Venganza y destino [YAOI//Omegaverse]

V: Rapto [Parte II: Emboscada]

Sangwoo había aprendido el arte de la caza gracias a su padre, y el arte de la agricultura gracias a su madre. Para ambos existía una técnica, ciertos pasos a seguir que te garantizaban el éxito de la tarea.

Su padre solía decir que cazar era como bailar. Tenías que saber cómo, cuándo y dónde sacar tus mejores movimientos. Planear tu coreografía, medir tus pasos y adaptarlos al escenario. Finalmente, cuando el momento de tu presentación llegara, debías visualizar a la presa como tu pareja de baile. Pensar como ella, moverte con ella. Y luego, simplemente bailar. Seducirla con tus pasos, haciendo que se olvide de todo y de todos. Haciendo que olvide el hecho que eres el enemigo. Haciendo que olvide que le estas dando caza. Llevándola a perderse en tu baile hasta que a última hora cierras tu actuación con broche de oro y das la estocada final.

Por otro lado, su madre le decía constantemente que el cultivar era como amar a alguien. Debías conocer bien al otro, saber lo que le gustaba y lo que no. Estar al tanto sus necesidades y en base a ellas elaborar un plan. Observar todos los escenarios posibles y procesar soluciones a cada uno de ellos. Conseguir los materiales para que tu plan fuese exitoso. Escoger el lugar perfecto para tu confesión, y una vez que todo estuviese listo derramar lo que sientes. Plantar la semilla del amor en el corazón de tu amado, regarla con tus dulces y sinceras palabras protegiéndola de quienes le quieran dañar, y afianzando tu amor por ella cada día más. Una vez hecho esto, debías ser paciente y esperar. Si seguías los pasos uno a uno y de la manera correcta, tu amor se convertiría en una frondosa planta, la cual daría los frutos jugosos por los que habías luchado. De lo contrario, terminaría marchitándose antes de siquiera florecer.

Con el pasar de los años, Sangwoo había comprendido que la venganza era como cazar y cultivar. También existía una técnica que te llevaba al éxito, y ciertos pasos que no te permitían fallar. Debías bailar con tu presa como en la caza y enamorarla como en el cultivo. Ser paciente y pensar con cabeza fría. Seducirla, pero al mismo tiempo observarla. Planear, visualizar todos los escenarios, y finalmente acertar el golpe terminante, cerrando con broche de oro. Si seguías los pasos a la perfección, obtendrías tus frutos. De lo contrario, tu venganza se marchitaría antes de siquiera ponerla en marcha.

Sangwoo era un excelente cazador y un gran agricultor, por lo tanto, él sabía perfectamente como ejecutar una venganza. Observar, planear, medir, persuadir, confundir y actuar. Había seguido todos los pasos y estaba a punto de obtener los frutos.

Cruzó el río con la convicción de que todo iba según lo planeado. Observó a los hombres que le acompañaban y al alfa, su peor enemigo, el cual nadaba junto a él. Los primeros hombres ya habían llegado a la orilla opuesta del río y se preparaban para una cacería que jamás llevarían a cabo. Nadó con la mayor calma posible, tratando de no reflejar en su accionar la emoción que le producía el resultado exitoso de su engaño. Finalmente llegó a la orilla entre los últimos hombres y se acercó al resto del grupo.

— ¿Y bien?—Preguntó un hombre a quien había identificado como la mano derecha del alfa ¿Hacia dónde nos dirigimos ahora?

El alfa mayor miró al rubio esperando la respuesta a ese interrogante.

—Hacía el este, caballeros—Dijo sin poder ocultar su sonrisa de satisfacción—Estamos acercándonos.

Comenzó a alejarse de la orilla del río mientras el alfa mayor le seguía el paso de cerca.

—Por cierto—Habló Sangwoo dirigiéndose a este en tono casual—Hay una duda que ronda mi cabeza desde hace un largo tiempo y que nadie ha podido resolverme: ¿Por qué razón los Oh decidieron convertirse en rebeldes tan repentinamente? Es decir, un día estaban en el clan y al otro ya no.

Se detuvo y encaró al hombre junto a él esperando su respuesta.

—Oh Minho era un ladrón—Respondió el aludido sin titubear y mirando de forma sospechosa a Sangwoo—Escapó cuando descubrí las porquerías en las que estaba metido.