Okita Soji. {4° cuento} BL.

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Narra Okita.

No pude esperar a llegar al cuartel del Shinsengumi después de aquel duro combate, antes de eso, ya había comenzado a toser sangre sin parar hasta tal punto que acabé tirado en el suelo.

Había pasado mucho tiempo desde la última vez que me sucedió en Ikedaya, tanto que no me imaginé que se repetiría.

No dolía demasiado, pero si a eso le añadimos varios cortes, un poco profundos, por parte del enemigo el dolor se volvía insoportable.

-¡Resiste, Okita!- Me pidió uno de mis compañeros a la vez que me sujetaba para no volver a caerme.- Aún nos queda un poco para llegar.

-Lo siento... no creo... llegar.- El paisaje se volvía cada vez más oscuro, si es que era posible, hasta que finalmente solo veía una gran mancha de negro.

* * * Habitación de Okita* * *

Notaba que mi cuerpo estaba tumbado en un futón y que en mi frente alguien había puesto un paño mojado; supongo que pensaron que tenía fiebre o algo por el estilo.

Al abrir mis ojos pude observar que me encontraba en mi habitación. Había una ventana abierta que dejaba entrar la agradable brisa y parte de mi pecho estaba vendado; el resto, al descubierto.

Escuché que alguien venía corriendo, seguro que hacia mi cuarto, fuera quien fuera, me gritaría si después de resultar herido en una batalla aún me empeñaba en hacer esfuerzos; así que, me tumbé lo antes posible.

-¡¿Soji, te encuentras bien?!- Cuando la puerta se deslizó el preocupado rostro de mi compañero y amigo Tsunemaru (por ponerle un nombre más que nada), un chico de pelo verde claro, bastante llamativo, y unos centímetros más bajo que yo. Se arrodilló al lado del futón.- En cuanto me he enterado he venido corriendo.

-No pasa nada, estoy bien, seguiré dando guerra hasta conseguir que el shogunato Tokugawa no tenga ningún enemigo.- Le tranquilicé, muy a mi manera, pero la intención antes que el resultado.

-Entonces ¿Solo te importa tu vida para proteger al shogún?- Me preguntó con su rostro algo ensombrecido.- Comprendo que para ti tu país sea lo más importante, pero si alguna que otra vez te preocuparas por ti...

-Estoy genial, no necesito...

-¡Espérate, me conozco de sobra tu discurso: Estoy genial, no necesito descansar ni preocuparme por mi estado!- De aquella sombra que ocultaba sus ojos dos pequeños caminos de lágrimas se comenzaron a formar.- ¡¿Era eso verdad?! Sigues sin reconocerlo a pesar de que con esta sean dos veces.

-Tsun, calma...- Me senté en la cama para estar a su altura, pero antes de poder poner mi mano en su hombro izquierdo me volvió a empujar, tumbándome otra vez.

-¿Cómo quieres que me calme si la...- Al darse cuenta de las palabras que iba a decir, según pensaba yo vergonzosas o prohibidas por cualquier motivo para él, las rectificó gran un largo silencio.- ...S-si veo que mi mejor amigo no puede hacer esfuerzos por una enfermedad?

-Esto no es ninguna enfermedad. Si lo fuera me sería difícil incluso levantarme de la cama.

-¡Eso es lo que dices tú!- Sus manos se situaron a ambos lados de mi cabeza y su cuerpo se sostenía encima del mío.- Sabes, mejor que nadie además, que no deberías esforzarte.

-Tengo la impresión de que tu lo sabes muchísimo mejor que yo.- Le dije sonriendo, por esto él se sonrojo.- Que adorable.

-¡No digas eso!- Era complicado distinguir su cara de las hojas de los árboles en pleno otoño.- Solo... aaagh.- En un pestañeo juntó nuestros labios.

Él siempre ha sido bastante tímido; aunque en las calles mostrara una actitud más segura de si mismo, dentro del cuartel nunca se comportaba así, casi parecían personas distintas.

Mas ahora la extraña situación me hacía pensar que se habían pasado bebiendo, o algo por el estilo, eso explicaría lo rojo que estaba y lo lanzado que era.

Se separó un poco de mí, con los ojos aún cerrados; pero cuando los abrió, su cara cambió drásticamente: mostraba nervios y vergüenza.

-P-perdón. Esto no debería haber pasado.- Se volvió a arrodillar al lado de mi futón sin despegar la vista del suelo.

-Tu aliento no olía a alcohol- Me senté sin que esta vez nadie me tumbara.- ¿Ha pasado algo grave?

-Lo único grave que ha pasado han sido tus heridas.

-Uuuh ¿Entonces esto no lo consideras "grave"?- Su cara tomó un color cada vez más rojo. Siempre me ha gustado que se sonroje ya que se ve muy adorable.

-Bueno eso...

-Me lo tomaré como un no.- Sujeté su barbilla delicadamente y le devolví el beso. Después de reaccionar me siguió a un ritmo algo torpe.- Y me alegro de que la respuesta sea esa.

Tras eso, su cara hizo un perfecto contraste con su pelo, rojo y verde. Se levantó, sin decir nada, estaba dispuesto a dejar la habitación pero antes de que sucediera...

-¡Tsun, venga, que ya ha pasado más veces! No tienes que avergonzarte siempre que te beso.- No me hizo mucho caso, ya que se volvió a marchar.- Guau, ojalá reconociera así de rápido nuestra relación.

Inazuma eleven & go One-shots.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora