Vacío

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Capítulo I

Dos meses habían pasado exactamente desde la muerte de mi querido bisabuelo. Las tardes las sentía pasar demasiado lentas y aburridas; la emoción por la aventura que me había recorrido el cuerpo entero, de un momento a otro se había desvanecido al igual que la tinta bajo el agua. Aquél cuaderno que tanto me había llenado la cabeza de curiosidad, ahora se encontraba sobre el pequeño librero de piso que tenía dentro de mi habitación. Las pastas negras se encontraban aprisionadas entre las pastas delgadas de los tantos libros de cuentos que solía leer cuando era una niña.

¿Qué había pasado para que mi interés mermara? Era muy simple a decir verdad. Aunque leyese aquellas líneas incontables veces, no había podido obtener ni siquiera una pista. Uno simplemente no puede comenzar a caminar sin tener un inicio o una meta a la cual llegar. Si, lo sabía de antemano, quería descubrir si aquella historia era real o si mi bisabuelo la había escrito hace muchos años atrás bajo el clamor trémulo de una vela encendida en la oscuridad.

Los días pasaban fugaces al igual que las estrellas sobre el cielo nocturno. Los programas en la televisión eran repetitivos, y el té frío por las tardes se había convertido de pronto en una tradición ilógica que en ningún momento me obligaron a seguir, pero aun así lo hacía, y disfrutaba con pleno placer la bebida amarga recorrer mi garganta.

Yo no trabajaba, tampoco había podido terminar la universidad, ya que por ser una omega, el derecho que yo tenía a la educación, mi familia me lo había arrebatado con la estúpida excusa de poder en un futuro conseguir un buen alfa al cual servir. Eso yo lo sentía verdaderamente fuera de lugar, ya que ahora ya no se acostumbraba mucho a emparejar familias. ¡Estamos en otra época por el amor de Dios!

En segundos pensé que mi situación no era muy diferente a la de Midori, y hasta en cierto punto llegué a sentirme un poco identificada con su historia. Oh, pobre de Midori, no he podido dejar de pensar en su desafortunado destino; ya que al pertenecer al género omega, se vio forzado a obedecer todas las ordenes que le habían dado a pesar de estar siempre en contra de su voluntad.

Midori había perdido mucho más de lo que había ganado, si tan sólo hubiese seguido sus propios instintos, quizás habría podido terminar sus días de diferente forma. Pero a todo esto, ¿quién es Midori? ¿Recuerdan el viejo cuaderno que tomé prestado de la casa de mi bisabuelo? Bueno, cuando lo abrí por primera vez, yo había quedado impresionada, al ver lo viejas que eran las hojas en las cuales había escrito palabras casi ilegibles con tinta color carmesí.

La elegancia que había en los trazos era sumamente arcaica, en aquél entonces era bastante común que una persona cercana a los lujos como la educación, tuviera la habilidad de poner cuidado y perfección tanto en su escritura como en su persona. Según Midori, todo en su vida era igual a una pequeña ceremonia, en la cual no estaban presentes los errores y la indulgencia.

Midori provenía de un mundo magnífico, nebuloso y cruel. Las apariencias eran revestidas a diario con máscaras de carnaval hechas de satín brillante y lentejuelas iridiscentes, y eso era para poder esconder el verdadero infierno en el cual había ido a parar, solamente por el hecho de haber nacido como un omega, un omega de calidad como le habían dicho una vez hace mucho tiempo ya.

Midori era la personificación de la más sublime sensualidad y belleza que un omega podía llevar consigo. Ningún alfa había podido el evitar caer rendido bajo sus pequeños pies de porcelana, revestidos con las más finas telas de algodón. Midori había sido vida y muerte al mismo tiempo; deseo y perdición.

En estos días, el que un chico nazca como un omega, es sumamente difícil y raro. Según el censo del país, el nacimiento de un omega hombre es de uno entre más de mil millones de omegas mujeres, en otras palabras, el que un hombre nazca como un omega es más que un acontecimiento divino.

MidoriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora