Capítulo 6

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Quería que la Tierra me tragase. Quería que esa arpía se separara de Pat. Pero, aun así, yo no podía hacer absolutamente nada. Patrick no era nada mío y yo no era nada de él. Nada.

-Anda -dijo Vinka-. Tienes que decirle algo.
-¿Y qué quieres que le diga a Scarlett? ¿"Sepárate de él"? ¡Con qué cara! No le puedo reclamar nada que no es mío. -Comencé a sentir cómo el color rojizo de la vergüenza se apoderaba de mi garganta.
-Eh... Podrías decirle que no es correcto porque anda con Mark.
-No es mi asunto, Vinka.

De repente, Scarlett me miró a los ojos, y le dio un fingido -pero doloroso- beso en los labios a Patrick.

-Esa zorra... -Mi voz se comenzó a desvanecer.
-No te preocupes -dijo mi amiga, consolándome.

Ella comenzó a ir en dirección a la... escena que estaban protagonizando Scarlett y... él. Vinka se plantó entre ellos dos, y le dio un gran empujón a la chica contra los casilleros.

-¿Qué te sucede, teñida? -se escuchó.
-Sucede que estás acosando al pobre Patrick; además de estarle siendo infiel a Mark.
-¿Y acaso te importa?

A medida que yo me iba acercando a ellas dos, el sonido de sus voces se iba incrementando.

-Mira como tienes a Pat. -Vinka estiró su brazo en dirección a el avergonzado chico.
-Él lo disfrutó -sonrió-. ¿No es así, lindo?
-N-no. Sólo déjame solo, ¿quieres? -Se subió los anteojos por el puente de su nariz hasta que tocaron su entrecejo, y se fue abruptamente.
-Lo sospechaba. Tú no lo besaste porque querías, sino porque eres una perra.
-Yo beso al chico que quiero cuando quiero.
-¿Ah, sí?

Una curpulenta y alta silueta se acercó a Scarlett por detrás: Mark Brown.

-Vete al diablo, arpía.
-Mark... -dijo la interpelada con voz apenas audible.
-No, no, cállate -dijo él, y se fue por el mismo rumbo de Patrick.
-Todo esto es tu culpa, teñida. -La voz de Scarlett era del mismo tono de una niña de 6 años cuando le quitaban a su muñeca-. Tú y tu mapache amiga me las van a pagar.
-Tú te las buscaste. -Vinka se encogió de hombros.
-¡AGH!

Scarlett también se fue, pero no sin antes darme un golpe muy fuerte en el hombro.

El pasillo volvió a su rumbo normal, pero lo único que yo quería hacer era hablar con Patrick. Pobre de él. O sea, yo también quedaría igual de avergonzada si Scarlett me robase un beso, si es que fuera un chico. Además, pobre de Mark. Él no se lo merecía.

-Hey, de nada -dijo Vinka.
-¿Te debía decir gracias?
-Pues claro, separé a tu chico de la serpiente esa.
-Oh..., sí, gracias, supongo.
-¿Por qué lo supones?
-Pat debió de avergonzarse tanto... Piensa en lo tímido que es.
-Oh, sí. Quizás es gay.

Puse los ojos en blanco.

-¿En serio? ¿Aparece un chico que creo que me gusta por primera vez en mucho tiempo y tú insinúas que es gay? Eso no me ayuda mucho, amiga.
-Lo siento, ¿okay? -Levantó las manos en un gesto defensivo-. Era sólamente una suposición.
-Pues no supongas nada. Por ahora prefiero el beneficio de la duda.
-Oye...
-¿Qué?
-¿Que pasaría si..., si aquél fue el primer beso de Patrick?

Esa suposición sí que me chocó. Aunque por un momento pensé que no fuera probable, porque es casi imposible que un chico no haya besado a una chica teniendo 17 años, me pareció sumamente triste que se lo haya dado una chica que se lo dio en broma, o como pienso yo con mis pensamientos paranoicos, para burlarse de mí; a pesar de que Scarlett no tiene idea de que Pat me atrae.

-Es algo probable, supongo. O simplemente le asqueó.

El timbre para la entrada a clases sonó.

