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¡ÚLTIMOS CAPÍTULOS!


En el kinder, me pidieron que me describiera en una palabra. Dije "sádico".
Al principio fueron curiosos acerca de cómo un niño de 6 años sabía tal palabra, pero a medida que pasaron los años se dieron cuenta de que era extremadamente preciso. Encontré alegría en el dolor de otros, yo siempre estaba en problemas por lastimar a otros niños, solía matar salvaje-mente animales como un hobby.

Me conocían como un monstruo.

Estuve en terapia durante años, y el único tipo de "ayuda" que podían darme eran medicamentos recetados.

Fui ridiculizado entre mis compañeros, compadecido por mis padres, y percibido como débil por mis hermanos.
Esos días se han ido, pero estaban en lo correcto sobre una cosa.

Yo era un monstruo.

Nunca lo pensé mucho. Hasta que el lo dijo.

"Eres un maldito monstruo de la naturaleza, absolutamente patético, lo siento por ti, eres débil y lo sabes, así que heriste a gente inocente, no voy a tomar tu caso". El abogado me dijo.
"¡Esa gente no era inocente!" -exclamé. "¡Ellos eran despiadados!" Lloré, tenía toda la razón en el mundo para hacer lo que hice.

"¿Despiadados? ¿Te refieres a tus amigos en la escuela? Con los que te sentaba todos los días, los que pensaban que eras amable y popular ¿Y qué hay de tu madre? Quién estaba allí para usted todos los días, y lo sostenía todas las noches después de su padre. O su hermano, qu-"

"¡No empieces por mi hermano, él fue el que me pidió que matara a toda esa gente!" Grité.

"¿Le pidió que lo matara?" Me preguntó, haciéndome callar. "¿O le pidió que matase a la familia de Kieran Dale, o a su vecina? ¿Le pidió que matara a ese oficial?"

Agarré el lápiz que sostenía firmemente en mi mano mientras sentía la ira burbujear dentro de mí.

"Sí, he leído tu archivo, después de que tu papá se fue cuando tenías 5 años, tuviste una vida bastante buena, pero estabas herido, tuviste serios problemas con papá. Pequeño monstruo psicópata qu- "

"¡Cállate!" Grité mientras me lanzaba hacia el abogado. "¡Cállate, cállate!" Seguí gritando mientras lo apuñalaba en la garganta con mi lápiz afilado.

Su camisa blanca estaba empapada de rojo y todo lo que podía hacer era reír.

Te dije que no leyeras este libro.

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