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Cariño, esa tarde de diciembre a las 6 llame a tu primo, no tardó mucho en coger la llamada y con un tono animado me saludo, la conversación fue fluida y divertida, llevaba mucho tiempo sin hablar con él, pero a lo largo de la conversación llego un punto donde le pregunte por ti y el en un tono totalmente distinto al cual había tenido durante toda la conversación, solo contesto en un tono triste "ha vuelto". Eso me hizo la verdad es que cierta gracia, pues yo ya sabía que habías vuelto, solo quería saber el motivo y donde estaba, pero esas preguntas no fue capaz de contestar, mantuve la conversación dos minutos más y la corte con la típica frase-tenemos que vernos- .

Si habías vuelto algo importante te habría traído, pues ya no quedaba nada aquí que tu amaras, ya no estaban tus padres ni tu hermano ni siquiera estaba ese pequeño perro que tanto adorabas ver correr, solo tu abuela seguía, pero a ella hacía tiempo que habías decidido hablar por skype, se lo doloroso que era para ti volver. Aún recuerdo el día que me dieron la noticia de su fallecimiento en el coche, recuerdo que corrí a tu casa, pero ya no estabas ahí.

Mi día laboral término antes debido a que deseaba volver al pueblo deseaba tener un poco de descanso y que tu fantasma dejara de rondarme, cogí mi coche y me puse en camino, siempre que hacia este recorrido el paisaje se me hacía más bello, el prado lo veía más verde, las flores me parecían con más color, causaba un efecto relajante en todo mi ser, dejaba que las preocupaciones de la cuidad se quedaran aparcadas en una via de servicio las cuales recogería a la vuelta. Como era de costumbre al llegar mi madre siempre salía a recibirme con una gran sonrisa y su delantal blanco, mi padre como era de costumbre se encontraba en el salón con su cerveza y su mente puesta en la pantalla, el cual hacia el mismo gesto de levantar la mano en forma de saludo, salude y me senté a su lado.

Mi madre no tardo en llamarnos a todos a la mesa para comer y fue ahí donde apareció mi hermana con una cara de cansancio o resaca, ya como quieras llamarlo. Nos sentamos alrededor de la mesa y mi madre nos sirvió a cada uno un plato con albóndigas en su salsa. La conversación fluía feliz y animada hasta que mmi hermana dijo- Rafael, ha vuelto, ¿la as visto?- ahí fue cuando mi mundo volvió a dar demasiadas vueltas intentando comprender como se había enterado ella, -Sara, ¿Cómo sabes que ha vuelto?- ella con una sonrisa pícara tan característica de ella respondió rápido – la vi ayer en casa de su abuela- esa revelación hizo que mi mundo se tambalease y me provocase una leve presión en mi pecho la cual me decía que saliera corriendo a buscarla, pero por primera vez obedecí a mi mente que me pedía que me quedara quieto. El resto de la comida paso rápido y al terminar mi padre me propuso como siempre que fuéramos a tomarnos un café al bar del pueblo al cual accedí con ganas.

Al llegar al bar pobremente decorado y con una barra llena de licores y una gran cafetera con apariencia de nueva, mire a un lado y ahí estabas cariño leyendo un libro mientras terminabas tú té, llevabas ese jersey blanco con un gorro de lana marrón y unos vaqueros estrechos, tus manos se deslizaban por cada hoja que te leías y ahí estaba yo congelado mirándote y tu ni te debas cuenta. Todo el bar se quedó en silencio observándonos, decidí que tenía que armarme de valor y sentarme a tu lado, pero el procedimiento me costó un poco más, pues las manos me temblaban y los pies no andaban correctamente, pero aparte la silla con cuidado para poder sentarme enfrente tuya, tu seguías tan absorta en tu libro que no te diste cuenta que estaba ahí , lo cual me dio unos segundos más para observar tu rostro y poder ver las cosas que habían cambiado en el, pues tenías las facciones más afinadas, tenías más pecas y el tono de tu piel lucia más apagado como si llevaras mucho tiempo sin ver el sol.

Pero ahí fue cuando tu rostro se elevó y choco tu mirada con la mía.

-Hola, Alexandra-

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