24| El error ✓

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Todo estará bien, Catherine dijo Harry mirando a la pecosa con los ojos llorosos por el rabillo del ojo.

—No Harry —susurro la joven abrazandose a sí misma.

Ambos se encontraban frente al marco de la siguiente puerta. Las piezas que habían quedado, de milagro, en pie cubrían a Hermione y a Ron.

Catherine se abrazo con fuerza a sí misma, acariciando sus brazos. Y Harry sin poder evitar sentir culpa se arrojó a la joven y la abrazo con tanta fuerza que incluso logro sentir los constantes latidos de su corazón.

—Tenemos que ir —agrego Harry dando fin a la muestra de afecto.

Aún sin muchas ganas, Catherine asintió y cruzó la puerta, seguida de Harry. Este último seguía sorprendió por su inesperada acción.

—¡Puaj! —soltó de pronto—. ¿Pero que es ese olor?

—Tuvimos suerte de no pelear contra eso —murmuro Catherine señalando el responsable del nauseabundo olor.

Un troll derrumbado en aquella sala, aún había rastros de baba y algo de sangre. Una escena poco agradable para el dúo.

—Ven, vamos —se apresuró Harry arrastrando a Catherine de la muñeca.

Ambos cruzaron la sala sintiéndose alegres de no percibir más aquel nauseabundo olor.

—¿Pero que es eso?

Harry se encogió de hombros y ambos se acercaron a la siguiente prueba. Una alargada mesa con un montón de frascos de diferentes líquidos contenidos. En frente de todo aquello, un pergamino enrollado estaba sobre la mesa, algo maltratado por supuesto.

—Esta debe ser la prueba de Snape —afirmo Harry dándole una leída al pergamino.

—¿Qué dice?

Catherine se paró de puntillas y asomo la mirada por encima del hombro de Harry, quien ladeo su cuello al sentir la respiración de la pecosa. Aquello no le había incomodado.

—Es un... acertijo —no era el fuerte de Harry—. ¿Sabes algo de esto?

Catherine tomo el pergamino y arrugo la frente confundida.

—Para nada —admitio—. Debió haber venido Hermione —se lamentó.

—Podemos decifrarlo, ¿no?

—Mmm... ese fuego lo he visto antes.

Harry miro confuso detras de su espalda. En efecto, habia una extraña chimenea por la cual danzaba un peculiar y llameante fuego negro.

—¡Por supuesto! ¿Como no lo vimos antes, Harry? —el susodicho no entendía de que hablaba su amiga.

Presurosa, Catherine corrió a la mesa y releyo el pergamino. Arrugo la nariz un par de veces, en ocasiones le echó miradas acusadoras a los frascos y en otras tantas rasco su nuca.

—¿Qué haces? —se atrevió a preguntar Harry.

—Solo una de esas botellas contiene vino y no veneno —afirmo después de unos minutos.

Y tan rápido como respondio, soltó el pergamino amarillento y mirando con detenimiento la mesa, tomó el frasco con vino.

—¿Es está? —pregunto Harry sin ocultar su asombro e inseguridad.

—Por supuesto.

Era cierto. En otras circunstancias, la pecosa no habría parado de alardear a Sara lo que habia logrado, logró decifrar un acertijo. Por primera vez en años.

Mi Unico Propósito (Harry Potter y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora