❥Tsubaki Sakamaki。

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— ¡Estoy harta de que me hagan menos por ser la única chica de la familia! —gritó una molesta albina desde el otro lado de la habitación—. ¡Váyanse al carajo, idiotas!

La puerta se abrió de golpe dejando ver a la joven huyendo del lugar. Ella se detuvo al ver a su hermano mayor parado justo en frente, y sus ojos cristalinos se conectaron con los desinteresados del otro que en ese momento parecía no entender lo que sucedía al no haber estado presente en dicha situación.

— ¡Tsubaki! —La voz estricta de Reiji se dejó imponer—. ¡Vuelve aquí o te castigaré!

Al escuchar esto la chica desvió la mirada con un evidente sonrojo y corrió pasando a chocar contra Shu; poco le importó si eso significaba quitarlo de su camino. Lo último que escuchó fueron las risas burlonas de los trillizos, provocando en ella las ganas de querer golpearlos.

No supo cuándo ni cómo es que terminó en el jardín. Al ver las rosas blancas frunció el ceño, maldecía a su madre por darle la vida, por hacerla mujer y no un hombre porque ella quería serlo, se odiaba a sí misma por ese simple hecho. Miró una que era hermosa, la luz de la luna hacía lucir su belleza a grados magníficos que podrían sofocar unos ojos llenos de sangre como los suyos, incluso sentía que podía mancharla con sólo mirarla.

Tsubaki se sentía como una rosa que podía ser destruida en cualquier momento, tal cual sucedió con su progenitora.

Llena de irá empezó a golpear la rosa junto a otras que estaban ahí también, terminando por romper cada pétalo de ellas los cuales caían al suelo con gracia; las espinas desgarraban su mano llenándola de múltiples cicatrices que la hacían sangrar, cosa que ella no veía. Una vez se cansó de hacerlo se sentó en el piso ocultando su rostro entre sus piernas, haciéndose pequeña para no ser descubierta aunque eso era casi imposible. Unos pasos la hicieron voltear a la persona que estaba interrumpiendo su fingida tranquilidad temiendo por encontrarse a Reiji con una de sus raras cosas para imponerle un castigo; se sorprendió al ver a Shu sentándose a su lado trayendo consigo un plato con un filete de res.

— ¿Quieres? —ofreció extendiéndolo y utilizando aquella voz que, según la joven albina, era la de un muerto perdido en la tierra al no encontrarle ni una gana por vivir. Aunque debía admitir que era un tanto reconfortante. Ella apartó la mirada negando con la cabeza sin entender su comportamiento.

—No, gracias —tartamudeó.

Se quedaron en silencio, uno que no era incómodo pero tampoco era algo que ambos quisieran estando solos. El rubio miraba de vez en cuando los pétalos regados en el piso para luego enfocarse en la estrellada noche que los acompañaba. La joven Sakamaki ya harta de buscar alguna razón por su propia cuenta del porqué estaba con ella, decidió romper la extraña calma que había en el lugar.

— ¿A qué viniste? —Su mirada se posó sobre él un tanto recriminatoria—. Si estás aquí para intentar burlarte o hacer cualquier cosa, será mejor que te largues porque yo vine primero y además no dudaré en romperte tu linda cara de bello durmien-

— ¿Crees que soy lindo y bello? —La interrumpió dirigiendo su mirada sobre la de ella, haciéndola sonrojar por el acto tan repentino.

— ¡No dije nada de eso! —chasqueó la lengua dispuesta a irse de ahí para que no viera el notable sonrojo en sus mejillas, pero no pudo ser capaz de hacerlo al sentir como el mayor la tomaba de su brazo y la volvía a sentar a su lado. Ella le miró desconcertada.

— Escucha —Shu dejó su plato con algo de carne a su lado—, no vine aquí a esto. No voy a burlarme, ni tampoco haré algo que tú no quieras, pero quiero hablar contigo —dijo arrastrando la lengua con pereza como siempre.

Bella y Frágil Como Una Rosa.【️DL•ShuBaru】️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora