En el momento que menos pensaba, con el corazón roto y herido, lo vio por primera vez; Liam, dueño de una bella sonrisa, con ganas de comerse al mundo cumpliendo sus sueños....
Ella era Anna; una chica con la sonrisa rota, de mirada apagada, sin ganas de seguir adelante, pero siempre buscando algo que le caliente el alma.
Él la reconocía por su andar pausado y su perfume a vainilla, intuía que aquella joven de cortas respuestas era como El, en el pasado, quería que ella disfrutara del momento; dispuso la mesa como todos los días...de forma invisible.
No sabían que era imposible ese amor. Ella era todo un derrumbe emocional y él era esa calma que Anna ansiaba en su vida.
Ella se iba apagando cada día que tuvo miedo, miedo de que el vea su alma, que no le sonriera cuando le entregara el café que tanto necesitaba.
Lo que no sabía era que Liam no podía verla de esa forma, ni de ninguna... le sirvió el café sonriendo y por primera vez vió sus ojos muertos... era ciego; y le dio la más dura lección que le podrían haber dado...
Le enseño a amarse tal como era.
