4. Mi casa.

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Los tres hermanos habían decidido explorar el tren después de un par de horas de permanecer juntos y así "marcharon" a explorar por separado. James había estado inquieto toda la mañana y Albus había estado irremediablemente preocupado. Lo mejor era aligerar los ánimos, y esa fue justamente la excusa que había puesto Harry en su intento de alejarse un poco. Así fue como marcharon del vagón por separado, siendo Harry Potter el primero en regresar sobre sus pasos, con la intención de tomar el libro abandonado tras el carácter inquieto de sus hermanos.

El chico noto que un lindo chico de cabellos tan claros como la plata, y ojos fríamente grises trataba de salir de un vagón, a tres puertas del propio pero la puerta parecía obstruida. No la podía abrir.

Cuando el ojiverde termino de acercarse analizo la situación. Una especie de suéter rojo amarraba la puerta con su respectivo poste, dejando atrapado al chico.

Sin ayuda no podría salir... pero aún más importante, ¿quién demonios no querría que el chico de cabellos claros saliera del tren?

Observo también como el chico se alejaba de la ventanilla, y por ello de la puerta, dándose por vencido con gesto mortificado.

- Hola ¿Estas bien? - Solicito saber el Potter cuando abrió la puerta, para encontrarse a un derrotado rubio fulminando la puerta con la mirada. Pronto su rostro paso de la mortificación a la cotidianidad y Harry encontró ese gesto muy propio de Snape por lo que podía asegurar que ese niño era un sangre pura.

Tenía una apropiada mascara.

- Hola. - Saludo el rubio, poniéndose de pie. Igual necesitaba un poco de aire ahora y conocer a alguien más seria interesante, sobre todo por las túnicas de alta calidad hechas a exquisita medida que llevaba con hilos de plata en los lugares adecuados y el broche de lo que parecía ser esmeralda atando la capa. Un buen gusto que resaltaba sus ojos.

Eran casi tan buenas como las propias, y decía casi porque nadie nunca debía superar a un Malfoy.

- Un placer conocerte... - Sonrió el chico de ojos verdes extendiendo su mano.

- Draco, Draco Malfoy. - Acepto el rubio y Harry alzo la ceja discretamente impresionado. Había escuchado que los Malfoy tenían influencias pero ese niño en lugar de parecer peligroso le parecía amable y dulce, con su debida prepotencia pero al fin y al cabo moldeable.

- Harry Potter. - Sentencio sonriendo divertido ante la visible impresión del joven aristocrático. Justo como había pensado segundos antes, el rubio tan solo era un niño más pero con aire prepotente.

- Un gusto. ¿Ya tienes lugar en el tren? Eres bienvenido aquí. - Sonrió el rubio mostrando cuan hermoso podía verse si dejaba las apariencias estiradas por un segundo. Harry trago pesadamente. Malfoy era llamativo de una manera extraña... inclusive olía diferente a los demás magos en el tren...

Y si, olía, pues para Harry, quien siempre había destacado por sus instintos, aquello era notorio.

No tuvo que pensarlo más pues su curiosidad era más grande. Al parecer el Malfoy era lo más interesante que encontraría en el tren.

- Escuche que viviste todo este tiempo con tus parientes muggles. ¿Cómo fue eso? - Pregunto tras ver que Harry estaba totalmente acomodado frente a él. Draco sabía que aquella no era una pregunta muy elegante pero el chico tenía algo que le gritaba que indagara más.

Para Harry fue notorio que el apellido portaba aquello que había leído en las críticas de la sociedad mágica que tenía Snape en su biblioteca. Y aunque estas fueran clandestinas, con muy pocos ejemplares podía darles la razón. Los Malfoy eran reconocidos Slytherin, quedando en aquella casa por sus fuertes prejuicios, pues de no tenerlos la gente culta de verdad creía que serían Gryffindor.

Tres Potter, un Elegido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora