12-no vivas con temor

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  Nos dividimos por el flanco izquierdo a la torre, no podíamos distinguir casi nada, Maurice estaba en cabeza mientras yo hablaba con Dean y Alex, quien mantenía comunicación con el otro pelotón, para estar seguros de cualquier movimiento enemigo inesperado, por el momento estábamos solos, no había nada ni nadie que pudiese resultar una amenaza.

—¿Areas?—preguntaba Alex al otro lado del comunicador.—Dime el nivel de Areas.
—Inferior al cuarenta por ciento,—respondí yo mirando mi indicador en el brazo.—treinta y siete coma sesenta por ciento, para ser exactos.
—Bien, eso significa que no están cerca. ¿Cuántas cápsulas de reductor tenéis?
—Las suficientes para una semana. ¿Qué hay de ti, Dean?
—Lo mismo, proporcionalmente hablando,—respondió el francotirador.—tengo veinte reductores de Areas.
—Perfecto, no duraremos más de tres días...—mencionó Alex. Entonces un silenció se apoderó de los comunicadores, nadie decía nada, luego volvió Alex para dar una orden.—Alto, ¿oís eso?
—No, nada.—respondió Maurice delante de todos mientras daba orden de stop y posición de alerta.
—Exactamente, nada.—continuó Alex.—Desde que hemos llegado hemos oído pájaros e insectos revolotear por ahí, seguramente cambiaron de hábitat al ser el planeta cambiado por completo, así encontrarían el bienestar. Hasta hace unos minutos esos seres canturreaban mostrando esa felicidad, pero ahora...
—¿Qué sucede ahora?—preguntó Dean.
—¿Qué ves, Dean? ¿Algún ave?
—Pues...—Dean se tomó un tiempo hasta responder con seguridad, diez segundos que se hicieron increíblemente eternos.—... ¿Qué cojones?
—¿Qué sucede?—preguntó Sam por el lado de Alex.
—Los... los pájaros, están todos sobre la torre. Aproximadamente la mitad miran a la dirección de Maurice y el resto a la de Sam.
—En la torre...—murmuraba Alex.—Las aves cambiaron el hábitat... Animales... ¿Seres vivos?
—¿Alex?—intervine en su monólogo.
—Lez, las aves... no... no hay aves... ¡LAS AVES, AL IGUAL QUE EL RESTO DE ANIMALES FUERON EXTINTAS EN LA TIERRA EXCEPTO LOS QUE FUERON LLEVADOS ARRIBA! No hay aves, no... son aves.
—¿QUÉ COJONES?—volvió a exclamar Dean.—Es uno de esos bichos, se está moviendo hacia vuestra posición, Alex ¿qué coño son?
—Son seres artificiales.
—¿QUÉ?
—¡Son guardianes de los Okons! Oh, señor. ¡CORREEEEEEED!—así todos hicimos.—Buscad un refugio, una cueva, un árbol lo suficientemente grande para cubrirnos todos.—Nadie sabía hacia dónde ir, cualquier dirección sería errónea.
—Lez,—avisó Dean.—a tu posición, tres de esos bichos.
—¿A tiro?
—Únicamente uno, son enormes, Lez, más de lo que podéis imaginar. Busca algo para refugiarte u ocultarte.
  —Dispara a ese cabrón.—ordené. A esa orden oí el grito de uno de aquellos bichos alados, Dean le había dado y ni nos habíamos enterado debido al silenciador por defecto del arma. A la carrera que nos estábamos pegando nos interrumpió la caída del ave que se retorcía violentamente ante nosotros.

Nos desviamos, el camino lo había cortado ese ser de unos cinco metros, y además encontramos una especie de cueva, pequeña, pero con la suficiente capacidad para que todo nuestro pelotón entrase. Aquello era incómodo, pero seguro. Intenté contactar con el otro pelotón, sin respuesta. Yo insistía, pero nadie respondía a mi llamada.

  —Lez,—habló otro de nuestro grupo: Ramirez, Ryan Ramirez. Un chaval de diecisiete años, de origen latinoamericano, Brasil, su piel era completamente negra, no podía distinguir nada más que sus ojos dentro de aquel antro, pelo negro y rizado, casi rapado, me encantaba su nariz chata. Resulta que había vivido en Alemania durante siete años. Se notaba muchísimo el acento mezclado de un inglés para comunicación global, un poco de alemán y el portugués.—crees que...
  —Ni de lejos, están a salvo.
  —De acuerdo.

Entonces, silencio. Tanto silencio que era capaz de oír mis propios latidos y respiración, y para colmo, las del resto, sobre todo la de Ed, uno de veinte, origen alemán, muy alto, piel pálida y pelo rubio. La tensión se notaba en el ambiente, demasiado, teniendo en cuenta el mal aliento de algunos.

—Alex, ¿me oyes? ¿Me recibes?—por mucho que insistía, no recibí ninguna respuesta. Suspiré, y de nuevo, silencio de unos cinco segundos, hasta que lo interrumpí.—Muy bien, esto es lo que voy a ha...
—¡Joder, tío!—interrumpió uno de los presentes. Me empujó hacia un lado con su cuerpo, lo cual me salvó la vida de morir atravesado por una especie de agujón enorme mecánico que segregaba un líquido verde de su punta.

Desgraciadamente, aquel chaval dio su vida por la mía, un chico del que no sabía su nombre ocupó mi puesto en la lista de muertos de la misión. Se mantenía inmóvil, intentando reaccionar al dolor que sentía, sin embargo, aquel aguijón había atravesado su médula, no podía moverse, lo único que podía hacer era soltar un leve alarido, mientras el resto gritaba su nombre, algo como Wind, no entendía nada de lo que decían, todos gritaban con desesperación mientras apuntaban casi inmóviles a aquella cosa. Entonces oí algo que dijo "Wind".

—¡Dis-pa-rad... a esa... cosa!—orden acatada por todos, sin importar que estuviese ahí en medio, todos dispararon hacia el aguijón, infligiendo las balas, no solo a éste, sino también en Wind.

Se oyó un alarido, era la del ave, Wind había muerto, y su cadáver se nos había sido arrebatado.

—¡Dios!—gritaba Maurice entre sollozos.—Se lo han llevado, está... está muerto. Lez... ¡Lez!

Yo estaba paralizado por lo que acababa de suceder, patidifuso, no podía asimilar que un chaval que no me conocía de nada me había salvado la vida y yo no hice nada por intentar sacarle de su problema. Me encontraba tirado en el suelo, apoyado con mis manos y mirando a la nada en la dirección en la que "Wind" había sido atravesado por el aguijón y tiroteado por sus propios compañeros.

—Lez,—continuaba Maurice.—¿qué... qué ibas a decir?
—¿Yo?¿Qué... iba a...?
—Muy bien, no puedo aguantar esto.—se impuso Josh Haendel.—¿Sabéis qué? Yo me voy de aquí, buscaré otra zona, si consigo algo os aviso. ¿Os parece bien?
—No te puedes ir así como así.—intervino Maurice.—Somos nueve, si te vas, ocho, ¿así hasta que quedemos tres? Mi decisión es no.
  —Tú no tomas decisiones por mi.
  —¿Seguro? A lo mejor no, pero si que tengo la suficiente autoridad para meterte una hostia en esa carita bonita.
  —¿Qué autoridad? ¿La que te da el capitán Roads? Menudo payaso. Mira,—dijo ya más calmado.—si me ofreces un grupo de tres me voy a buscarlo, volveré, lo prometo.
  —¿Lo dices en...?—Maurice dudó, pero finalmente cedió.—Ed, Bryce y Clark, id con él.
  —¡¿Qué?!—exclamo Bryce. Sus ojos azules se agrandaron, del miedo que sentía en aquel momento se le aguaron. Por su blanco rostro se corría una lágrima,—No tío, no pienso moverme de aquí, con Lez, con él estamos a salvo, fijo.—aquello me extrañó, ¿qué imagen podía tener de mi si no me conocía de nada?

  Es más, lo único que sabía de él era que era muy inteligente, sus notas medias en la escuela hace tres años eran excelentes, y lo poco que ha podido hacer estos últimos años de invasión lo ha sacado con media sobre notable. Sentía mucho miedo, todos lo notábamos. Fue entonces cuando reaccioné y decidí actuar ante la situación.

  —Eh, chico,—dije haciendo un gesto en su dirección.—ven.—el se acercó.—¿Conmigo vas a estar a salvo? No estés tan seguro.—dije con una pequeña sonrisa.–Mira, puedo ir en sustitución tuya, si quie...—hice ademán de levantarme, pero me di cuenta de que tenía una grieta en uno de los estabilizadores de mi pierna, no podía moverme. Me quedé callado, y de nuevo paralizado.—...res.
  —Señor,—¿Señor? Pues sí, parecía que era su dios o algo así.—no tiene por qué.
  —No me llames así, yo no te estoy dando órdenes, pero has de obedecer las de Maurice. Mira, siento no poder ir en tu lugar, pero ahora este equipo te necesita más que nunca, seguramente te necesitemos más veces, así que sal ahí y ayuda a Haendel, ¿sí? No puedes vivir con miedo, si eres valiente, saldrás adelante. ¿Entendido?—asintió.—Ahora sal ahí y salva a este equipo.
  —Sí... de acuerdo.

Solo sentía nerviosismo alrededor. No podía garantizar que todo iría bien, pero tenía que decirle a ese chaval que no había posibilidades de muerte en esa misión. Tuve que mentirle.

—Tened cuidado, no dejéis de usar los comunicadores, estaremos en contacto.—Maurice.
—Sí, señor.—respondió el grupito al unísono. Acto seguido, salieron de allí, con suerte, la zona estaba despejada.

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⏰ Última actualización: Jul 21, 2017 ⏰

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Regreso (objetivo la tierra #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora