Epílogo

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Canción: Meghan Trainor ft Jhon Legend- Like I'm gonna lose you


" Ahora respiró y me recupero, qué mucho me ha costado vestirme con turo y sombrero. Y siento qué el viento ya me da en la cara, qué puedo pensar en un mañana"

Varios meses después.

Aquí estoy, pensando en cada instante, cada paso dado antes de esto, cada lágrima derramada.
Los momentos difíciles, instantes en los qué inclusive dudé de la eficacia de Dios, pero heme aquí... De pie a pesar de todo.

Ahora respiró y me recupero, mucho me ha costado llegar hasta aquí. Ver mi reflejo en él espejo y saber qué puedo dejar qué el viento me dé en la cara, qué puedo ir soñando en qué viene mañana... Porqué cada paso valió la pena, cada desilusión, cada lágrima. Sólo eran pequeñas pruebas para probarme, para saber sí soy frágil y sí lo soy. Y eso es lo qué me hace diferente.

Observó mí reflejo en él espejo, Nalia está a mí espalda con una gran sonrisa, mí madre está a mí lado con los ojos llorosos.

— Arruinarás todo el trabajo de la maquillista.— Susurró mirándola por el rabillo del ojo.

— Estás hermosa. — Sonrió a mí madre al escucharla, observa su reflejo en él espejo y luego me sonríe.

— Aún no puedo creer qué te vallas a casar primero que yo.— Masculló Nalia con una sonrisa.

— Me creés si te digo qué yo tampoco lo creó — Reímos juntas.

Éstos últimos meses fueron difíciles para todos, según me ha contado Bruno estuve más de una semana inconsciente; Después de desmayarme por la pérdida de sangre, llegó el señor Alessandro junto a la policía y una ambulancia.
La herida fue bastante profunda pero no lo suficiente como para acabar conmigo, Dios no lo permitió.

Lamentable Eric no corrió con la misma suerte, Snake le disparó a quema ropa en el pecho, murió a los minutos de recibir el impacto. Sí lloré, lloré al saberle muerto. Hasta cierto punto me culpé por ello, su amor hacia mi se convirtió en una obsesión letal, nunca imaginé qué llegaría tan lejos y en parte yo lo había arrimado hasta ello. Me costó, pero lo entendí. Nadie puede obligarte a amar, cuando permites qué los malos sentimientos opaquen los buenos cometes idioteces en nombre del amor, cruzas los límites, te olvidas de vivir por ti. Dejando qué él amor te mate.
Amores que matan, no son amores... Son obsesiones y debes retirarte a tiempo antes de que sea demasiado tarde.

No sé si las historias las escriben aquellos qué ganan siempre, pero si tendría qué escribir mí historia lo haría empezando por el final.
Mis últimos momentos de agonía, en dónde me sentía morir y lo único que deseaba ver antes de ello era a él, a Bruno. Cuando desperté en él hospital lo encontré a los pies de mí cama, sosteniendo mi mano.



Mí vestido de novia era hermoso, era ajustado arriba. Suerto de la cintura hacia a bajo estilo princesa, ya saben qué soy una romántica sin control.
Papá tomó mi brazo, uniéndole al suyo, nunca en mí vida me había sentido tan nerviosa, todos mis nervios desaparecieron en cuánto entramos a la iglesia y lo vi. Se veía hermoso en esmoquin y lo mejor era qué ese Dios griego era mío, sólo mío.

Llegamos al final, papá le tendió mi mano susurrándole algo. Sólo alcance a escuchar algo sobré un bate...

— Estás. — Me observó de arriba hacia a bajo. — Increíble cara.

Sonreí sin poder evitarlo, quería besarlo. De hecho me acerque pero la voz del sacerdote me interrumpió.

— Éstos jóvenes de hoy en día. — Masculló el sacerdote poniendo los ojos en blanco, Bruno y yo reímos junto a todos nuestros invitados. — Iniciemos..

Dos años después

— Dilo, Sam

— Bruno, dejala en paz es una bebé.

— Dilo... Pa- pa.

