8. The gun VI (31)

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 –¿Qué tal? –preguntó Roca sin levantar la mirada de su libro de guerra cuando Nameless regresó a la habitación junto con el toque de queda.

–Dar discursos no sabrá, pero Ludo tiene una variedad de risas impresionante –apreció echándose al suelo a hacer abdominales sin necesidad de que se lo ordenara.

–Sí, es algo propio de los Khaos. ¿Qué tal tú con los Cacharros?

–Mmmh, hoy hemos hecho algo nuevo.

–¿Hm?

–Hemos... armado bombas.

Los ojos de Roca asomaron interesados por encima del libro.

–¿Y qué tal se te da?

–Mmmh, mejor que disparar armas de fuego –contestó ambigua, sin dejar de subir y bajar.

–Eso no es decir mucho –consideró Roca desdeñosa, regresando a su lectura.

–Ya...

–––

El sábado comenzó como cualquier otro día: con la cabeza dentro del barreño y corriendo en torno al Instituto. La primera diferencia se notó durante el desayuno, ya que fueron las únicas presentes; a los demás villanos no se les había ocurrido madrugar tanto. Nameless suspiró resignada.

Acto seguido, salieron de nuevo a los terrenos, por la parte de atrás del edificio.

–A ver si hoy se te quita ese miedo –dijo Roca, haciéndola entrar en una construcción independiente que resultó ser una galería de tiro.

–¿Vas a dispararme? –quiso saber Nameless, preguntándose si tendría alguna oportunidad de huir corriendo.

–No por el momento. Hoy quiero que aprendas a disparar tú.

Nameless suspiró fastidiada, no le gustaba nada, y su Capitana le lanzó una mirada asesina que amenazaba con replantearse usarla de diana. Si no le cayó bronca, o un tiro, fue porque al fondo sonaron una serie de disparos. Roca avanzó hacia el ruido.

Era Zacharias Darkheart el que estaba haciendo uso de la galería de tiro y, a juzgar por las armas desparramadas en mesas cercanas, lo estaba haciendo a conciencia y desde hacía un buen rato.

–Déjame adivinar –le dijo Roca sin saludar antes–, no te has acostado.

Darkheart se volvió hacia ellas y se levantó las gafas de prácticas de tiro, desvelando sus ojos de irises rojos adornados por ligeras ojeras violáceas.

–¿Roca? –preguntó, parecía un poco perdido, bastante alejado de la imagen segura que daba normalmente–. No me digas que ya ha amanecido –murmuró alucinado.

–Hace una hora. ¿Has pasado toda la noche aquí?

–No, habré venido sobre las cuatro y... –echó un vistazo a su alrededor– parece que he estado entretenido. Pero es que había tanto que probar...

–¿Ésos son los nuevos modelos de lanzagranadas? –se interesó Roca.

–Sí, ven, prueba la manejabilidad.

Nameless se quedó aparte cuando su Capitana y el Príncipe de la (Tras)Noche se pusieron a cotorrear sobre el espectro de armas entre muy letales y terriblemente letales que había por allí esparcidas. No tenía claro si daba más miedo que supieran manejar aquellos trastos o que hablaran sobre ellos como si se tratara de la nueva colección otoño-invierno. Ella no se atrevía a tocar nada, por si acaso.

–¿Qué haces ahí plantada? –le espetó Roca cuando regresó del fantástico mundo de las nuevas mil formas de matar bien muertos a héroes y civiles–. Ponte a practicar.

Institute of Evil versus Heroes Academy (IEvsHA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora