Ese día que te conocí estabas radiante, yo iba a primer año mientras que tu ya estabas en cuarto. Parecía que no entendías bien la tarea de música, una materia que era nueva en nuestra secundaria, por lo que te ayudé.
—Ash... Malditos pentagramas —me acerqué a ti y a los pocos segundos te diste cuenta de mi presencia— ¿Ah? Disculpa, ¿necesitas algo?
—Noté que tienes problemas con los pentagramas, ¿quieres ayuda? —pasó poco tiempo antes de que noté tu ligero sonrojo.
—Mh... Bueno... La verdad sí, suena estúpido, pero difícil aprender los ordenes básicos. —reí un poco.
—Bien, muestrame tu palma con los dedos separados. —me hiciste caso, yo tomé un bolígrafo y escribí "mi", "sol", "si", "re" y "fa" en cada dedo y luego en los espacios que habían entre estos mismos, las notas "fa", "la", "do" y "mi".— bien, imagina que es un pentagrama, y así podrás entenderlo correctamente, me sorprende porque pareces mayor que yo, ¿debería llamarte con algún apodo?
Todo empezó en ese momento, nos fuimos acercando mucho más, ya que nos dividiamos por las diferentes preferencias, eso era lo mejor de nuestro internado, por lo que todos los que se llevaban por los gustos al baile(y no, antes no nos hacían estudiar música aquí, fue inesperando que en el penúltimo mes de clases tomaran tal decisión), estaban en una parte, los que se llevaban por el canto, en otra, y así era con todo lo relacionado al arte.
Por las noches, cuando estaba ya en segundo año, me colaba en tu habitación y charlábamos hasta altas horas de la noche antes de dormirme en tus brazos, ¿lo recuerdas?
El día en que nos hicimos pareja fue el mejor día de mi vida.
—Rogue-kun, ¿Cómo le fue en su exámen? —mi querido mayor se acercó y tiró de mis cachetes, siendo estos como los de una ardilla al tener solo catorce años.
—Aprobé con una genial nota gracias a mi pequeño genio —me quejaba, mis mejillas dolían bastante, pero lo que menos me esperé fue sus labios juntarse con los míos, mis manos acariciaban las suyas, las cuales luego de apretar, tan solo se posaban en mi rostro mientras concretabamos un dulce y lento beso en mitad de los pasillos.
—Rogue-kun... —murmué luego de separar ambos pares de belfos.
—Sting, no sabes cuanto te amo ahora mismo, de verdad que lo hago, capaz que tu no sientes lo mismo, pero te pido que si no te gusto de la forma que quiero, al menos sigamos igual que antes —no podía sentirme más feliz, de verdad, al instante salté a sus brazos y lo besé, el era uno de los chicos más altos de la escuela, mientras que yo era(prácticamente) un niño de segundo año que medía menos de 1,65.
—Rogue-kun, no sabe lo feliz que me hace que diga esto, y eso no sirve como respuesta positiva, le digo ahora mismo que sí, quiero ser su novio.
En ese momento me hice miles de ilusiones, ibamos a estar juntos por siempre, adoptariamos, nos casaríamos y moriríamos luego de los setenta años.
El tiempo paso, era hora de decirle adiós a la secundaria de tu parte y hola a la universidad.
Recuerdo el momento en el que tuvimos esa cena, tu cena de egresados, a la cual podían asistir personas de otros años, solo si eran invitados.
Luego de cenar, nos escapamos de la fiesta que era en la sala de ensayos del establecimiento.
Nos encontramos a nosotros besándonos en un salón de clases. Mis manos en tu nuca, alborotando tus cabellos, mientras tu acariciabas mi cintura por debajo de la camisa gris que llevaba, debido a que era un evento formal.
Tus manos bajaron a mis caderas y no sé en qué momento empezamos a desabrochar nuestras camisas, pero terminé entregandote mi virginidad en aquél salón solitario, con la luz de la luna como único recurso, ya que si teníamos la luz encendida nos podrían descubrir.
Poco después de eso, pasó navidad, mis padres debían de viajar, por lo que me invitaste a pasarla en tu departamento, ¿tu familia? En China, no quisiste explicarma mucho más, pero sé que no tenías ni tienes problemas con ellos, puesto a que ambos hicimos video-llamadas con nuestros respectivos parientes. Abrimos los regalos, yo recibí una chaqueta de cuero con detalles de rayos de luz, mi favorita en este momento. Tu habías recibido un par de zapatillas de baile, pero estas eran especiales, blancas con rojo y con tu nombre en un costado. Nos besamos y lo hicimos de nuevo, y no podía culpar al alcohol porque no me dejaste tomar ni media gota.
El horror pasó cuando yo ya estaba en cuarto, poco antes de nuestro segundo aniversario. Yo te preparaba una hermosa sorpresa, constaba de un viaje a tu ciudad natal para ver a tu familia junto a un oso de peluche gigante con nuestras iniciales en el corazón que llevaba dicho muñeco.
Pero es que de a poco empezamos a dejar de hablar, antes nos mensajeabamos todos los días, pero luego era yo el único que te recibía con un "Buenos días, amor. ❤" antes de que me respondieras igual, hablabamos un poco y luego no había mensaje alguno hasta que yo enviaba el "Buenas noches, mi corazón, duerme bien.❤" y me respondías igual. Supuse que estabas ocupado con la universidad, después de todo tendrías mucho trabajo estudiando cada detalle del baile, yo mismo sabía que no solo es pararte en el escenario, realizar una coreografía y pasar de año.
El tiempo pasó, y llegó el día de nuestro aniversario, ¿recuerdas? Viaje a tu ciudad y un oso con nuestras iniciales, pero esto no se concretó, porque esa mañana te hablé y te pregunté "¿me amaste?", supe que rompimos informalmente cuando digiste "sí, te amé, y mucho, no sabes cuanto", mi corazón se rompió en mil pedazos, ahí quedaron mis sueños, nuestros planes para casarnos una vez termine la secundaria, el adoptar cuando termines la Universidad, mudarnos juntos a una linda casa alejada de la ciudad, abrir nuestra propia academia de danza.
Todo se esfumó. Empezamos tan lento, y terminamos tan rápido.
Porque me duele como nos alejamos.
Recuerdo cuando me reencontré con un amigo que en segundo año fué transferido a otro lugar, me preguntó como estabas y al instante no pude evitar llorar. Aún te recuerdo, y eso pasó hace más de cinco meses...
Duele, Rogue