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El día entero estuve preocupada por Pat. No lo vi en ninguna parte, ni en el estacionamiento. Una vez que ya me di por rendida buscándolo, me fui a mi clase extracurricular de dibujo. Cuando me dirigía hacia el salón de artes, escuché un leve sollozo que provenía del baño de chicos. Me acerqué de a poco, cerciorándome de que no hubiese ningún chico o maestro que me viera entrar.

-¿Hola?
-¿Qui-quién es? -preguntó la voz.
-Me llamo Ruth Finch. ¿Quién eres tú?
-Hola, Ruth.
-Aguarda un momento -dije, tratando de averiguar de dónde conocía esa voz; hasta que me acordé de haberla escuchado hoy en la mañana-. ¿Mark?, ¿Mark Brown?
-Sí, soy yo. Y sí, los chicos también lloran.
-Oh... ¿Es por Scarlett?
-Por supuesto que sí -se sorbió la nariz-. Le di todo mi cariño a ella... a esa arpía venenosa.
-Te comprendo.
-Claro que sé que me comprendes.
-¿Perdona?

Mark abrió la portezuela del cubículo en el que se encontraba.

-¿Acaso crees que no te escuché llorar en el baño de chicas cuando viste a Rick con Jill Stewart?
-Oh... sí.
-Y ahora ves a mi ex-novia con Patrick.
-¿Por qué crees que tendría que afectarme? -Mi corazón latía con fuerza.
-No soy ciego, Finch.
-Pero sólo me atrae; no es nada del otro mundo.

Suspiró.

-Sí, claro.
-Oye, lo conozco hace una semana y algo.
-A Scarlett la conocí hace un mes, y creo que la llegué a amar. Y aún la amo.
-Ay, por favor. Todo el mundo sabe que las relaciones entre animadoras y jugadores de fútbol nunca duran y que son completamente superficiales.
-Pues para mí no fue superficial, ¿sabes?
-Lo lamento -dije, acariciando su cabello.
-Y, pues, supongo que ibas por aquí buscando a Patrick, ¿no?
-Uhm, sí. ¿Lo has visto?
-Estuvo aquí hace como 30 minutos.
-¿Dijo si iba a algún lado?
-No, pero es obvio que se fue a la sala de informática.
-Oh, lo comprendo. Este es un lugar bastante asqueroso para llorar.

Rió, se paró y, para mi sorpresa, me abrazó.

-Gracias por hablar conmigo, Ruth.
-Uh, de nada, supongo -palmeé su ancha espalda.

Ya había perdido bastante rato dejando que Mark se desahogara conmigo.

Ahora, a hablar con Pat.

Y Mark estaba en lo correcto. El chico de ojos celestes se encontraba sentado en una mesa, mirando hacia más allá de la ventana. Cuando le toqué el hombro, casi se cae de la sorpresa.

-Perdón por asustarte. -Ahora la tímida era yo.
-No te preocupes. -Me dio una sonrisa forzada.

Me subí a la mesa en la que él se encontraba sentado.

-¿Estás bien? Te estuve buscando durante todo el día.
-¿Y cómo para qué?
-Para saber si estabas bien.
-Oh, sí, lo siento, no quise ser grosero.
-No te preocupes.
-Pues... creo que me siento... no lo sé. No lo podría explicar con palabras. Pero mal no es.
-Comprendo.
-Creo que me siento usado. Y sucio.
Reí. -Estamos hablando de Scarlett, entonces creo que esa es la palabra.

Ignoró mi comentario.

-¿Por qué hizo eso?
-Es una arpía; cree que puede hacer lo que quiere cuando quiere donde quiere con quien sea.
-Oh -se estremeció.
-¿Estuviste todo el día aquí?
-Claro que no; hay más gente que desea usar esta sala. Pero sino hubiese sido por eso, yo creo que sí me habría quedado aquí todo el día.
-Te voy a hacer una pregunta.
-Dime.
-¿Por qué cuando me hablas en público te pones nervioso, pero cuando estamos a solas no?
-No lo sé, pero créeme que yo también me lo he preguntado.

Me acerqué más a él.

-¿Estás bien ahora?
-Claro.

Nos miramos a los ojos, y por un par de segundos, creí que me besaría, pero...

-¡Aquí estás! -exclamó Elizabeth, de mi clase de dibujo.

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⏰ Última actualización: Mar 02, 2014 ⏰

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El día en que el agua se mezcló con el aceiteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora