Capítulo I

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El hecho de que me haya tocado una familia extremadamente escandalosa no ayudaba para nada a la situación. La parte más estresante y difícil de todo ya había pasado: armar nuestras valijas. Cada cosa que decía esa estúpida lista de requisitos de "viajes de egresados" estaba guardada en el lugar correspondiente.

—Chris, procura que tu hermana no tome mucho en todos esos días —dijo con seriedad.

—Mamá, ¿no se supone que la mayor debe cuidar del menor? —le respondí de brazos cruzados luego de un profundo y tranquilizante suspiro.

A la gran Clara se le ocurrió dejarme a cargo de mi hermano, malísima decisión.

Papá no veía la hora de que llegase el momento en que nos vayamos por fin a la mierda. Yo estaba casi segura de que mis padres venían planeando de hace rato deshacerse de Taylor también para poder quedarse a solas y resolver sus asuntos personales e íntimos después de muchísimos años de convivencia en familia. Y mamá... bueno, mamá estaba algo paranóica y preocupada. Que las pastillas, que los condones, que el abrigo, que los ladrones, que la gente mala, típicas muletillas de nuestros allegados adultos.

—Y bien mi pequeña pimpolla —se me acercó papá con una sonrisa pícara —no vayas a dejarle algún niño a las chicas que conocerás —dijo sin filtro y guiñándome el ojo.

—¿Qué carajo, papá? —respondí riéndome, sabía que iba a hacerme esa clase de comentario.

—Es que sé que de Chris no debo ocuparme en ese sentido, sabes —dijo ahora con seriedad —en cambio, tú tienes más como un... ¿imán?—

—¿A qué te refieres? —pregunté ya entrando en un terreno de conversación profunda.

—A ti te siguen las chicas y realmente consigues lo que quieres —dijo achinando sus ojos buscando explicarse.

—Entiendo —respondí sonriendo —¿soy como el hijo varoncito con atracción que nunca tuviste? —

—Esta conversación finalizó —dijo antes de hacerse el tonto y marcharse a otro sitio.

Y bien, viajaríamos al día siguiente por la mañana. Las horas pasaban muy lento y mi impaciencia y ansiedad comenzaban a aumentar.

Durante dos años estuvimos planeando lo que estaba por ser el viaje de nuestras vidas, el final de una etapa que daba comienzo a otra totalmente distinta y nueva. Pero no queríamos vivir una experiencia típica de playa estadounidense a la que asistíamos a menudo los fines de semanas. Todos los del curso estabamos totalmente de acuerdo con que queríamos algo nuevo, un lugar único e inolvidable. Llegamos a la conclusión de que viviríamos la gran tradición de la mayoría de los egresados en Argentina, viajar a San Carlos de Bariloche.

Fue difícil planificar todo pero nuestros padres hicieron un gran trabajo.

—Ya quedan tan sólo cuatro horas, alcohólica —comenzó a molestar Chris.

—Para con esa estupidez, imbécil —le respondí controlando mis ganas de mandarlo a la mierda.

—¡Está bien, oye! sólo intento aliviar la espera querida hermana —dijo con simpatía.

—Tu manera de "aliviar la espera" te la puedes meter bien por el—

—Trasero, Laurencita, trasero —me tapó la boca para frenar la groseria que estaba por decir.

Al instante lo empujé y se fue riendo a su cuarto. Suspiré con fastidio y me senté en el sillón para escuchar un poco de música. En ese momento creí que iba a conseguir la paz un rato al menos, pero no, apenas tomé el celular pude notar unos cien mensajes de WhatsApp del grupo de amigas del curso, en realidad era con las únicas que me llevaba bien. Las temáticas de los mensajes no eran otras que el viaje, su emoción, su ansiedad y toda su locura por lo que se estaba por venir.

La Coordinadora | camren⚠️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora