Amelia caminaba sin apuro, quería correr, sentir el corazón agitado y tal vez poder tropesarse y caer en los brazos de alguien apuesto. Eso podría pasar, tan sólo si amelia fuera normal. Pero esto no era algo que deseara siempre, sólo cuando se acordaba de que existía más de lo que podía ver y escuchar. Ahora, en su cumpleaños número 13 lo anhelaba, lo anhelaba tanto como que el camino que terminaba en una puerta de madera húmeda se alargara. Pensaba, mientras daba pasos cortos mirando sus desgastados zapatos que había crecido unos centímetros desde la última vez que vio a su madre. Su sombra la seguia el paso por las blancas paredes y ella no podía estar más agradecida de que su única compañía nunca la abandonara. Su caminata terminó. Su sombra se coló a través de la puerta, dejándola al descubierto. Torció los labios con nerviosismo, su madre ya sabía que estaba al otro lado de la puerta y aún así se daba su tiempo para recibirla, siempre tan indiferente y Amelia siempre tan inoportuna. Seguro esperaba que tocará, lo hizo con cuidado de hacer mucho ruido y antes de siquiera pestañear, una mujer de cabello gris la recibió con los brazos cruzados y una sonrisa cansada pero despreocupada.
- Hola amelia, la última vez que te vi usabas coletas. Aunque sigues teniendo las mejillas redondas.
- Carolina, me agrada verte otra vez.
Amelia la miró por unos segundos, esperando una respuesta por parte de su madre, pero esta sólo se iso a un lado para que la niña entre a la pequeña habitación. El viento agitó los cabellos grises de la mayor haciendo que el ambiente se inundara de aroma a menta y cigarrillos. Las calles y pistas estaban llenas de polvo y el aire se sentía pesado, Carolina prendió el aire acondicionado, miró por la ventana, desde el quinto piso se veían los autos pasar, los caminos llenos de tierra y ojas secas y las mujeres barriendo sus veredas con mascarillas celestes y blancas cubriendoles la nariz. Para Carolina un cuadro repulsivo capas de inquietar a cualquiera, para amelia sólo una consecuencia más de la miseria de vida que llevaban. Aún así ninguna dijo nada, sólo contemplaron las calles desde la ventana, incapaces de procesar tanta mala suerte.
Carolina miró a su hija dedicándole una sonrisa amarga, amelia comprendió que eso sería todo lo que recibiría de parte de su madre en su cumpleaños, aún así albergaba la esperanza de que algo más le esperaba.
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Mi Historia Gris
Science Fictiones sólo un borrador😊 así que si hay fallas no juzguen, recién empiezo