Todos nos miramos sorprendidos: Nadie sabe qué decir ni qué hacer. No queremos que Agustín muera pero, realmente, ¿Hay otra alternativa?
El herido comienza a retorcerse en el suelo y a soltar unos pequeños quejidos debido al dolor. Todos nos acercamos a él, rodeándolo.
—¿Qué ocurre? —Pregunto preocupada, mientras me arrodillo a su lado.
—Está a punto de convertirse... Por eso la herida le duele más de lo que lo haría habitualmente —Responde Mirage.
—¿Tan rápido?
—Por las cosas que he visto durante estos días... Este tipo de zombies especiales propagan el virus de una forma mucho más rápida. Además, la herida es muy profunda, lo que empeora la situación. No deben quedarle más que minutos
—A... Aléjense —Logra balbucear Agustín —Cu... Cuídense...
Aunque ninguno de nosotros quiere hacerlo sentir peor, obedecemos por nuestra seguridad, retrociendo un par de pasos.
Apenas terminamos de movernos, somos conscientes de la alta probabilidad de que esas hayan sido las últimas palabras de Agustín, ya que notamos que ha sufrido un desmayo.
O eso creíamos.
Aunque tiene los ojos cerrados, su cuerpo comienza a moverse lentamente, sufriendo de espasmos. Paulatinamente se contorsiona y retuerce cada vez más, mientras Mirage extiende su brazo izquierdo, tratando de marcar distancia entre Agustín y nosotros.
Entonces nuestro compañero abre los ojos.
Sus pupilas y su iris ya no son color negro y café, si no que han tomado un tono blancuzco, que hace a su mirada mucho más amenazadora.
Antes de que cualquiera de nosotros, incluido Agustín, pueda moverse mucho más... Me encuentro oyendo un disparo que retumba en el local, protagonizando lo que antes era un absoluto silencio.
Mirage vuelve a guardarse la pistola que había conseguido.
Tardo unos minutos en reaccionar: Se me hace difícil recordarlo todo, aunque sé que debería ser sencillo. No sé cómo he llegado hasta este punto, al punto de tener que ver a un chico que conozco hace tiempo morir frente a mis ojos.
Aunque no éramos amigos íntimos, tengo que hacer un esfuerzo para no llorar. Un esfuerzo bastante grande, debido a la fuerte mezcla de emociones entre el shock y la tristeza. Nadie merece morir así...
Instintivamente observo a Mauro y a Javier, que luchan por esconder las lágrimas que se escapan de sus ojos: Los tres eran muy unidos, algo así como trillizos separados al nacer. Les costará mucho superar esta pérdida de su amigo, aún más habiendo visto todo, yo no podría imaginarme mi vida si...
Un nudo se forma en mi garganta apenas intento imaginármelo: Mi mente ni siquiera quiere pensar en una vida sin Julián.
Paso una mirada rápida por el resto del grupo, y veo que aunque el resto de los chicos logran contenerse, todos tienen los ojos húmedos.
Definitivamente esto no es justo.Terminamos de registrar lo poco que nos faltaba del negocio; Estuvimos un largo rato debatiendo qué hacer con el cuerpo de Agustín, pero todas las maneras que se nos ocurrían para llevarlo al campamento parecían demasiado tétricas.
Cubrimos el cuerpo de nuestro amigo con una cortina blanca que se encontraba en el local y, aunque nos disgusta la idea, nos ponemos de acuerdo con la opción de dejarlo aquí. Oh, Agus, espero que lo entiendas...
Mientras los demás realizan una última revisión del lugar, yo decido mantenerme quieta en una esquina de la tienda, ya que considero innecesario quedarnos aquí mucho tiempo más.
Noto como las lágrimas empiezan a acumularse en mis ojos y tengo que tragar saliva para evadir otro nudo en la garganta. Mierda, Íngrid, no llores ahora...
—Acabas de decir que eres agnóstica, y sé que probablemente no estés pensando en tus creencias ahora... —Noto que alguien deja su mano en mi hombro —... Pero yo estoy convencido, muy seguro, de que existe un más allá. Y que Agus está mejor allí.
Le sonrío débilmente al dueño de la voz.
—Gracias, Alejandro
Es bonito ver que alguien tan pequeñito puede tener tanta bondad en su interior.
Sin embargo, se me hace imposible evadir un pensamiento de mi mente: ¿Sólo él estará mejor? ¿O todos lo estaríamos?—Esos zombies rápidos.. ¿Qué mierda son? —Pienso en voz alta fuera del local.
Ya casi hemos terminado de guardar el armamento en los vehículos, y pronto estaremos listos para volver a nuestra ubicación de residencia temporal.
—Yo los llamo corredores —Habla Mirage —Son un estado evolucionado de los zombies corrientes, o eso deduzco. Son mucho más feroces, al parecer. Creo que existen pocos pero no tengo ni la menor idea de cuándo ni por qué se generan.
Cuando todos estamos a punto de subirnos a los autos, Luciano llama nuestra atención.
—Miren hacia allá — Dice mientras señala una ruta paralela al local. Ésta tiene pastizales desiertos a los lados y dudo que haya mucho más a lo lejos. —No parece que haya zombies, quizás deberíamos investigar un poco.
—¿Realmente te parece una buena idea?
Por un segundo lo considero una idea brillante, ya que Luciano, posee junto con Nacho una característica de familia que desgraciadamente yo no heredé: Tienen suerte. Probablemente si los tres nos encontráramos rodeados por cincuenta zombies, cuarenta y nueve de ellos vendrían hacia mí. Por lo que, si Luciano intuye que la ruta es una buena opción, no veo motivo para no creerle.
Lamentablemente, hoy en día, la intuición ya no es suficiente.
—Íngrid, ¿Me he equivocado yo alguna vez? —Dice Luciano con aire vanidoso.
—Oh, sí, ¿Recuerdas cuando éramos niños? ¿Antes de que te mudes a Brooklyn por unos años junto con tus padres? —Habla Nacho, bromista.
—¿Qué hay con eso? —Responde Lucho con tono brusco.
—Fuimos a la playa y golpeaste a Íngrid debajo del agua creyendo que era un pez gigante
—No pensé que las palas de juguete podían hacer tanto daño —Me froto la cabeza como si mis sentidos estuvieran recordando aquellas vacaciones —También está esa vez que confundiste La Casa Rosada¹ con una de muñecas Barbie en tamaño real. Desde joven buscando mujeres...
—O también está esa vez que...
—¡Ya basta! —Exclama Luciano —Tan sólo fue una sugerencia.
—Yo digo que confiemos en Lucho —Opina Nacho —Pero deberíamos arriesgarnos y comenzar ahora. Si volvemos al campamento se hará de noche, y mañana quizá no tengamos suficiente combustible.
Noto que, salvo a nosotros tres, a nadie le agrada mucho la idea de tirar todo a la mierda por algo que puede ser nada. Y sinceramente, pensándolo así, a mí también deja de convencerme... Pero tenemos que arriesgarnos.
El resto del grupo cruza miradas, pensativos.
—Bien... Yo también apoyo al clan familiar —Declara Tiziano —¿Qué podemos perder?
Entonces, luego de un tiempo más de debate, decidimos ir por la ruta y emprender nuestro viaje.
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Cuando El Apocalipsis Empieza (Masacre Mundial 1)
Action"¿Por qué tengo que convivir con once chicos que, además, me tratan mal? Me frustra que crean que por ver una maratón de Zombies Al Amanecer sabrán utilizar los cuchillos. He matado a casi media escuela convertida en esas cosas, he conducido de aquí...