La verdad es incluso más rara de lo normal

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Me duelen todos los huesos de estar quieta esperando a que suceda algo. Tumbada en el suelo detrás de un arbusto no se pueden hacer muchas cosas, que digamos.

Una colina a 100 metros de mi objetivo es dónde he encontrado el único escondite en 3 kilómetros a la redonda. Absent está a mi derecha, agazapado detrás del mismo arbusto. Clarvi ha conseguido encontrar una roca donde esconderse a mi izquierda.

Aunque no la veo, sé que​ todos miramos al mismo punto: una playa de arena blanca y olas que rompen contra la orilla. Me habría gustado si no estuviera a 10 kilómetros de Silauren, territorio en el cual nuestras cabezas valen más que mi casa.

Lisve, que está escondida en el agua, ha dicho que el rey pasa por aquí cada mes con su familia, y que si escuchamos lo que dice nos será de utilidad para derrocarlo. Bueno, de hecho se lo ha dicho a Clarvi y Absent, con "comunicación mental". No tengo ni idea de lo que significa. Después de 10 minutos sin pausa para intentar que lo entendiera, Clarvi se ha rendido y ha dicho que lo viera por mí misma. La sensación que vino a continuación fue como si hubiera aguantado la respiración 1 minuto después de beber 3 litros de cerveza. Aparte del increíblemente fuerte mareo estoy segura de haber oído a Clarvi reírse en mi propia mente.

La peor experiencia de mi vida.

Y ahora estoy aquí, sin ninguna idea de lo que vamos a hacer. Los magos han sembrado todo el terreno de magia, pero aún así mis dedos están jugueteando con la cuerda de mi arco.

Cuando finalmente hay un movimiento en el horizonte, casi salto de la impaciencia. Por el camino que lleva a la playa empiezan a aparecer soldados, que se posicionan para proteger la playa. Entonces aparece una carroza dorada tirada por 4 caballos blancos exageradamente acicalados. Tiene la firma del gusto de la familia real por todas partes.

Cuando las puertas se abren y Caler desciende del transporte, Absent tiene que agarrarme de los brazos y taparme la boca para que no salte y le dé a su Majestad una torta en la cara.

- Déjame! Voy a arrancarle la cabeza! - digo, pero cómo me tapa la boca, suena como "Mpféme! Mf m mrrfclarme mlafbeza!"

El rey se gira y ayuda a alguien a bajar a alguien de la carroza. Una niña de no más de trece años, con unos grandes ojos oscuros enmarcados por una melena negra. La princesa Ayna, el orgullo del reino. Le sigue en chico que parece la versión adolescente de Caler, con la diferencia de unos ojos azules. Su heredero, el príncipe Learco. Su madre murió hace años.

Los tres caminan hacia la playa, Ayna cogida del brazo de su padre. Learco les sigue de mala gana. Siempre que querido saber qué piensa alguien cómo él de su padre. ¿Será algo cómo " Oh sí, mi padre es uno de los mayores tiranos de la historia. De mayor quiero ser cómo él".

Pasean un rato por la playa, hablando y hablando y parándose a sentir el viento en la cara. Es tan aburrido que me dan ganas de saltar y decir algo cómo "¡Eh, llevamos una hora esperando!" , pero Absent me sigue tapando la boca.

15 minutos después, cuando voy a preguntarle a Absent si quiere jugar al "veo, veo", sucede algo. La princesa se calla de golpe, se le tensan todos los músculos y se desploma.

El rey se pone histérico. Empieza a chillar y a intentar que Ayna reaccione, mientras Learco corre hacia los soldados y empieza a darles órdenes. Ellos no tardan en sacar algo del equipaje de la carroza, y cuando uno se dispone a correr y entregárselo al rey, Learco se lo arranca de las manos y lo hace él mismo. Cuando llega hasta su hermana puedo ver su rostro crispado y lo que sujeta entre las manos. Una botellita de cristal, llena de liquido rojo.

Derrapando, se arrodilla junto a su hermana,  y vacía el contenido en su boca.

Todo el mundo aguanta la respiración durante 5 segundos enteros.

Finalmente la princesa coge aire, mientras el resto de nosotros lo soltamos. Tras intercambiar unas palabras con su padre, la lleva en brazos hasta la carroza. La familia real desaparece tan rápido cómo han aparecido.

Los tres salimos de nuestros escondites y nos dirigimos hacia la playa.

- ¿La princesa Ayna sufre alguna enfermedad? - pregunta Absent.

- Se supone que no. -contesto.- ¿Qué haces? - pregunto a Clarvi, que ha empezado a recitar un conjuro. A sus pies hay una gota roja, que ha debido caerse.

El aire se estremece un segundo. Después, delante de nosotros empieza a formarse una imagen en tres dimensiones, un holograma. Es un silde joven, con una mata de cabello rubio oscuro y una gran sonrisa.

- El frasco contenía una poción hecha con sangre de silde.- responde seriamente. - Y esa sangre pertenece a Tuhon. Tiene menos de 24 horas. -

Las lágrimas amenazan de salir de mis ojos, pero sólo puedo pensar en una cosa: Tuhon está vivo.

Sildes, los hijos del aire.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora