Sodomizame [Chrisberto]

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--Bueno Alberto, ya nos vamos--decía Rocío llamando mi atención.David, Jp y ella serían invitados especiales en un evento que se celebraría en Barcelona y tardarían semana y media en volver--Cuida la casa e intenta no quemar nada--me recordaba entre risas para luego darme un breve abrazo.

Por fuera yo sonreía, pero por dentro mi mente abusaba de mi habilidad para fantasear.Una semana y media. Lancé al aire una sonrisa, ladeada y disimulada.

--Vale, vete tranquila que no va a pasar nada--me despedía de ellos al ver a Jp subir al asiento del conductor.

Cerré la puerta de la calle y respiré hondo.Cogí el celular y marqué.

--¿Si?--preguntó una voz ronca. Me mordí el labio inferior al comprobar como era capaz de engrosar su tono bajo el melodioso sonido natural de sus cuerdas vocales.

--Se han ido.

--Tengo que terminar un proyecto pero en cuanto acabe voy para allá--respondió, y su mueca lasciva me fue casi perceptible.

Me tiré en el sofá, satisfecho de saber que bajo su obligación moral de ser responsable se moría por dejarlo todo, azotar la puerta principal de su casa y venir. Le conocía lo suficiente, tanto como para ser capaz de verle crujir sus dedos con nerviosismo frente a su computadora, aguardando que su vídeo se exportase. No veía el momento de escuchar el chirrido de mi puerta.

Las consecuencias de mi propia perversión serían un terrible dolor por todo el cuerpo y un cansancio espantoso, pero merecía la pena con tal de saciarme, con tal de saciarle. El sexo era lo único importante, y en ello eramos los mejores.

Yo era débil, pero él lo era aún más. Y por su ansiedad le atacaba.

Las horas pasaban lentas y en ocasiones parecía que la aguja del reloj apenas se movía. No mentiría al decir su ausencia se me hacia eterna.

Recurrir a la autoestimulación me costaría un grave castigo según nuestras normas, pero estaba demasiado excitado como para parar a pensar en las consecuencias que acarrearía mi desobediencia.

Gemía su nombre una y otra vez, pues no estaba para azotarme por no dirigirme a él como amo. Soñé despierto como sus dedos y sus ásperas manos recorrían la piel sensible de mi costado, descendiendo con delirante pausa hasta mi propia mano. Su aliento caliente, acariciando mi oído y su lengua mimando mi cuello.

El aliento regresó a mis pulmones al saborear mi primer orgasmo. Agitado, me dejé caer en el sofá recobrandoa consciencia cuando pude escuchar como sonaba el timbre, lo que me obligó a limpiarlo todo y abrir, encontrándome con él.

Sonrió y, actuando como si las cámaras estuviesen encendidas, nos abrazamos.

Nuestro juego macabro solo se daba en la noche, cuando todo estaba en silencio y podíamos disfrutar a escondidas del mejor de los placeres carnales.

Le dejé pasar y trabajamos el resto de la tarde sin comentar nada en relación a nuestro secreto. Revisamos las redes sociales, los comentarios de lo vídeos y debatimos ideas, manteniendo sereana a la calentura.

Como si nunca se diese en nosotros aquel desenfreno.

Miles de edits y menciones sobre  aquello que la gente llamaba "chrisberto" llegaban a nuestras cuentas de twitter, instagram, facebook y hasta en youtube. En las pantallas los fans veían cortinas teñidas de negro que les impedía comprender el retorcido juego en el que decidimos participar, ya que para ellos eramos humorista y cantante, amigos con una profesión en común.

Nada más.

--Espero con ansisas a que llegue esta noche--sus palabras eran mera superficialidad, sus actos hablaban solos. Me recorría con la mirada, sonriendo con sadismo. En ocasiones me preguntaba que pensarían los demás de esa faceta tan escondida que sutilmente me mostraba cuando las miras curiosas nos perseguían.

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