Puse los ojos en blanco mientas reía, Samantha nuestra pequeña bebé de tan sólo once meses. Se había convertido en el delirio de nuestros ojos, para mí mala suerte era demasiada parecida a su padre, sus ojos, su pelo, todo en ella era igual a Bruno.

Él estaba obsesionado con qué Sam dijiera papá, a veces cuando llegábamos de la oficina, porqué aún trabajamos juntos a diferencia de qué  ahora soy su mano derecha y él la mía. El mejor equipo de abogados de la ciudad, según dicen nuestros colegas.

Hace unos días Sam empezó a balbucear papá, desde entonces Bruno está apegado a ella con su celular en grabadora esperando a que Sam lo diga. Quiere mostrárselo a toda la familia en nuestro próximo almuerzo.  El último fin de semana de cada mes nos reunimos todos, mis padres, el señor Alessandro y Nalia junto a su prometido Diego, además de nuestro nuevo amigo desde hace dos años, Snake.

Cargué a Sam para llevarla a su cuna, había quedado dormida en los brazos de su padre qué también estaba dormido.

La deposité en la cuna, la observé dormir unos minutos. Se veía tan hermosa y angelical así, sin duda alguna nunca me cansaría de verla.

Sentí unas manos rodear mi cintura, volteé encontrándome a mí esposo con una sonrisa pícara. Se acercó más cerrando el espacio entre nuestros labios con un beso. Me besó con ferocidad haciéndome casi desmayarme.

— Vamos a la cama.— Susurró bajando lentamente el cierre de mi vestido, dejándome en ropa interior.

— Encantada. — Respondí entre jadeos. Me cargó en brazos sin despegar sus labios de los míos, estábamos a punto de salir de la habitación pero nos detuvimos.

— Pa.. P..a.— Samantha estaba parada en la cuna mirándonos con una sonrisa angelical, Bruno me bajó en seguida.

— Joder.— Maldijo rebuscando en sus bolsillos.— ¿ Dónde está mí jodido teléfono?.— Caminó hasta Sam.— Bien amor, papá va a buscar su móvil. Cuando regresé lo dirás para qué yo lo grabe.

Reí abiertamente al escucharle, Bruno salió corriendo de la habitación. Busqué mi vestido, gracias al cielo qué aún no tenía raciocinio de lo contrario no saldría a la calle de la vergüenza.
Me acerqué a la cuna, encontrándome a Sam rendida otra vez. A los segundos entró Bruno con su móvil en la mano.

— Ups.— Susurré señalando la cuna.

— No jodas.— Se acercó hasta Sam comprobando qué dormía placenteramente. Volvió su mirada a mi. — ¿ En qué estábamos?.

— Vamos a nuestra habitación. — Mordí mí labio inferior, se acercó para besarme. Me tomó en brazos sacandome fuera de la habitación.

Atravesamos la puerta de nuestra habitación sin dejar de besarnos, cada beso era más desesperante qué el otro. Cada caricia era aún mejor qué la otra. Nuestros cuerpos unidos, nuestros labios sincronizados, cada parte de uno unida a la del otro.
Desde qué nos vimos por primera vez en el aeropuerto lo supimos, no era sólo atracción o pasión, era algo más. Ese algo qué nos hacía seguir intentándolo, ese algo qué nos unía, ese algo qué cambió nuestras vidas... Ese algo es amor, ese amor qué cada día crece más, ese amor qué luchó contra nosotros mismos, qué sobrevivió al dolor y a los problemas, ese amor qué nos hace pertenecemos el uno al otro...

ŦiŃ.

😢😢😢😢😭😭😭😭😭😭😭
I ❤ Bruno.

¿Qué pensaron?, qué mataría a Fara y dejaría a Bruno desdichado, lo pensé, pero no. Lo amo demasiado como para hecerle eso.

Gracias por llegar hasta aquí, ya casi llegamos a las 500 lecturas🙈🙈👍.

Gracias, gracias y gracias mis amores, papá Dios les bendiga. Los amo.

AMORES QUE MATAN ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora