Dos de la tarde, Wisconsin no era muy poblado después de la comida matutina, realmente llegaría tarde si no me apuraba. Salte algunos charcos y mis tobillos montaron al tacto, maldecí bajo; odiaba sentir mis tobillos mojados... En especial con agua posada. Había terminado de llover hace más de 15 minutos y aún podía sentir diminutas gotas de agua esparcidas en todo mi cabello, el viento soplaba sueve y una calma se formo en mi cara cuando pude ver la pequeña cafetería de John, trote más rápido par ganar tiempo. Ahí se encontraba John McCain, dueño y por cierto mi jefe, me miraba mientras negaba repetidamente con su cabeza llena de pelo cobrizo.
"Llegas tarde, otra vez." Dijo mientras se acercaba con un pañuelo.
Hize una mueca, quizás no debí dormir tan tarde anoche.
"Sí, lo sé. Pero ya sabe... No dormí un tanto temprano." Dije mientras hacía levantar mis hombros.
"Haz tu trabajo." Avento sueve el pañuelo hacía mi, lo tome en manos y lo arrugue un poco. "... No te gustaría menos sueldo, lo sabes."
Asentí y me di vuelta. Aburrido, eso era mi jefe, un aburrido. Vivía solo con su hija de 16 años, su esposa Elizabeth murió cuándo la pequeña apenas tenía 7. Accidente automovilístico, borracha a 100 milla por hora. Según Arnold, el cajero, era prostituta en un bar privado en las afuera de New York y John se llego a enterar dos meses luego de su muerte. Supongo que por eso es así, nadie sabe.
Blorresh, siempre estaba abierto las 24 horas del día. Hacía turno de noche y una que otra vez de tarde, a mi hermano no le agradaba la idea que trabaja de noche pero el más que nadie sabe que sin el dinero que gano no podría salir a adelante. Sostenía una escoba mientras divisaba a un nuevo y fresco cliente, Arnold le sonrió y anoto lo que sea que vino a comprar este señor.
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