Era 12 de noviembre, cuenta que realicé mi pensar y llegue a la conclusión de que las heridas siempre ha de cicatrizar, por más grande, por menos pequeñas, pero es cierto y coherente que una herida nunca se borra por completo, porque quedan esas cicatrices, esas marcas, esas llagas que te marcan la piel y la vida por siempre...
Noches cálidas las de aquel invierno, unas poesías bien escritas, unas copas de vino bien servidas y tomadas, o unos cigarrillos bien encendidos y fumados o incluso algunas noches sin dormir, pero cada cual a su forma, cada cual con su manera de cicatrizar las unas que otras heridas...
Y a la verdad era un pecado, evitar ese tanto calvario porque eso siempre era más que necesario hacerlo, hoy más que nunca como este febrero, meses después me doy cuenta, que olvidar fue la mejor manera, aunque hoy ya tenga consecuencias, si, pero no iban a ser peores que una herida abierta o que a mi espalda siguieran llegando esas flechas o que tu me trataras como basofia de verás, porque una herida simplemente no cierra por completa, deja su marca a la deriva de su cuesta.