1

27 1 0
                                    

Una iba como si fuese un bebé, sentada dentro del carro vacío de la compra. La otra, como si fuese su madre, empujando el vehículo por el pasillo de los dulces. Pero de echo, ni una era el bebé ni la otra la madre.
Sin embargo, la madre de la que parecía un bebé estaba en algún otro pasillo del supermercado buscando eso que le decía la lista de la compra que faltaba en casa.
- Vamos, ¡ve más rápido! - Suplicaba la castaña con un lazo en la cabeza, que era la misma que parecía una bebé.

La que la acompañaba era más alta (aunque no mayor que ella), y su pelo no era castaño, si no rubio. Ella, en vez de un lazo en la cabeza, llevaba una gorra con la palabra "Bo$$" en la parte delantera. La pobre ahora estaba cansada, porqué estar corriendo de arriba a abajo en el supermercado, empujando un carro como si fuese un patinete en los que supuestamente va la compra, y que además dentro iba una adolescente no era algo muy relajante.

-Mila, descansemos.- Pedía la rubia intentando tomar aire.

La castaña no le hizo caso, así que de todas formas siguieron avanzando aunque al menos sin correr por la escasa energía de la rubia.

La del lazo escuchó un chillido agudo que venía de parte de la que parecía su madre, quien empezaba a correr está vez en dirección al pasillo de la música. Una vez estuvo cerca del pasadizo, la que vestía de rosa (que resultaba ser la castaña) notó como el carro ya no estaba controlado,ahora avanzaba solo y no a una baja velocidad, cada vez más cerca de los estantes. Cuando pensaba que se iba a estrellar, un cuerpo se interpuso entre ella y la estantería de en frente. Ese cuerpo gruñó, provocando que la castaña que antes estaba feliz como un crío que ve a su madre después de un tiempo, ahora estaba espantada como un crío al que le van a quitar su caramelo.

Levantó la cabeza con la intención de disculparse, encontrándose con una bonita chica. Una chica que parecía​ haber llevado su ropa a una mina de carbón, ensuciandola al máximo hasta oscurecerla al negro. Almenos, a diferencia de su ropa, sus ojos eran verdes, cosa que provocó que la del lazo tuviera la mandíbula al suelo. Era hermosa a decir verdad.

Un chasquido y la chica de ojos especiales ya no estaba allí. Ahora estaba la de la gorra. Resulta que se había quedado embobada y las vistas de ahora no eran lo mismo, por lo que la buscó con la mirada.

-Mierda, Dinah- Murmuró al no encontrarla.

-¿Qué?- Dinah, que ahora que ya sabemos su nombre no tenemos que decir que es la misma de la gorra, acababa de llegar y no había visto la chica de negro.

-La chica...

-¿Qué chica?

La castaña sacudió la cabeza.

-Es igual- Acabó diciendo, saliendo de su trance. - ¿Dónde fuiste?

En respuesta, Dinah levantó su mano ocupada, mostrando un disco de Beyoncé.

-Tuve que ir a por él, Mila. - Al ver de qué iba su repentina desaparición, suspiró.

-Preferiste a Beyoncé antes que a mi. - Se quejó la del lazo entrecerrando los ojos.

-Siempre la preferiré a ella antes que a tí.

Ahora dejaron de hacer el tonto con el carro y lo llevaban en la mano, paseando por el supermercado sin rumbo hasta que al ir a cruzar un pasillo Mila paró en seco, dejando su mandíbula caer de nuevo ante las vistas.

-Dinah, mira. - Susurró la del lazo señalado a la chica pelinegra, la de la gorra asomando la cabeza para verla.

-WoW... - murmuró la más alta sorprendida por la belleza de la observada.

-Mía. - dijo con la intención de que su amiga no pensara quitarla, pensando que la de los ojos verdes llegara a querer estar con ella.

- Esta muy buena, Mila. Incluso yo siendo hetero me la...

- Mía. - Repitió.

Entonces un chico se acercó a ella sonriente, apoyándose sobre su hombro mirando el papel que llevaba la morena en las manos, señalando un lugar de este.

-Mierda Dinah. Tiene pareja.

-No es como para extrañarse...
Un rato más tarde, la madre de la que anteriormente parecía un bebé llegó a ellas con el carro lleno hasta arriba, avisándoles​ de que era el momento de irse.

Media hora más tarde llegaron a casa de la castaña, empezando el fin de semana juntas pasando los días entre películas, paseos por el parque, comida, series, juegos de mesa, fotografías con el móvil... Ningún momento parándose a pensar en que a cada momento estaban más cerca del lunes y en qué deberían hacer algunos debes.

Hasta que el lunes llegó como de normal; con prisas en casa de la del lazo, envidiando a su hermana por poder dormir una hora más que ellas, llegando al instituto corriendo bajo la lluvia que empezaba a caer.

El día pasó como todos los lunes: con ellas y otros compañeros haciendo los deberes con prisas antes de que los profesores les pidieran que mostraran lo que hicieron durante el fin de semana, ganándose algún que otro negativo de esos profesor​es que fueron más rápidos que ellas. Y, después de lo que para ellas pareció medio siglo, la primera jornada de la semana terminó, creando un cúmulo de gente por los pasillos que salían con prisas del centro mientras que otros estudiantes iban a un ritmo más pausado y más tranquilo.

Eran las dos y media y el hambre consumía sus estómagos, por lo que se fueron a un bar cercano para comer algo rápido. Camila se comía una pizza entera mientras Dinah un plato de poyo con patatas, aunque intentaba quitarle algún cacho a su amiga.

Cuando terminaron hicieron bajar la comida de camino a un edificio no muy alto, un poco apartado del centro de la ciudad que tenía un diseño medio nuevo; paredes lisas pintadas de vainilla bastante limpias. Las puertas por las que entraron eran de cristal forrado, que hacía que el limpio interior con el suelo de gres cerámico gris y los muebles de madera de castaño no se vieran desde el exterior. La señora de recepción las saludó por educación aunque estaba centrada en la pantalla del ordenador (Seguramente estaba viendo porno). Ellas tampoco le hicieron mucho caso y entraron por una puerta de un marrón oscuro con decisión, pero al escuchar una voz rasposa venir del fondo de la sala frenaron. No veían quién era, estaban escondidas tras una columna sin tan solo asomarse, pero estaban seguras que era una chica. Pero paró de cantar cuando la de la gorra sin querer tosió, haciendo que su amiga la pegara flojo por parar ese estupendo sonido. Dinah y Camila escucharon las cremalleras de alguna maleta abrirse y más tarde unos pasos que no duraron mucho.

I'm Not Like You - CAMRENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora