Capítulo único. [EDITADO]

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El shock era más grande que la tristeza.

Quiizá era por la adrenalina que sentía en su cuerpo desde el momento en el que se involucró en esa lucha que tanto le había quitado, pero no podía sentir ese vacío en el pecho que llegaba luego de una pérdida tan grande como la que estaba sufriendo, simplemente su cuerpo no se lo dejaba.

Pero sus ojos estaban abiertos de par en par desde que supo de la misión suicida que su amante cometería, sólo para que pudieran triunfar, para que él pudiese triunfar. Estaba totalmente en desacuerdo, era obvio, pero, ¿Quién era Levi Ackerman para negarle algo a Erwin Smith?.

Nadie, no era nadie, o por lo menos para la humanidad. Él era un simple soldado en esa batalla tan sangrienta, pero no para ese rubio de mirada azulada, para Erwin era su más fiel tesoro, su compañero y la única persona en la que podría confiar.

Casi había terminado con el titan bestia cuándo esos pensamientos inundaron su cabeza, pero temblaba cómo un pequeño niño al cuál alejan de su madre, desesperado por encontrar una solución, sus ojos seguían abiertos y hasta su labio interior era preso de espasmos por las emociones que estaba sufriendo, el shock atacaba su mente y su corazón de una manera que nunca había sufrido.

—Dejaré a este bastardo aquí.-Murmuró casi sin quererlo, era algo automático, pero su voz sonaba tan cortada y angustiante que no se reconoció, porque Levi Ackerman no era así.

Intentó volver a hablar, para reconocer su voz entre tantos gritos y angustia, pero no logró escucharse, únicamente tenía en sus oídos retumbando las últimas palabras de su comandante, repitiéndose una y otra vez, como parte de un ritual del que Levi estaba genuinamente harto.

—Pero no seré capaz de traer a ese hombre de vuelta.-Sintió su voz aún más quebradiza cuándo, por fin, logró escucharla, pero no era como pensó, y sus ojos comenzaron a escozar, indicando que las lágrimas serían lo siguiente que inundaria su rostro.

Pero no quería llorar, no debía hacerlo, tenía acabar con esos titanes que estaban a su alrededor. Porque ese hombre no hubiera querido que él se rindiera, no sin luchar con todas sus fuerzas.

A diestra y siniestra destrozada las nucas de esos horribles seres, esos que habían sido los culpables de todos los males que habían ocurrido en su vida, y se volvió a tragar el gigantesco nudo que se volvía partícipe de su angustia.

Se negaba a llorar, él no lloraba, no desde la muerte de sus dos amigos, en ese tiempo en el que odiaba a erwin y lo deseaba matar con sus propias manos, esos tiempos dónde solo buscaba el momento perfecto para aniquilarlo.

Era bastante irónico que en ese preciso momento sólo deseara abrazar a ese hombre que tanto dijo odiar.

Juró ver unas gotas saladas flotar a su alrededor, lo atribuyó a el sudor proveniente de la acción que estaba cometiendo

Sin embargo, el sudor no baja por las mejillas de esa forma.

Besos entre sábanas, jadeos inoportunos y toqueteos intensos eran los únicos protagonistas de esa noche, catalogada como una de las últimas noches dónde esos dos amantes podrían regalar sus cuerpos mutuamente en un acto tanto pasional como significativo.

Miradas que decían todo, y ninguna palabra de por medio que quite el ambiente que disfrutaban ambos hombres.

La única mano de Erwin dibujaba constelaciones con los pequeños lunares que el más bajo tenía por largo de su pecho, el cuál subía y bajaba en un ritmo constante, a juego con sus caderas.

Levi escuchó un pequeño "te amo" que Erwin recitaba entre pequeños gruñidos y jadeos, quiso ignorar esas dos palabras.

Esas dos palabras sonaban a despedida y Levi odiaba decir "Adiós".

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⏰ Última actualización: Oct 12, 2020 ⏰

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Goodbye, my commander. [ERURI] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora