Desde el momento en el que Hoseok lo propuso, Yoongi supo que era una mala idea.
Presentar al mejor amigo de Hoseok con el mejor amigo de Yoongi en una cita a ciegas no podía traer nada bueno. Lo único que ocasionaría era que ambos chicos se sintieran obligados a seguir viéndose para no lastimar a sus mejores amigos.
Después de unos meses, sin embargo, Jungkook y Jimin parecían estar juntos por voluntad propia. Pasaron meses y Yoongi creyó que quizá debería de empezar a confiar un poco más en las descabelladas ideas de Hoseok.
Pero esa creencia se esfumó cuando unos meses después los problemas empezaron. Y ahora se encontraba aquí, consolando a un Jungkook completamente devastado. Su camiseta empapada en las lágrimas de su amigo y sus inútiles palabras reconfortantes no parecen llegar a los oídos de Jungkook.
Odia a Hoseok por haberlo metido en esto y recuerda con amargura el beso que se dieron en la puerta de su departamento antes de que cada quien tomara camino para consolar a su amigo, cada quien el suyo.
Hoseok tenía todas las de ganar. Él sí era bueno consolando a las personas y siempre tenía las palabras adecuadas para hacerlas sentir mejor. Seguramente Hoseok sí estaba siendo de mucha ayuda para Jimin, no como Yoongi.
No es que él no tenga sentimientos, sino que siempre se le ha dificultado expresarlos. Tal como ahora que no sabe cómo hacerle entender a Jungkook que le duele verlo llorar y que, incluso si Jungkook aún no le ha explicado lo que pasó, lo entiende.
Aún así, a pesar de que su corazón se estruja con cada sollozo de Jungkook, Yoongi no puede odiar a Jimin. Había conocido a Jimin incluso antes de que Yoongi y Hoseok se mudaran a vivir juntos y, desde el momento en el que lo vio, el chico le había caído bien.
No lograba imaginarse a Jimin haciendo algo tan malo como para hacer llorar a Jungkook. La incógnita era cada vez más confusa.
― Creí que él era el indicado, hyung ―las palabras de Jungkook se amortiguan en la camiseta de Yoongi y se aferra más al delgado cuerpo de su hyung.
Yoongi se decide a pasar incómodamente sus dedos por el brazo de Jungkook porque no se le ocurre ninguna otra cosa qué hacer.
En sus discusiones con Hoseok, siempre es el otro quien arregla el problema. Aunque no está muy seguro de querer decirle a Jungkook que a veces sólo finge estar enojado porque sus problemas maritales con Hoseok siempre se arreglan con—
. . .
―Sexo ―los ojos de Jimin se abren cuando la palabra deja los labios de Hoseok. No esperaba que los consejos de su hyung favorito fueran a ser tan... explícitos.
Hoseok se ríe por la cara de confusión de Jimin, pero unos segundos después vuelve a dejar su rostro en blanco.
―Hablo en serio.
Jimin no parece muy convencido y su rostro lo demuestra: tiene el ceño fruncido y la mirada perdida.
―No creo que eso funcione con Jungkook.
―Pero, ¿qué dices? ―Hoseok queda perplejo―. Eso funciona con todos.
―No estoy seguro ―Jimin niega con la cabeza, encogiéndose de hombros y removiéndose en su silla. Jungkook no es como todos.
Hoseok da golpecitos en la cabeza de Jimin.
―Tienes que escuchar a Hoseokie hyung. Incluso inventé una frase; pon atención ―Hoseok inhala y estira sus manos poéticamente antes de recitar―: si tu pareja está enojada, lo arreglas con una mamad-
―Okay, hyung, ya entendí ―las mejillas, frente y cuello de Jimin están rojos. Es raro porque Jimin no es ningún santo y... oh. Eso hace a Hoseok darse cuenta.