Día 1

19K 883 78
                                    

Lunes, 6 de octubre

U

n nuevo día comienza y, con él, una nueva y rutinaria semana. Como cada mañana de los últimos quince años de mi vida, me levanto para cumplir mi labor de madre, de esposa, de ama de casa y de empleada. Mi vida es aburrida, lo sé, pero nunca me quejaría. Me gusta mi trabajo de secretaria de recursos humanos, en una de las empresas de publicidad más importantes del país, y me gusta ocuparme de mi familia. Mis hijos y mi esposo lo son todo para mí y haría cualquier cosa por ellos.

Mi hijo mayor, Jacob, tiene quince años y está en segundo año de preparatoria, es un chico grandioso, muy responsable y tranquilo; dicen que es muy parecido a mí, pero lo único mío que veo en él, es el mismo color de mi cabello rubio. Tiene los mismos ojos azules de mi esposo y su gran altura junto a un cuerpo fuerte, gracias a que ha ido desarrollándolo de manera impresionante durante este último año, haciendo ejercicio, al igual que muchos chicos de su edad que se dejan llevar por la vanidad y el deseo de captar la atención de niñas bonitas. Mi pequeña Amy tiene diez años y está en último año de la escuela elemental. Ella se parece más a su padre con su personalidad algo retraída y solitaria. Tiene el cabello negro de su padre y ojos miel como los míos. Me gustaría que fuera más abierta, pero no podemos elegir cambiar la forma de ser de nuestros hijos.

Ellos son lo que son.

Mi esposo, John King, es un buen padre y esposo. Se desvive por trabajar para nosotros. Lo malo, es lo mucho que ha cambiado nuestra relación en este último año. Compartimos muy poco entre nosotros y eso hace que nuestra vida de pareja haya quedado casi en el olvido. Sólo existimos para nuestros hijos.

Por lo menos para mí.

Bajo de mi cama, resignada a mi día a día, y me doy un rápido baño para disponerme a preparar el desayuno de mis niños que tienen que ir a estudiar y el de mi esposo, quien no demora en llegar de su trabajo.

No me gusta que trabaje en horario nocturno, pero es lo mejor para nuestra economía en estos momentos. Pagar deudas bancarias, dos hipotecas, buenas escuelas para los niños y los servicios públicos, no es nada fácil. Él se sacrifica desvelándose cada noche en esa empresa de seguridad privada para que nosotros tengamos lo necesario para tener una vida tranquila y, en lo posible, cómoda.

Cuando los niños bajan, ya listos para la escuela, les sirvo el desayuno y ambos me regalan besos. Eso saca mi primera sonrisa del día. Cuando estamos desayunando, llega mi esposo. Se nota lo agotado que está y eso me mata.

—Hola amor —saludo, con una sonrisa que me corresponde.

—Hola nena.

Me da un rápido beso en los labios y una nueva sonrisa llega a mí. Sirvo su desayuno mientras hablamos de lo que los niños tienen pendiente para la escuela y de los pagos que hay que hacer esta semana.

Ama a nuestros hijos y adoro ver ese hermoso brillo en sus ojos azules cuando habla de béisbol con Jake, el único deporte que les gusta a mis dos hombres. Tienen una muy buena relación y eso me encanta, sobre todo con Jacob que ya es un adolescente, una de las peores etapas de la vida.

—Ya es hora de prepararse —digo a mis pequeños.

Luego de renegar inútilmente, como siempre, van a sus habitaciones para terminar de prepararse, mientras limpio la cocina.

—Deja eso, Tati. Yo me encargo desde aquí, ve a prepararte.

A pesar del cansancio, se esmera porque todo esté bien y no se conforma con traer el dinero a casa. Sonrío y acaricio su mejilla al darle las gracias.

Aventura De Una Ama De Casa Desesperada #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora