Capítulo único

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Inhala. El olor del mar llena sus pulmones y una sonrisa se desliza por sus labios. Exhala. Mira el majestuoso paisaje frente a sus ojos bañado únicamente por la luz de la luna. Se deja caer en la arena, sus brazos y piernas completamente extendidas, sus ojos ahora clavados en el magnífico cielo bañado de estrellas. Su corazón late desenfrenado, ante el ambiente, ante los recuerdos. Alza las manos hacia el cielo y aunque esté lejos de este, siente que sí es capaz de tocarlo. Taehyung afirma con convicción que ha tocado como mínimo mil veces el cielo con sus propias manos.

Las estrellas titilando en el cielo nocturno evocan en su mente una silueta, una sonrisa, un par de ojos tan oscuros como la noche y tan brillantes como esas estrellas. Jungkook, su mente está llena de él. Desde que lo conoció su mente sólo está llena de él.

Fue en el verano de sus 11 años donde lo vio por primera vez. Sus padres pensaron que sería una buena idea pasar esa instancia en la playa y Taehyung se autodenominó el niño más feliz del mundo cuando a través de la ventana del auto vio como se acercaban al mar. Quería pisar la arena con sus pies descalzos, sumergirse en el agua, dejar que las olas le golpearan, construir castillos de arena que más tarde la marea se llevaría y observar cada atardecer. Porque sí, para alguien tan soñador como Taehyung, ver el sol esconderse era de las vistas más maravillosas que podía existir. Y pensaba que nada podría igualarse a ello, pensaba que no podía ser más feliz de lo que ya era en ese momento, hasta que lo conoció a él.

Jungkook, a diferencia de Taehyung, había permanecido sus 9 años de vida viviendo en una hermosa casa a orillas del mar. Su familia era dueña de un par de cabañas de la zona, las cuales solían ser rápidamente ocupadas durante esa fecha por los veraneantes. La señora Jeon con una sonrisa amable se había presentado frente a los Kim, entregándoles las llaves de la cabaña mientras les proporcionaba información básica y ayuda para que su instancia ahí fuese agradable. Pero a Taehyung poco le importaban las conversaciones entre adultos y, con ojos curiosos, observó al chico que se aferraba a la falda de su madre, intentando esconderse tras de ella.

―Cariño, saluda a los Kim ―La mujer lo había tomado por los hombros, dándole un leve empujoncito hacia adelante para animarlo. El pelinegro hizo una pequeña reverencia con la cabeza, jugando nerviosamente con sus manitas mientras sus mejillas se teñían de un suave color rosa. ―Él es mi hijo Jungkook, es un niño muy tímido ―La mujer acarició su cabeza maternalmente y el niño alzó la vista por fin, enseñando una dulce sonrisa debido a los mimos.

Taehyung no pudo evitar pensar que aquella sonrisa era similar a la de un adorable conejito y su corazón golpeó con fuerza al instante, porque estaba seguro de que jamás en su corta vida había visto a chico más bonito que ese. Antes de lo esperado, el mayor ya se encontraba corriendo tras del menor, arrastrándolo consigo para obligarlo a jugar junto a él.

Al principio Jungkook se limitaba a seguirlo, sin rechistar. El niño continuamente estaba apartando la mirada u ocultando su rostro, pues jamás había tenido un amigo antes y era todo un nuevo reto para él interactuar con alguien más que no fuese su familia, sobre todo si esa otra persona era Kim Taehyung, un chico demasiado pegajoso, cariñoso, pues el mayor continuamente estaba saltando sobre él para quitarle el aire de los pulmones con un efusivo abrazo, mientras que en otras ocasiones estaba pellizcando sus mejillas repitiéndole lo lindo que era. Sin embargo, la presencia del mayor se fue volviendo una costumbre con el paso de los días y, antes de poder notarlo, ya estaba riendo junto a él.

La primera vez que Taehyung escuchó a Jungkook reír, se dijo que no existía sonido más hermoso que ese. La risa de Jungkook era dulce, alegre, viva. Sus grandes ojos se achicaban al momento y se llenaban de pequeñas arrugas mientras sus incisivos lucían aquella sonrisa de conejito. Escucharlo reír era maravilloso; verlo reír era extraordinario. Hasta el momento, Taehyung jamás había escuchado a Jungkook hablar, pues el menor era incluso tímido para pronunciar palabras en voz alta, no obstante, su risa había sido más que suficiente para llenar todos los espacios de su mente, de su corazón. El mayor había escuchado antes hablar de los famosos amores de verano y, ese día, frente al majestuoso mar y la brisa que los golpeaba suavemente, pudo comprenderlo por fin. Jungkook era su primer amor; su primer amor de verano. Fue por eso que luego de aquella tarde no dudó en tomar su pequeña mano y echarse a correr por la extensa playa junto a él, contándole miles de historias y chistes más. Porque el verano era corto y Taehyung quería disfrutar cada día que quedaba a su lado.

Mi propio amanecer [Taekook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora