4 - Revelación

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Han pasado tres días desde que Inoue Akane ingresó al instituto Rakuzan. Con las clases va poniendose al dia de apoco gracias a la ayuda de Hayama. Un chico muy atento y divertido. Siempre preguntando si necesita algo y haciéndole bromas. Demasiado confianzudo por conocerse hace tan poco, pero raramente a ella no le molestaba en lo más mínimo, le era muy divertido. En cambio, en el club de voleibol nada cambió. El ambiente seguía siendo horrible y todavia no la han dejado jugar ni entrenar como corresponde. Akane estaba llegando a su límite de paciencia. Ya se estaban abusando de ella, parecía más una manager que una jugadora.

— ¿Inoue? ¿Estás en este planeta?

La voz de Hayama la hizo volver a la Tierra. Ambos estaban en el patio de la escuela estudiando para el examen.

— Si, lo siento. Es solo que no dejo de pensar en lo molesta que estoy con el club de voleibol.

Bufó volviendo sus ojos a los libros.

— Es ridículo, no permitas que sean asi contigo. Aunque es raro que lo sean, es decir, es cierto que son un poco duras con las nuevas pero lo que te están haciendo a ti ya es otro nivel. ¿Le has hecho algo malo?

— ¡Claro que no les hice nada! Llevo menos de una semana aquí.

— No exactamente aquí. —el rubio la miró como si estuviera deduciendo el problema— ¿Han tenido algún partido de práctica u oficial donde tu equipo de Kaijo les haya pateado el trasero?

Fue entonces que Akane cerró sus ojos e hizo un viaje a los recuerdos de todos los partidos que disputó el año anterior. Recuerdos muy borrosos, ya que la Akane presente era absorbida en la mayoría de los partidos por la otra persona viviente en su ser. Aquel monstruo depredador que se devoraba no solo la cancha y el balón, sino también a sus contrincantes, dejándolos acorralados contra la red de dos metros y pico de altura.

Kaijo vs. Rakuzan... Kaijo vs. Rakuzan... Kaijo vs. Rakuzan... lo repetía una y otra vez mientras hacía memoria y fue entonces cuando una lámpara se encendió.

Akane abrió los ojos de golpe encontrando una respuesta. Hayama la miró algo confundido y notó así que uno de los ojos ámbar de la muchacha había pasado a ser de un color mucho más profundo, un marrón que apenas llegaba a ser negro. Koutaro dió un respingo al darse cuenta de eso e inmediatamente la imagen de un conocido suyo se hizo presente en su cabeza. La peligris se puso de pie y dejando todas sus cosas allí se encaminó hacia el pabellón del club de voleibol. El rubio se quedó estático sentado bajo la copa de aquel enorme árbol sin poder sacar la imagen del inerte rostro que su compañera acababa de dibujar.

Para cuando reaccionó, tomó sus cosas, y las que Akane había dejado, y salió corriendo hacia donde ella había ido pero el sonido de su celular lo hizo frenar en seco y leer aquel mensaje. Se trataba de su compañero del club de basquet, Reo Mibuchi. Diciéndole que se diera prisa ya que su práctica estaba por comenzar. Koutaro chasqueo su lengua molesto, realmente quería ir a ver a la muchacha ya que un mal presentimiento se había apoderado de él.

Inoue llegó al gimnasio donde la práctica ya había comenzado, obviamente se llevó las malas caras de los presentes por su llegada tarde. Ella en un principio ni siquiera tenía pensado asistir, pero un impulso la trajo hasta allí para poner los puntos sobre la mesa.

Himori se acercó y con su tono de voz bastante elevado le entregó un trapeador.

— Llegas tarde, ahora vas a limpiar el doble ¿Sabes?

Akane la miró directo a los ojos y con suma fuerza estrelló el objeto contra el suelo. Todos se giraron a ver la situación. Un escalofrío recorrió el cuerpo de la capitana al ver como el color en sus ojos había cambiado radicalmente.

— No esta vez, querida Himori. Me asombra tu comportamiento cuando se supone que eres la capitana de un equipo. Que patetica.

A Himori se le remarcaron las venas en la frente al sentirse cuestionada por su rol.

— ¿Disculpa?

— Exactamente, eres igual de patética que en las nacionales del año pasado, donde descalifique a tu equipo mediocre en cuartos de final.

La azabache comenzó a reír como desquiciada y gozando de la situación presionó sus puños recordando ese momento.

— Vaya, ¿de repente recobraste la memoria?

— Si, intento tener mis neuronas libre de inútiles, pero tu intolerancia me hizo recordar aquel partido.

Esto realmente se estaba yendo de las manos de la capitana. Y Akane no tenía interés en guardarse nada.

— ¿Está demás decir que no pienso admitirte en el equipo?

Como siempre, abusando de su poder Himori intentó poner el punto final, pero estaba lejos de conseguirlo.

— Cobarde ¿Porque no arreglamos esto ahora mismo? Tu y yo en la cancha, como corresponde.

La capitana se echó a reír.

— ¿Es una broma? No tengo porqué ensuciarme las manos contigo.

— Ya veo ¿por que no lo hacemos mas interesante entonces? —Himori arqueó una ceja y la miró expectante— Si yo pierdo, me humillaras de la manera que mas gustes en frente de toda la escuela, pero si yo gano... —le apuntó con su dedo acusador— si yo gano no solo seré parte del equipo titular sino que también me darás el puesto de capitana.

— ¡Hecho! —gritó completamente fuera de sí— Mañana a primera hora te esperaré aquí. Rogaras no haber nacido, maldita.

Akane regaló una sonrisa triunfal a cada espectador presente y se retiró sin decir mas nada. El entrenador estaba allí pero no se metió en aquel drama, la personalidad de la peligris le había robado toda la atención y la idea del partido para probarse, esperaba con ansias eso.

Una vez que la puerta se cerró detrás de ella un enorme escalofrío recorrió su espina dorsal ocasionando que sacuda su cabeza y con desespero salió corriendo hacia los baños.

Una vez que entro al de mujeres, se apoyó sobre el lavamanos retomando el aire y se miró al espejo. Ahí se vio entonces, su ojo derecho había vuelto a la normalidad, pero el izquierdo seguía de aquel color oscuro que ella tanto temía.

« ¿Qué has hecho? »

Lo que debiste haber hecho en un principio

« Acabas de condenarme en esta escuela ¿¡Que clase de partido se te cruzó por la cabeza?! »

Mañana a primera hora lo verás.

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Amo odiarte | Akashi SeijuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora