Una vez más él sintió su deseo de ser dominada, de entregarle el control de su deseo a él. Ella se estaba entregando voluntariamente a él en todos los sentidos y él intentaba realizar sus fantasías...realizar la fantasías de ambos.

- Tengo un par de reglas que me gustaría que siguieras esta noche. –retiró, desde un compartimento en la limo, un dispositivo altamente sospechoso que era de un tamaño cercano al de una delgada caja de fósforos. Tenia un pequeño broche por la parte de atrás, tan sutil que apenas podía ser visto.- No te corras sin mi permiso. –Él deslizó el dispositivo dentro de sus bragas contra su clítoris y lo abrochó al húmedo material.

- ¿Estás de acuerdo Anna que si tu no te contienes serás castigada? – Preguntó mientras alcanzó su bolsillo.- Te prometo que disfrutarás cada minuto de esto.

Ella asintió lentamente y su voz vibró, -Si.

- Bien. –Sebastian sonrió mientras su mano encontraba el control remoto y presionaba el botón "On".  

Failed Sweet - AdaptadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora