Maldita sociedad

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INTRODUCCIÓN

Esta es la historia de una señora mayor que durante toda su vida ha vivido grandes enfrentamientos con situaciones de la vida. Uno de sus grandes problemas ha sido la sociedad. Ahora que se ha hecho mayor, se da cuenta de que la sociedad ha empeorado aún más. Y quiere impedirlo. Con sus descabelladas ideas y su gran imaginación intenta salvar el mundo del gran desastre que es la sociedad.

CAPÍTULO 1

Clara despertó por culpa de un dolor punzante en su rodilla. Y es que claro, con sus setenta y dos años no le sorprendía para nada que le doliesen todos los huesos y articulaciones. Miró la hora de su pequeño y modernizado despertador. Eran las siete y cuarenta y dos de la mañana. Probó a dormirse de nuevo, pero no lo consiguió. "En fin, ya me está bien. He dormido mucho" pensó.

Se levantó con la misma dificultad de siempre. Fue al baño a deshacerse de sus necesidades. También con dificultades. Salió y, a pasos lentos entró a la cocina. Ya no era la misma persona atlética que cuando era joven. Se preparó un café.

El médico le dijo que vigilara con la cantidad de cafeína que tomara: 3 veces a la semana como máximo. Pero ella no le hacía caso. "No se va a enterar", pensó. Ella era una amante del café.

Cogió el café y un trozo de chocolate negro. Tomó asiento en la misma silla de siempre. Tomó un sorbo del café y dio un mordisco al chocolate. Miró a la silla que tenía enfrente. Suspiró. Ese era el sitio de su marido. Él no llegó ni a los setenta. Murió de un cáncer de pulmón. Fue un fumador desde los catorce años. No hubo día desde entonces que no hubiese fumado. Clara le avisaba, y él no le hacía caso. Y así acabó.

La mujer acabó su desayuno. Miró la hora. Eran las ocho y catorce. Resopló bien fuerte.

Le respondió el silencio que le acompañaba en su grande y vieja casa. "Una casa tan grande y yo aquí sola viviendo en ella".

Clara tenía dos hijos. Ahora tenían su propia família. Pero siempre se excusaban de que estaban ocupados. Eso hacía sentir a Clara aún más sola.

Miró por la ventana. El sol salía por el horizonte invernal. A la anciana se le iluminó la cara con una sonrisa. Ya sabía como combatir la soledad y el aburrimiento.

"Mundo, allá voy." pensó y a su máxima velocidad fue a su habitación a prepararse.

CAPÍTULO 2

Clara salió con una sonrisita de su casa. La calle estaba desierta. No era de sorprender, ya que todavía eran las nueve menos cuarto. Se sentó en un banco de la plaza principal.

Observaba el mundo curiosamente. Parecía una niña que sale por primera vez a dar un paseo. Lo hacía porque sabía que pronto no podría hacerlo. Era consciente de que algún día se dormiría y no despertaría nunca.

Sus pensamientos se desvanecieron en el aire con el ruido provinente de la otra punta de la plaza. Por ahí pasaron padres los niños, que iban a la escuela. Clara les sonrió. Muchos niños que la vieron le miraron con mala cara. Pero ella seguía sonriendo. Vio entrar a todos los niños a la escuela que había situada al cruzar la calle. La abuela se los quedó mirando. Suspiró. Se intentó levantar. Cogió su bastón, pero se le cayó al suelo. Cayó de tal forma que la anciana no podía cogerlo. Se estiró todo lo que pudo. Entonces le apareció una mano joven cogiendo el bastón y acercándoselo. Clara lo cogió. Levantó la mirada y vio a un joven niño de unos diez años, aproximadamente. Tenía el pelo oscuro y bastante largo, por debajo de los hombros. Le miraba con unos inocentes ojos verdes.

-Tenga, señora.- le dijo con una vocecilla alegre y un acento diferente. ¿Tal vez gitano?

-Oh, muchas gracias, guapo.- agradeció Clara. Se apoyó en el bastón y lentamente se levantó. El niño le sonrió muy dulcemente.

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⏰ Última actualización: Mar 13, 2014 ⏰

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