Como hombre actuaba como caballero con ella rodeado de los demás,
aunque a la verdad era mi mayor contención, porque hasta cuando estábamos en el parque dialogando de cualquier tema particular, la deseaba a morir, pero claro no es de dudar en alguien con una mente como la mía, era sensata, más que eso certera y su claridad era la que me atornillaba cada tuerca...Me encantaba como era ella, más que todo como yo era al estar con ella, pero lo que más me atraía era su belleza tan esbelta, tan grandiosa como una reina, lo más oportuno era cuando llenaba todas mis expectativas sin tener que verla, solo imaginándola, yo era tan audaz como fugaz al respecto y no se los diría pero le hacía el amor en mi mente unas cuantas veces al día, lo sorprende es que ni siquiera me parecía repetitivo porque aunque fuera de manera secuencial siempre era diferente, emocionante, impresionante y excitante.
Me recuerdo una vez mientras estábamos en una fiesta de etiqueta, con sus trajes y vestidos hermosos, ella reluciente como si hubiese ganado él podio, recuerdo como hablando con todos, la miraba de una manera instintivamente salvaje y lo que me imaginaba más que todo, sentía como la devoraba con ansías y que ella era mi canina, a más tardar sentía que no podía esperar a que terminará la fiesta y lo más rápido posible, localicé el baño más adecuado, le pedí permiso y le hable al odio y con palabras necias pero suave la invite a lavarse las manos, primero yo y luego ella, claro todo fríamente calculado, sin sospechas, era un elegante baño, de esos de lavamanos grandes en porcelana que hacía compas a todo lo que ahí espacio ocupaba, recuerdo como la vi desde que entró y ella la vista ocupo sobre mi, la tome y con ternura y siendo salvaje al mismo tiempo, la agarre por la cintura, la puse de espaldas mirando al gran espejo que había sobre el lavamanos y mirándome por tal, le fui subiendo su vestido poco a poco, ¡WOW!, en ese entonces me di cuenta que ella era más astuta que yo y tenía todo pensado mucho antes que yo, no residía ningún interior en su cuerpo, ¡que audaz!, procedí como su fuese su primera vez con ternura y despacio, ella por suerte cargaba el pelo suelto y no le arruinaría nada en su cabello con la derecha su pelo y con la izquierda su carnosa cintura mientras la azotaba con mi miembro y ella gritaba como los chirridos del viento, tome su mano con la mía, y al mismo tiempo le frotaba su clitoris sin medidas, todo esto al extremo con temor de que entrará alguien a aquel baño sin reflejos, al cabo de unos cuantos minutos, de lujuria y placer, baje a buscar con mi boca su edén, exquisito edén, fue cuando aumento su placer y lo notaba, le introducía unos cuantos dedos, estos grandes y largos dedos y le gustaba, y hacía que chupara unos cuantos para que se hipnotizará, como dirían mis paisas colombianas, ella era toda una berraca, bellaca, malévola y poco rutinaria pero les aseguro algo me dio mi mejor fiesta en un baño.